¡Imagínate la bronca! Durante años, los vecinos de Montaña Grande e Isla Venado en Lepanto han tenido que lidiar con la sequía y el agua salada que sale del grifo. Pero ya basta, mi clave, porque llegó la buena noticia: le dieron una manito a su acueducto y ahora tendrán agua potable confiable por las próximas dos décadas. ¡Un respiro de verdad!
Todo empezó cuando la tormenta tropical del 2018 nos dejó bien pegao’, con la tubería vieja hecha pedazos. Desde ahí, fue un dolor de cabeza constante: apagones de agua, gente comprando agua embotellada… ¡Una vara muy salada! El arreglo era urgente, y gracias a Dios, el Inder escuchó a la comunidad y puso manos a la obra.
La inversión superó los ¢136 millones, y vaya que se nota. Cambiaron más de 2.500 metros de tubería, lo cual significa menos fugas, menos problemas y agua limpia para todos. Esto beneficia directamente a casi 1.800 personas, pero también a otras 2.000 indirectamente, porque mejora la salud, el bienestar y hasta la economía de la zona. ¡Es un cambio monumental, chunches!
Ricardo Quesada Salas, el jefe del Inder, estaba bien contento contando cómo este proyecto es prueba de que cuando trabajamos juntos, cosas buenas pasan. Dijo que desde el Inder seguirán invirtiendo en proyectos así, que ayudan a mejorar la calidad de vida en nuestras zonas rurales. ¡Eso sí es trabajar con conciencia social, mae!
Y no solo eso, la renovación del acueducto también va a aliviarle la carga a la ASADA local. Antes tenían que estar constantemente arreglando goteras y averías, lo que significaba gastos extra y mucho estrés. Ahora podrán enfocarse en administrar el agua de forma eficiente y asegurar que llegue a todos los hogares sin problemas. ¡Menos brete, más tranquilidad!
Además, las nuevas tuberías son más amigables con el planeta, dicen. Son más resistentes, duraderas y causan menos daño al medio ambiente. Así que estamos cuidando el agua y el planeta al mismo tiempo. ¡Todo un win-win, diay!
Esta obra es un ejemplo de colaboración entre el Inder y el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA). Se pusieron las pilas para coordinar esfuerzos y entregarle a la comunidad de Lepanto un sistema de agua potable de primer nivel. No hay excusas ni rodeos, ¡solo resultados tangibles!
Ahora viene la parte interesante: ¿creen que este tipo de proyectos debería ser prioritario en todas las comunidades rurales del país? ¿Será suficiente esta inversión para garantizar el acceso al agua potable a largo plazo, considerando el cambio climático y sus posibles impactos en la disponibilidad de recursos hídricos? ¡Den su opinión en el foro, quiero escuchar qué piensan mis queridos lectores!
Todo empezó cuando la tormenta tropical del 2018 nos dejó bien pegao’, con la tubería vieja hecha pedazos. Desde ahí, fue un dolor de cabeza constante: apagones de agua, gente comprando agua embotellada… ¡Una vara muy salada! El arreglo era urgente, y gracias a Dios, el Inder escuchó a la comunidad y puso manos a la obra.
La inversión superó los ¢136 millones, y vaya que se nota. Cambiaron más de 2.500 metros de tubería, lo cual significa menos fugas, menos problemas y agua limpia para todos. Esto beneficia directamente a casi 1.800 personas, pero también a otras 2.000 indirectamente, porque mejora la salud, el bienestar y hasta la economía de la zona. ¡Es un cambio monumental, chunches!
Ricardo Quesada Salas, el jefe del Inder, estaba bien contento contando cómo este proyecto es prueba de que cuando trabajamos juntos, cosas buenas pasan. Dijo que desde el Inder seguirán invirtiendo en proyectos así, que ayudan a mejorar la calidad de vida en nuestras zonas rurales. ¡Eso sí es trabajar con conciencia social, mae!
Y no solo eso, la renovación del acueducto también va a aliviarle la carga a la ASADA local. Antes tenían que estar constantemente arreglando goteras y averías, lo que significaba gastos extra y mucho estrés. Ahora podrán enfocarse en administrar el agua de forma eficiente y asegurar que llegue a todos los hogares sin problemas. ¡Menos brete, más tranquilidad!
Además, las nuevas tuberías son más amigables con el planeta, dicen. Son más resistentes, duraderas y causan menos daño al medio ambiente. Así que estamos cuidando el agua y el planeta al mismo tiempo. ¡Todo un win-win, diay!
Esta obra es un ejemplo de colaboración entre el Inder y el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA). Se pusieron las pilas para coordinar esfuerzos y entregarle a la comunidad de Lepanto un sistema de agua potable de primer nivel. No hay excusas ni rodeos, ¡solo resultados tangibles!
Ahora viene la parte interesante: ¿creen que este tipo de proyectos debería ser prioritario en todas las comunidades rurales del país? ¿Será suficiente esta inversión para garantizar el acceso al agua potable a largo plazo, considerando el cambio climático y sus posibles impactos en la disponibilidad de recursos hídricos? ¡Den su opinión en el foro, quiero escuchar qué piensan mis queridos lectores!
