Maes, vieran que el Ministro de Seguridad, don Mario Zamora, anda que no se cambia por nadie. ¿La razón? Los últimos numeritos de la encuesta del CIEP, que según él, son la prueba irrefutable de que su gestión va viento en popa y que la gente en la calle ya respira más tranquila. El ministro básicamente nos dice que hay “más personas que indican una mejora en la seguridad”. Y diay, uno ve los datos y entiende su optimismo: pasamos de un 12% a un 17% de gente que cree que la vara está mejorando. Suena bien, ¿verdad? Pero como en todo en esta vida, el diablo está en los detalles, y aquí es donde la cosa se pone interesante y merece que le pongamos un poquito más de cabeza antes de tirar cohetes al aire.
Para ser justos, el mae tiene un punto, y no se le puede quitar el mérito. Lograr que el porcentaje de gente que piensa que el país está peor en seguridad baje de un aplastante 78% a un todavía muy preocupante 67% no es cualquier cosa. Son once puntos porcentuales, y eso en estadística es un mundo. Zamora lo ve como un reconocimiento directo al brete que se están pegando los policías en todo el país, y probablemente tenga razón en que el esfuerzo se está notando de alguna manera. Es un indicador objetivo, como él mismo dice. Nadie le está quitando eso. El problema no es el dato en sí, sino la película completa que nos quieren vender con ese único fotograma.
Pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Celebrar que “solo” dos de cada tres ticos piensen que estamos peor en seguridad es, por decirlo bonito, una perspectiva bastante particular. Es como alegrarse porque en lugar de estar hundiéndonos a diez metros por segundo, ahora nos hundimos a ocho. Sí, técnicamente es una “mejora”, pero seguimos yendo para abajo. El mismo estudio del CIEP, ese que el ministro cita con tanto orgullo, también revela que un 45% de la población —casi la mitad del país— considera que la inseguridad y la delincuencia son EL PRINCIPAL problema de Costa Rica. No es el segundo ni el tercero. Es el número uno, por encima del costo de la vida, el desempleo y la corrupción. Entonces, ¿cómo se come uno eso?
Al final del día, esta vara va más allá de un porcentaje que sube o baja. La percepción de seguridad no se mide solo con una encuesta cada seis meses; se mide en la calle, en el día a día. Se mide en si uno guarda el celular cuando va caminando por el centro de Chepe, en si piensa dos veces antes de salir de noche, en la cantidad de alarmas y cámaras que ven los vecinos instalando en el barrio. Una cosa es la estadística y otra la sensación térmica de la inseguridad, y esa, para muchísimos, sigue estando bajo cero. Es genial que el esfuerzo policial se traduzca en mejores números, de verdad que sí, pero de ahí a decir que ya estamos del otro lado del río hay un trecho enorme que todavía nos toca caminar, y probablemente nadar contra corriente.
La gran pregunta que queda en el aire es si estamos ante el inicio de una verdadera recuperación en la seguridad ciudadana o si simplemente estamos viendo un ajuste estadístico, un pequeño rebote después de haber tocado fondo. El optimismo del gobierno es entendible, necesitan vender buenas noticias, pero la realidad en la calle a veces cuenta una historia muy diferente a la que cuentan los gráficos. A mí me queda la duda, y por eso se las paso a ustedes, que son los que patean la calle todos los días.
Entonces, ¿ustedes qué, maes? ¿Se compran el optimismo de Zamora y ven el vaso medio lleno, o sienten que todavía falta un montón de brete y que estos números son solo un curita en una herida grande? ¿Es una mejora real o puro maquillaje estadístico? Los leo.
Para ser justos, el mae tiene un punto, y no se le puede quitar el mérito. Lograr que el porcentaje de gente que piensa que el país está peor en seguridad baje de un aplastante 78% a un todavía muy preocupante 67% no es cualquier cosa. Son once puntos porcentuales, y eso en estadística es un mundo. Zamora lo ve como un reconocimiento directo al brete que se están pegando los policías en todo el país, y probablemente tenga razón en que el esfuerzo se está notando de alguna manera. Es un indicador objetivo, como él mismo dice. Nadie le está quitando eso. El problema no es el dato en sí, sino la película completa que nos quieren vender con ese único fotograma.
Pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Celebrar que “solo” dos de cada tres ticos piensen que estamos peor en seguridad es, por decirlo bonito, una perspectiva bastante particular. Es como alegrarse porque en lugar de estar hundiéndonos a diez metros por segundo, ahora nos hundimos a ocho. Sí, técnicamente es una “mejora”, pero seguimos yendo para abajo. El mismo estudio del CIEP, ese que el ministro cita con tanto orgullo, también revela que un 45% de la población —casi la mitad del país— considera que la inseguridad y la delincuencia son EL PRINCIPAL problema de Costa Rica. No es el segundo ni el tercero. Es el número uno, por encima del costo de la vida, el desempleo y la corrupción. Entonces, ¿cómo se come uno eso?
Al final del día, esta vara va más allá de un porcentaje que sube o baja. La percepción de seguridad no se mide solo con una encuesta cada seis meses; se mide en la calle, en el día a día. Se mide en si uno guarda el celular cuando va caminando por el centro de Chepe, en si piensa dos veces antes de salir de noche, en la cantidad de alarmas y cámaras que ven los vecinos instalando en el barrio. Una cosa es la estadística y otra la sensación térmica de la inseguridad, y esa, para muchísimos, sigue estando bajo cero. Es genial que el esfuerzo policial se traduzca en mejores números, de verdad que sí, pero de ahí a decir que ya estamos del otro lado del río hay un trecho enorme que todavía nos toca caminar, y probablemente nadar contra corriente.
La gran pregunta que queda en el aire es si estamos ante el inicio de una verdadera recuperación en la seguridad ciudadana o si simplemente estamos viendo un ajuste estadístico, un pequeño rebote después de haber tocado fondo. El optimismo del gobierno es entendible, necesitan vender buenas noticias, pero la realidad en la calle a veces cuenta una historia muy diferente a la que cuentan los gráficos. A mí me queda la duda, y por eso se las paso a ustedes, que son los que patean la calle todos los días.
Entonces, ¿ustedes qué, maes? ¿Se compran el optimismo de Zamora y ven el vaso medio lleno, o sienten que todavía falta un montón de brete y que estos números son solo un curita en una herida grande? ¿Es una mejora real o puro maquillaje estadístico? Los leo.