¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, mi gente. Don Rodrigo Chaves parece que anda dando vueltas como pez gordo en agua rasa con este rollo de la “falsa mordaza”. Uno día dice que va a limitar las entrevistas, al siguiente declara que habrá más conferencias de prensa… ¡Qué torta! Parece que le está costando encontrarle la vuelta a cómo manejar la información, y nosotros aquí, pegaditos a la tele viendo el circo.
Para refrescarles la memoria, la polémica empezó hace unas semanas cuando el Presidente sugirió que iba a restringir las entrevistas a ciertos medios, argumentando que algunos estaban distorsionando sus declaraciones. Esto causó un revuelo tremendo, acusándolo de querer censurar la libertad de prensa y de imponer un control informativo que pareciera sacado de otro siglo. Claro que el ataque mediático no se hizo esperar, y la oposición andaba flechada lista para aprovechar cualquier oportunidad para meterle bala.
Y entonces, bam, giro inesperado. En una entrevista radial, don Rodrigo afirmó que, aunque existen preocupaciones legítimas sobre cómo se interpretan sus palabras, no hay intención alguna de silenciar a nadie. De hecho, prometió aumentar la frecuencia de las conferencias de prensa para aclarar dudas y explicar sus políticas directamente al pueblo. ¡Un cambio de discurso de 180 grados! Me pregunto si tendrá alguien asesorándolo en comunicación o si simplemente se dio cuenta de que estaba metiéndose en un brete complicado.
Expertos en comunicación política aseguran que este tipo de cambios abruptos de opinión pueden dañar la credibilidad de un líder. Según la doctora Elena Ramírez, profesora de la UCR, “la coherencia es fundamental para mantener la confianza pública. Cuando un político cambia de postura constantemente, la gente empieza a preguntarse qué tan sinceros son sus intenciones”. Una cosita es jugar con la pelota y otra, andar cambiando las reglas a mitad del partido, ¿me entienden?
Pero no todo es crítica fácil, porque también hay que reconocer que la gestión de la información en un gobierno puede ser complicada. Hay temas sensibles, negociaciones confidenciales, y es normal que los funcionarios tengan restricciones para hablar de ciertas cosas. Lo importante es que esas restricciones no se conviertan en una excusa para evadir preguntas o para manipular la información, porque ahí sí nos vamos todos al diablo.
Además, resulta irónico que precisamente el presidente, quien viene del sector privado donde la transparencia no siempre ha sido la norma, esté enfrentando estas críticas por cuestiones de acceso a la información. Recordemos el rollo de RECUPERAR que generó controversia y cuestionamientos sobre la ética empresarial. Ahora, como mandatario, parece estar aprendiendo –a duras penas– que las reglas del juego son diferentes.
Lo cierto es que este episodio pone de manifiesto la importancia de tener mecanismos claros y transparentes para garantizar el derecho a la información. Necesitamos leyes sólidas que protejan la libertad de prensa, pero también necesitamos políticos responsables que respeten ese derecho y que sean capaces de comunicarse de manera clara y honesta con el país. Que ya basta de rodeos y medias tintas, mi gente; queremos respuestas directas y soluciones reales.
En fin, toda esta movida me deja pensando... ¿Es posible que el Presidente simplemente esté tratando de navegar en aguas turbulentas, o estamos ante un patrón de inconsistencia que socava su liderazgo? ¡Dígame usted, compas del foro! ¿Cree que este cambio de discurso es genuino o solo una estrategia para calmar las aguas? Déjeme saber su opinión abajo!
Para refrescarles la memoria, la polémica empezó hace unas semanas cuando el Presidente sugirió que iba a restringir las entrevistas a ciertos medios, argumentando que algunos estaban distorsionando sus declaraciones. Esto causó un revuelo tremendo, acusándolo de querer censurar la libertad de prensa y de imponer un control informativo que pareciera sacado de otro siglo. Claro que el ataque mediático no se hizo esperar, y la oposición andaba flechada lista para aprovechar cualquier oportunidad para meterle bala.
Y entonces, bam, giro inesperado. En una entrevista radial, don Rodrigo afirmó que, aunque existen preocupaciones legítimas sobre cómo se interpretan sus palabras, no hay intención alguna de silenciar a nadie. De hecho, prometió aumentar la frecuencia de las conferencias de prensa para aclarar dudas y explicar sus políticas directamente al pueblo. ¡Un cambio de discurso de 180 grados! Me pregunto si tendrá alguien asesorándolo en comunicación o si simplemente se dio cuenta de que estaba metiéndose en un brete complicado.
Expertos en comunicación política aseguran que este tipo de cambios abruptos de opinión pueden dañar la credibilidad de un líder. Según la doctora Elena Ramírez, profesora de la UCR, “la coherencia es fundamental para mantener la confianza pública. Cuando un político cambia de postura constantemente, la gente empieza a preguntarse qué tan sinceros son sus intenciones”. Una cosita es jugar con la pelota y otra, andar cambiando las reglas a mitad del partido, ¿me entienden?
Pero no todo es crítica fácil, porque también hay que reconocer que la gestión de la información en un gobierno puede ser complicada. Hay temas sensibles, negociaciones confidenciales, y es normal que los funcionarios tengan restricciones para hablar de ciertas cosas. Lo importante es que esas restricciones no se conviertan en una excusa para evadir preguntas o para manipular la información, porque ahí sí nos vamos todos al diablo.
Además, resulta irónico que precisamente el presidente, quien viene del sector privado donde la transparencia no siempre ha sido la norma, esté enfrentando estas críticas por cuestiones de acceso a la información. Recordemos el rollo de RECUPERAR que generó controversia y cuestionamientos sobre la ética empresarial. Ahora, como mandatario, parece estar aprendiendo –a duras penas– que las reglas del juego son diferentes.
Lo cierto es que este episodio pone de manifiesto la importancia de tener mecanismos claros y transparentes para garantizar el derecho a la información. Necesitamos leyes sólidas que protejan la libertad de prensa, pero también necesitamos políticos responsables que respeten ese derecho y que sean capaces de comunicarse de manera clara y honesta con el país. Que ya basta de rodeos y medias tintas, mi gente; queremos respuestas directas y soluciones reales.
En fin, toda esta movida me deja pensando... ¿Es posible que el Presidente simplemente esté tratando de navegar en aguas turbulentas, o estamos ante un patrón de inconsistencia que socava su liderazgo? ¡Dígame usted, compas del foro! ¿Cree que este cambio de discurso es genuino o solo una estrategia para calmar las aguas? Déjeme saber su opinión abajo!