¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con los procesos de extradición arrastrándose más lento que tortuga en almíbar. Parece que tener a alguien preso esperando ser enviado a otro país es un brete monumental, y esto no es nuevo, ¡eh!
Según Randall Zúñiga, el jefe del OIJ, si el tipo que tienen que mandar afuera decide ponerle chinches y pelear el tema, la cosa se alarga hasta 18 meses. Dieciocho meses, chunche, ¡casi un año y medio! Imagínate el papeleo, las mociones, las visitas... una novela.
Todo empieza con que el país que quiere al vándalo le manda toda la documentación al gobierno de Costa Rica. Tiene que pasar por un proceso súper estricto. Al principio, les dan un plazo de 60 días para presentar todas las pruebas que demuestren por qué necesitan a ese mae. Pero ahí es donde empiezan los problemas, porque a veces esos 60 días se sienten como 60 años.
Si el extraditable acepta de buen grado irse, la cosa va más rápida, dicen que entre cuatro y seis meses se resuelve. Pero claro, ¿quién quiere irse a enfrentar cargos criminales en otro lado? Nadie, obvio. Por eso, casi siempre hay pelea, y la pelea lleva tiempo, mucho tiempo. Un juez evalúa primero si todo está bien con la petición, si no hay riesgo de que lo vayan a tratar mal allá, como condenarlos a muerte o a cosas peores.
Después, un tribunal revisa si la defensa tiene algún argumento sólido. Ahí es donde los abogados sacan sus mejores cartas y tratan de hacer que el proceso se vaya por las ramas. Y así, poco a poco, se van acumulando meses y meses, mientras el tipo sigue preso por acá, esperando su destino. ¡Qué torta!
El caso reciente de “Boligoma”, José Villalobos López, es el sexto tico que esperan extraditar por cosas de drogas en Panamá. Esto demuestra que la pesca de narcos está llegando a nuestras costas, y que estos procesos legales no son precisamente un paseo por el parque. A ver si este mae también se pone difícil y nos hace perder otro año entero.
Por supuesto, el OIJ dice que todo esto es complejo, que tienen que seguir reglas internacionales y proteger los derechos del sospechoso. Lo entiendo, pero mientras tanto, la gente se pregunta: ¿no podríamos agilizar un poquito estas cosas? Porque dieciocho meses es demasiado tiempo, ¡idiay! Uno podría aprender a tejer canasta en ese tiempo.
Así que, mi gente, diganme ustedes: ¿creen que Costa Rica debería invertir más en mejorar la eficiencia de nuestros procesos de extradición, o es preferible mantener las cosas así, aunque se alarguen un montón? ¿Deberíamos buscar alternativas para acelerar el papeleo o priorizar otras áreas del sistema judicial?
Según Randall Zúñiga, el jefe del OIJ, si el tipo que tienen que mandar afuera decide ponerle chinches y pelear el tema, la cosa se alarga hasta 18 meses. Dieciocho meses, chunche, ¡casi un año y medio! Imagínate el papeleo, las mociones, las visitas... una novela.
Todo empieza con que el país que quiere al vándalo le manda toda la documentación al gobierno de Costa Rica. Tiene que pasar por un proceso súper estricto. Al principio, les dan un plazo de 60 días para presentar todas las pruebas que demuestren por qué necesitan a ese mae. Pero ahí es donde empiezan los problemas, porque a veces esos 60 días se sienten como 60 años.
Si el extraditable acepta de buen grado irse, la cosa va más rápida, dicen que entre cuatro y seis meses se resuelve. Pero claro, ¿quién quiere irse a enfrentar cargos criminales en otro lado? Nadie, obvio. Por eso, casi siempre hay pelea, y la pelea lleva tiempo, mucho tiempo. Un juez evalúa primero si todo está bien con la petición, si no hay riesgo de que lo vayan a tratar mal allá, como condenarlos a muerte o a cosas peores.
Después, un tribunal revisa si la defensa tiene algún argumento sólido. Ahí es donde los abogados sacan sus mejores cartas y tratan de hacer que el proceso se vaya por las ramas. Y así, poco a poco, se van acumulando meses y meses, mientras el tipo sigue preso por acá, esperando su destino. ¡Qué torta!
El caso reciente de “Boligoma”, José Villalobos López, es el sexto tico que esperan extraditar por cosas de drogas en Panamá. Esto demuestra que la pesca de narcos está llegando a nuestras costas, y que estos procesos legales no son precisamente un paseo por el parque. A ver si este mae también se pone difícil y nos hace perder otro año entero.
Por supuesto, el OIJ dice que todo esto es complejo, que tienen que seguir reglas internacionales y proteger los derechos del sospechoso. Lo entiendo, pero mientras tanto, la gente se pregunta: ¿no podríamos agilizar un poquito estas cosas? Porque dieciocho meses es demasiado tiempo, ¡idiay! Uno podría aprender a tejer canasta en ese tiempo.
Así que, mi gente, diganme ustedes: ¿creen que Costa Rica debería invertir más en mejorar la eficiencia de nuestros procesos de extradición, o es preferible mantener las cosas así, aunque se alarguen un montón? ¿Deberíamos buscar alternativas para acelerar el papeleo o priorizar otras áreas del sistema judicial?