Maes, agárrense porque la novela política con miras al 2026 ya soltó su primer capítulo fuerte, y como era de esperarse, el Partido Liberación Nacional (PLN) se robó el show este fin de semana. La vara es que los verdiblancos salieron de su Asamblea Nacional con una meta que suena a todo dar: conseguir 700,000 votos para amarrar 22 diputaciones. ¡Casi nada! El encargado de tirar esa cifra al aire fue Álvaro Ramírez, el ahora jefe de campaña de Álvaro Ramos y candidato número uno por San José, puesto que, por cierto, le dieron a dedo. Pero diay, como en toda buena familia, una cosa es lo que planea el tata y otra muy distinta lo que terminan haciendo los hijos.
Y es que el plan de Ramos de llegar con una alineación titular definida se fue al traste en varias provincias. El primer portazo se lo dieron en la cara en Alajuela. La línea del candidato era apoyar a Pablo Villalobos para el segundo lugar, pero ¡sorpresa! La asamblea le dio una paliza y eligió a Eder Hernández con más del doble de los votos. Hernández, que se notaba medio agüevado, soltó una frase que es oro puro: "Me quedan muchas dudas de lo que pasó". ¡Qué torta para el equipo de Ramos! Es como ir a la mejenga con una estrategia y que a los 10 minutos la misma defensa te meta un autogol. Pese al gane, Hernández tuvo que salir a decir que igual va a sudar la camiseta por Ramos, pero el mensaje de la base liberacionista fue clarísimo: aquí no todo es soplar y hacer botellas.
Si pensaban que el despiche terminaba en Alajuela, están equivocados. La onda expansiva llegó hasta Cartago, donde la historia se repitió. Para el segundo puesto por la Vieja Metrópoli, Ramos y su gente le apostaban todo a Álvaro Torres, hermano del alcalde de La Unión. Parecía una jugada cantada, pero del otro lado apareció Salvador Padilla Villanueva, un asesor legislativo con colmillo y de una familia con un apellido que pesa un montón en la provincia. Padilla se movió mejor, habló con quien tenía que hablar y le ganó el mandado a la línea oficial. Su explicación fue muy diplomática, hablando de "movimientos estratégicos", que en buen tico significa que hizo mejor el brete de convencer a la gente. Otro golpe a la autoridad del candidato presidencial, demostrando que el PLN sigue siendo un animal político con muchas cabezas.
Claro, no todo fue caos y rebelión. En provincias como San José, Heredia y Guanacaste, la cosa estuvo más tranquila y las fichas de Ramos cayeron donde se esperaba. En la capital, por ejemplo, además del "dedazo" de Álvaro Ramírez, se eligió a Iztarú Alfaro y al conocido "Fello" Vargas. Pero hasta en la calma hay detalles que pican. Janice Sandí, la cabeza de lista por Cartago y presidenta de la Unión Médica, no se anduvo por las ramas y reconoció que Liberación "había caído en un bache, en una oscuridad". ¡Qué nivel de honestidad! Que una de sus propias candidatas estrella admita eso públicamente te dice mucho del estado actual del partido. Es una señal de que la misión de Ramos no es solo ganar una elección, sino reconstruir un chunche que, según sus mismos protagonistas, estaba hecho pedazos.
Al final, el PLN ya tiene su papeleta casi lista, pero el proceso dejó más preguntas que respuestas. La meta de los 700,000 votos se ve como una montaña altísima, y este fin de semana demostró que la escalada no será en equipo y todos abrazados. Más bien, parece que varios van a querer ponerle el pie al de a la par para llegar primero a la cima. La gran duda que queda en el aire es si estos "rompimientos de línea" son un síntoma de una democracia interna saludable y vibrante, o si son la primera grieta en un barco que todavía ni ha zarpado. Diay, maes, ¿ustedes qué creen? ¿Esto es una señal de fortaleza o el primer síntoma de que el bus verdiblanco va a salir del taller con las llantas flojas? ¿Les alcanza el gas para llegar a esa meta con este enredo interno?
Y es que el plan de Ramos de llegar con una alineación titular definida se fue al traste en varias provincias. El primer portazo se lo dieron en la cara en Alajuela. La línea del candidato era apoyar a Pablo Villalobos para el segundo lugar, pero ¡sorpresa! La asamblea le dio una paliza y eligió a Eder Hernández con más del doble de los votos. Hernández, que se notaba medio agüevado, soltó una frase que es oro puro: "Me quedan muchas dudas de lo que pasó". ¡Qué torta para el equipo de Ramos! Es como ir a la mejenga con una estrategia y que a los 10 minutos la misma defensa te meta un autogol. Pese al gane, Hernández tuvo que salir a decir que igual va a sudar la camiseta por Ramos, pero el mensaje de la base liberacionista fue clarísimo: aquí no todo es soplar y hacer botellas.
Si pensaban que el despiche terminaba en Alajuela, están equivocados. La onda expansiva llegó hasta Cartago, donde la historia se repitió. Para el segundo puesto por la Vieja Metrópoli, Ramos y su gente le apostaban todo a Álvaro Torres, hermano del alcalde de La Unión. Parecía una jugada cantada, pero del otro lado apareció Salvador Padilla Villanueva, un asesor legislativo con colmillo y de una familia con un apellido que pesa un montón en la provincia. Padilla se movió mejor, habló con quien tenía que hablar y le ganó el mandado a la línea oficial. Su explicación fue muy diplomática, hablando de "movimientos estratégicos", que en buen tico significa que hizo mejor el brete de convencer a la gente. Otro golpe a la autoridad del candidato presidencial, demostrando que el PLN sigue siendo un animal político con muchas cabezas.
Claro, no todo fue caos y rebelión. En provincias como San José, Heredia y Guanacaste, la cosa estuvo más tranquila y las fichas de Ramos cayeron donde se esperaba. En la capital, por ejemplo, además del "dedazo" de Álvaro Ramírez, se eligió a Iztarú Alfaro y al conocido "Fello" Vargas. Pero hasta en la calma hay detalles que pican. Janice Sandí, la cabeza de lista por Cartago y presidenta de la Unión Médica, no se anduvo por las ramas y reconoció que Liberación "había caído en un bache, en una oscuridad". ¡Qué nivel de honestidad! Que una de sus propias candidatas estrella admita eso públicamente te dice mucho del estado actual del partido. Es una señal de que la misión de Ramos no es solo ganar una elección, sino reconstruir un chunche que, según sus mismos protagonistas, estaba hecho pedazos.
Al final, el PLN ya tiene su papeleta casi lista, pero el proceso dejó más preguntas que respuestas. La meta de los 700,000 votos se ve como una montaña altísima, y este fin de semana demostró que la escalada no será en equipo y todos abrazados. Más bien, parece que varios van a querer ponerle el pie al de a la par para llegar primero a la cima. La gran duda que queda en el aire es si estos "rompimientos de línea" son un síntoma de una democracia interna saludable y vibrante, o si son la primera grieta en un barco que todavía ni ha zarpado. Diay, maes, ¿ustedes qué creen? ¿Esto es una señal de fortaleza o el primer síntoma de que el bus verdiblanco va a salir del taller con las llantas flojas? ¿Les alcanza el gas para llegar a esa meta con este enredo interno?