En primer lugar, diremos lo que no es: no se trata de ninguna enfermedad de transmisión sexual ni ligada al sexo. Se trata de una anomalía muy frecuente, que afecta sobre todo en edades pediátricas, producida por la estrechez del orificio prepucial, lo que impide el descubrimiento del glande. El tamaño de dicho orificio es variable: la mayoría de veces es relativamente grande y redundante, estrechándose por delante y sobrepasando el glande en varios centímetros, pero en ocasiones, el orificio es puntiforme e impide totalmente la salida del glande. Esta anomalía puede acompañarse de adherencias prepuciales, que dificultan aún más el descubrimiento del glande. Generalmente la fimosis no causa alteraciones de la micción (solo en casos muy avanzados el tamaño del orificio está muy cerrado impidiendo totalmente la salida de orina y provocando disuria). La complicación más frecuente es la balano-postitis por acumulo de esmegma en el surco balano-prepucial. El tratamiento consiste en la circuncisión, que desde un punto de vista médico debe realizarse a partir de los dos años de edad, pues en ocasiones, en edades inferiores puede solucionarse espontáneamente el problema.