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Invitado
¿Regresa el fascismo bajo un nuevo ropaje? La xenofobia y la antiimigración es uno de sus puntos comunes, lo mismo que la islamofobia. Antes fueron los judíos sus enemigos, ahora son los musulmanes. También abogan por la limitación de la democracia representativa.
Nuevos populismos para la Vieja Europa · ELPAÍS.com
REPORTAJE: LA ULTRADERECHA EN EUROPA
La ultraderecha ha renovado sus formas. Y ahora cosecha grandes triunfos electorales con un discurso euroescéptico y xenófobo
Esta nueva extrema derecha está en ascenso, un ascenso que no se había visto desde los años treinta. Un fenómeno que progresa en forma muy alarmante.
Nuevos populismos para la Vieja Europa · ELPAÍS.com
REPORTAJE: LA ULTRADERECHA EN EUROPA
La ultraderecha ha renovado sus formas. Y ahora cosecha grandes triunfos electorales con un discurso euroescéptico y xenófobo
Cuando un partido populista, eurófobo y antimigrantes triunfó en las elecciones generales de Finlandia hace un par de semanas, muchos se preguntaron qué había pasado en uno de los países símbolo de la tolerancia y del Estado de bienestar. Cuando miraron alrededor, se dieron cuenta de que los finlandeses no estaban solos. Vieron que en el mapa de Europa proliferaban partidos que en el pasado hubieran sido apestados políticos por su extremismo, pero que hoy cautivan a buena parte del electorado. En varios países europeos se han convertido en la tercera fuerza más votada. En otros, como en Francia, las encuestas les auguran un futuro muy prometedor.
Finlandia, Holanda, Noruega, Suecia, Italia, Francia... La lista de países que registran un auge de los partidos populistas y de extrema derecha es larga. Y más alargada es aún la sombra que proyectan esas formaciones sobre los partidos tradicionales, que crecientemente adoptan algunas de las tesis extremistas a la caza de los votos que sienten les roban los populistas, advierten los expertos.
El populismo y la derecha extremista presentan formas muy distintas a lo largo del continente. Hay, sin embargo, denominadores comunes, entre los que destacan el euroescepticismo y la xenofobia, que tiende a cebarse con los inmigrantes musulmanes. Es común también la presencia en sus filas de un nuevo tipo de líderes, que poco tienen que ver con sus predecesores. Los nuevos políticos populistas son más jóvenes -la mayoría rondan los cuarenta-, más modernos y mejor parecidos. Son carismáticos y tienden a ser grandes oradores a los que se atribuye en buena medida el tirón de sus partidos. Consiguen además desmarcarse del turbio pasado de sus formaciones cuidando su lenguaje, con el que son capaces de transmitir ideas xenófobas sin incurrir en el lenguaje zafio y racista del pasado. Han conseguido en definitiva hacer aceptables y digeribles ideas que hasta hace poco tenían escasa cabida en el debate político.
"Las ideas políticas más radicales son crecientemente aceptables, también entre los partidos tradicionales, que ahora coquetean con las ideas de extrema derecha. Eso es porque los partidos extremistas son ahora más sofisticados y apelan a un electorado más amplio que ya no se avergüenza de votar a la extrema derecha", sostiene Simon Tilford, economista jefe del Center for European Reform con sede en Londres. "Por eso suponen un desafío mucho mayor que la extrema derecha tradicional de los años ochenta y de los noventa", añade Tilford.
Los extremistas han sabido capitalizar el hastío de un electorado con los partidos tradicionales, que han perdido la capacidad de conectar con la ciudadanía. Hay analistas que incluso los llaman "partidos protesta" porque su misión fundamental es cosechar el desencanto de otros. Y se atreven con las polémicas que los partidos de siempre prefieren esquivar. Ni a la derecha ni a la izquierda les ha ahorrado dolores de cabeza ni fracasos electorales evitar temas espinosos como la inmigración. Al contrario. Porque los votantes quieren que les hablen de lo que les preocupa, y la inmigración parece ser uno de esos temas.
Políticos como Marine Le Pen en Francia o Geert Wilders en Holanda han hecho del debate migratorio su bandera y no tienen reparos a la hora de apelar a emociones como el miedo. Azuzan el temor a la llamada Eurabia, es decir, a un desembarco masivo de musulmanes capaces de poner en peligro lo que consideran la identidad europea. Su mérito es doble, porque consiguen infundir miedo en un momento en el que se da la paradoja de que la integración de los trabajadores extranjeros es relativamente exitosa en varios países europeos. Estos políticos fijan los últimos clavos del ataúd del multiculturalismo que, dicen, no funciona y defienden en cambio un modelo asimilacionista, según el cual los inmigrantes que quieran vivir en Europa lo deberán hacer siguiendo las normas y costumbres de los europeos, dejando de lado la herencia cultural de sus países de origen.
(...) --- No lo copio todo por su extensión, resto del artículo en el enlace. ----
Ciberculturalia: Europa se va tiñendo de negro: la extrema derechaFinlandia, Holanda, Noruega, Suecia, Italia, Francia... La lista de países que registran un auge de los partidos populistas y de extrema derecha es larga. Y más alargada es aún la sombra que proyectan esas formaciones sobre los partidos tradicionales, que crecientemente adoptan algunas de las tesis extremistas a la caza de los votos que sienten les roban los populistas, advierten los expertos.
El populismo y la derecha extremista presentan formas muy distintas a lo largo del continente. Hay, sin embargo, denominadores comunes, entre los que destacan el euroescepticismo y la xenofobia, que tiende a cebarse con los inmigrantes musulmanes. Es común también la presencia en sus filas de un nuevo tipo de líderes, que poco tienen que ver con sus predecesores. Los nuevos políticos populistas son más jóvenes -la mayoría rondan los cuarenta-, más modernos y mejor parecidos. Son carismáticos y tienden a ser grandes oradores a los que se atribuye en buena medida el tirón de sus partidos. Consiguen además desmarcarse del turbio pasado de sus formaciones cuidando su lenguaje, con el que son capaces de transmitir ideas xenófobas sin incurrir en el lenguaje zafio y racista del pasado. Han conseguido en definitiva hacer aceptables y digeribles ideas que hasta hace poco tenían escasa cabida en el debate político.
"Las ideas políticas más radicales son crecientemente aceptables, también entre los partidos tradicionales, que ahora coquetean con las ideas de extrema derecha. Eso es porque los partidos extremistas son ahora más sofisticados y apelan a un electorado más amplio que ya no se avergüenza de votar a la extrema derecha", sostiene Simon Tilford, economista jefe del Center for European Reform con sede en Londres. "Por eso suponen un desafío mucho mayor que la extrema derecha tradicional de los años ochenta y de los noventa", añade Tilford.
Los extremistas han sabido capitalizar el hastío de un electorado con los partidos tradicionales, que han perdido la capacidad de conectar con la ciudadanía. Hay analistas que incluso los llaman "partidos protesta" porque su misión fundamental es cosechar el desencanto de otros. Y se atreven con las polémicas que los partidos de siempre prefieren esquivar. Ni a la derecha ni a la izquierda les ha ahorrado dolores de cabeza ni fracasos electorales evitar temas espinosos como la inmigración. Al contrario. Porque los votantes quieren que les hablen de lo que les preocupa, y la inmigración parece ser uno de esos temas.
Políticos como Marine Le Pen en Francia o Geert Wilders en Holanda han hecho del debate migratorio su bandera y no tienen reparos a la hora de apelar a emociones como el miedo. Azuzan el temor a la llamada Eurabia, es decir, a un desembarco masivo de musulmanes capaces de poner en peligro lo que consideran la identidad europea. Su mérito es doble, porque consiguen infundir miedo en un momento en el que se da la paradoja de que la integración de los trabajadores extranjeros es relativamente exitosa en varios países europeos. Estos políticos fijan los últimos clavos del ataúd del multiculturalismo que, dicen, no funciona y defienden en cambio un modelo asimilacionista, según el cual los inmigrantes que quieran vivir en Europa lo deberán hacer siguiendo las normas y costumbres de los europeos, dejando de lado la herencia cultural de sus países de origen.
(...) --- No lo copio todo por su extensión, resto del artículo en el enlace. ----
Esta nueva extrema derecha está en ascenso, un ascenso que no se había visto desde los años treinta. Un fenómeno que progresa en forma muy alarmante.
¿No les espanta? ¿No les recuerda tiempos pasados? ¿No les temen?
Además de los que hoy aquí se destacan, también están en Italia, en sus dos vertientes: la Liga del Norte de Umberto Bossi que, tras gobernar junto a Silvio Berlusconi, registra un menor caudal electoral, y Alianza Nacional.
Han llegado con fuerza a Gran Bretaña. El Partido Nacional Británico (BNP, por sus siglas en inglés) aumentó su representatividad en un 12,3% en las recientes elecciones municipales.
En Polonia, en el gobierno los populistas de Samoobrona y la extrema derecha católica, invitados por el primer ministro Kazimierz Marcinkiewicz para asegurarse una confortable mayoría en el Parlamento.
Esta extrema derecha europea comparte un mismo ideario: limitación de la democracia representativa y discriminación étnica entre nativos y extranjeros.
Otro día hablamos de los nuestros españoles, que haberlos haylos y cada vez abundan más.
Francia: Marine Le Pen
A sus 42 años Marine Le Pen ha sucedido a su padre, Jean Marie Le Pen, como líder del Frente Nacional. Tras moderar en las formas el discurso xenófobo y antieuropeísta más recalcitrante del partido, habrá que esperar a las elecciones francesas de 2012 para comprobar si logra mantener, o incluso aumentar, los porcentajes de voto logrados por su progenitor.
Hungría: Gabor Vona
El partido Jobbik, liderado por Gabor Vona, de 32 años, centra sus ataques racistas en la comunidad gitana de Hungría, que asciende a casi un millón de ciudadanos. En 2007, Vona fundó la Guardia Húngara, una organización de inspiración neonazi ligada a Jobbik, acusada de haber llevado a cabo ataques xenófobos y racistas, y que la justicia húngara ordenó disolver.
Suecia: Jimmie Akesson
Con su cara de alumno aventajado y empleando una retórica sosegada, Jimmie Akesson ha logrado a sus 31 años que el partido que preside, los Demócratas de Suecia, hayan protagonizado la sorpresa de las últimas elecciones del país nórdico obteniendo 20 escaños. Su discurso político se centra en la inmigración y en la criminalidad, incidiendo en los nexos entre ambos fenómenos.
Austria: Heinz-Christian Strache
Tras la muerte de Jörg Haider en 2008, Heinz-Christian Strache, de 41 años, se convirtió en el líder más popular de la extrema derecha austriaca. Con eslóganes electorales como “Trabajo en vez de Inmigración” o “Auténticos representantes del pueblo en vez de traidores de la UE”, el Partido de la Libertad de Strache se ha consolidado en uno de los países europeos en los que la extrema derecha obtiene más votos.
Holanda: Geert Wilders
Geert Wilders consiguió que el Partido por la Libertad se convirtiese en las últimas elecciones parlamentarias holandesas en la tercera formación más votada. Con una campaña basada en gran medida en el endurecimiento de las leyes migratorias, la islamofobia de Wilders le ha hecho afirmar que, por su incitación al odio, el Corán puede ser equiparado a libros como Mein Kampf, y que en consecuencia debería ser prohibido. El Partido por la Libertad forma parte de la coalición de gobierno encabezada por los democristianos holandeses.
Dinamarca: Pia Kjærsgaard
El Partido Popular liderado por Pia Kjærsgaard ha logrado consolidarse en la última década hasta convertirse en la tercera fuerza política del país. En gran medida gracias a este partido, las leyes migratorias de Dinamarca se han ido endureciendo periódicamente desde 2001. Las declaraciones de Kjærsgaard sobre los peligros de la inmigración suelen ser de este tenor: “Si los suecos quieren convertir Estocolmo, Goteborg o Malmö en un Beirut escandinavo, con guerras de clanes, crímenes de honor y violaciones cometidas por bandas, dejémosles que lo hagan. Nosotros siempre podemos poner una barrera sobre el puente de Oresund”.
Grecia: George Karatzaferis
Desde que fue fundado en 2000 por el ex periodista George Karatzaferis, el partido Concentración Popular Ortodoxa (LAOS) no ha dejado de aumentar sus porcentajes de voto, tanto en las elecciones parlamentarias griegas como en las europeas. La situación económica y política del país podría beneficiar a un partido xenófobo y nacionalista, con un líder acostumbrado a atraer la atención pública con declaraciones populistas.
Finlandia: Timo Soini
Timo Soini consiguió que su formación, Verdaderos Finlandeses, entrase en el Parlamento Europeo tras las elecciones de 2009. Con un discurso euroescéptico, sobre todo en materia agrícola, y muy crítico con las políticas de inmigración liberales, habrá que ver si Verdaderos Finlandeses aumenta su número de escaños en el Parlamento finlandés en las elecciones previstas para este 2011.
Además de los que hoy aquí se destacan, también están en Italia, en sus dos vertientes: la Liga del Norte de Umberto Bossi que, tras gobernar junto a Silvio Berlusconi, registra un menor caudal electoral, y Alianza Nacional.
Han llegado con fuerza a Gran Bretaña. El Partido Nacional Británico (BNP, por sus siglas en inglés) aumentó su representatividad en un 12,3% en las recientes elecciones municipales.
En Polonia, en el gobierno los populistas de Samoobrona y la extrema derecha católica, invitados por el primer ministro Kazimierz Marcinkiewicz para asegurarse una confortable mayoría en el Parlamento.
Esta extrema derecha europea comparte un mismo ideario: limitación de la democracia representativa y discriminación étnica entre nativos y extranjeros.
Otro día hablamos de los nuestros españoles, que haberlos haylos y cada vez abundan más.
Francia: Marine Le Pen
A sus 42 años Marine Le Pen ha sucedido a su padre, Jean Marie Le Pen, como líder del Frente Nacional. Tras moderar en las formas el discurso xenófobo y antieuropeísta más recalcitrante del partido, habrá que esperar a las elecciones francesas de 2012 para comprobar si logra mantener, o incluso aumentar, los porcentajes de voto logrados por su progenitor.
Hungría: Gabor Vona
El partido Jobbik, liderado por Gabor Vona, de 32 años, centra sus ataques racistas en la comunidad gitana de Hungría, que asciende a casi un millón de ciudadanos. En 2007, Vona fundó la Guardia Húngara, una organización de inspiración neonazi ligada a Jobbik, acusada de haber llevado a cabo ataques xenófobos y racistas, y que la justicia húngara ordenó disolver.
Suecia: Jimmie Akesson
Con su cara de alumno aventajado y empleando una retórica sosegada, Jimmie Akesson ha logrado a sus 31 años que el partido que preside, los Demócratas de Suecia, hayan protagonizado la sorpresa de las últimas elecciones del país nórdico obteniendo 20 escaños. Su discurso político se centra en la inmigración y en la criminalidad, incidiendo en los nexos entre ambos fenómenos.
Austria: Heinz-Christian Strache
Tras la muerte de Jörg Haider en 2008, Heinz-Christian Strache, de 41 años, se convirtió en el líder más popular de la extrema derecha austriaca. Con eslóganes electorales como “Trabajo en vez de Inmigración” o “Auténticos representantes del pueblo en vez de traidores de la UE”, el Partido de la Libertad de Strache se ha consolidado en uno de los países europeos en los que la extrema derecha obtiene más votos.
Holanda: Geert Wilders
Geert Wilders consiguió que el Partido por la Libertad se convirtiese en las últimas elecciones parlamentarias holandesas en la tercera formación más votada. Con una campaña basada en gran medida en el endurecimiento de las leyes migratorias, la islamofobia de Wilders le ha hecho afirmar que, por su incitación al odio, el Corán puede ser equiparado a libros como Mein Kampf, y que en consecuencia debería ser prohibido. El Partido por la Libertad forma parte de la coalición de gobierno encabezada por los democristianos holandeses.
Dinamarca: Pia Kjærsgaard
El Partido Popular liderado por Pia Kjærsgaard ha logrado consolidarse en la última década hasta convertirse en la tercera fuerza política del país. En gran medida gracias a este partido, las leyes migratorias de Dinamarca se han ido endureciendo periódicamente desde 2001. Las declaraciones de Kjærsgaard sobre los peligros de la inmigración suelen ser de este tenor: “Si los suecos quieren convertir Estocolmo, Goteborg o Malmö en un Beirut escandinavo, con guerras de clanes, crímenes de honor y violaciones cometidas por bandas, dejémosles que lo hagan. Nosotros siempre podemos poner una barrera sobre el puente de Oresund”.
Grecia: George Karatzaferis
Desde que fue fundado en 2000 por el ex periodista George Karatzaferis, el partido Concentración Popular Ortodoxa (LAOS) no ha dejado de aumentar sus porcentajes de voto, tanto en las elecciones parlamentarias griegas como en las europeas. La situación económica y política del país podría beneficiar a un partido xenófobo y nacionalista, con un líder acostumbrado a atraer la atención pública con declaraciones populistas.
Finlandia: Timo Soini
Timo Soini consiguió que su formación, Verdaderos Finlandeses, entrase en el Parlamento Europeo tras las elecciones de 2009. Con un discurso euroescéptico, sobre todo en materia agrícola, y muy crítico con las políticas de inmigración liberales, habrá que ver si Verdaderos Finlandeses aumenta su número de escaños en el Parlamento finlandés en las elecciones previstas para este 2011.