El domingo anduve por San José comprando unas cosas, ahí en el bulevar, entre calle 5 y 7 había una veneca con un niño pequeño.
Compré un medio cantonés y se lo regalé, ahí le estuve haciendo conversación.
Que el marido andaba pidiendo plata en otro lado con el otro hijo y bla bla bla.
Le eché la hablada, le dije que si no quería ganarse un poquito más de plata de lo que se ganaba ahí, y me dijo que si pero que no sabía hacer nada, si acaso limpiar casas. Entonces le dije que si podía dejar al niño con alguien y que se podía ganar diez mil en una hora, y me dijo que por qué no podía llevar al niño (no había entendido ella, obvio) entonces le dije que yo podía darle diez mil colones pero a cambio de algo pero con el niño está difícil, y le pregunté que si sabía a lo que me refería y me dijo que creía que si.
Ahí en ese momento no se molestó entonces ya se la tiré directa y le dije que aquí a la vuelta había un hotel, que fuéramos y se ganaba los diez mil en una hora, hacía más plata, más rápido y la pasaba bien, pero me dijo que no podía porque el marido la mataba y solo con él podía dejar al niño.
Le pregunté si tenía teléfono y me dijo que no, entonces le dije que estaba bien, que qué lástima pero ni modo, si no se puede pues qué más da. Entonces me dijo que si le podía regalar plata, le di un rojo nada más y le deseé buena suerte en la travesía.
La güila de cara bonita y delgada, como estaba sentada no vi si tenía trasero pero tenía lo suyo por delante, no grandes pero tenía lo suyo.
Por si logran divisarla.
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Compré un medio cantonés y se lo regalé, ahí le estuve haciendo conversación.
Que el marido andaba pidiendo plata en otro lado con el otro hijo y bla bla bla.
Le eché la hablada, le dije que si no quería ganarse un poquito más de plata de lo que se ganaba ahí, y me dijo que si pero que no sabía hacer nada, si acaso limpiar casas. Entonces le dije que si podía dejar al niño con alguien y que se podía ganar diez mil en una hora, y me dijo que por qué no podía llevar al niño (no había entendido ella, obvio) entonces le dije que yo podía darle diez mil colones pero a cambio de algo pero con el niño está difícil, y le pregunté que si sabía a lo que me refería y me dijo que creía que si.
Ahí en ese momento no se molestó entonces ya se la tiré directa y le dije que aquí a la vuelta había un hotel, que fuéramos y se ganaba los diez mil en una hora, hacía más plata, más rápido y la pasaba bien, pero me dijo que no podía porque el marido la mataba y solo con él podía dejar al niño.
Le pregunté si tenía teléfono y me dijo que no, entonces le dije que estaba bien, que qué lástima pero ni modo, si no se puede pues qué más da. Entonces me dijo que si le podía regalar plata, le di un rojo nada más y le deseé buena suerte en la travesía.
La güila de cara bonita y delgada, como estaba sentada no vi si tenía trasero pero tenía lo suyo por delante, no grandes pero tenía lo suyo.
Por si logran divisarla.
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