¡Ay, dios mío, qué lata! Otro año, otro Nobel. Pero esta vez hablamos de economía, mi gente. Tres cabezas pensantes – Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt – se llevaron el gato al agua por investigar cómo la tecnología mueve la onda y cómo mantenernos creciendo, aunque eso signifique que algunas cosas tengan que irse al traste. Dicen que les dieron un billete grandote, unos diplomas y unas medallas. Me pregunto si alguno de estos señores ha comido casado en algún 'soda', pa’ saber realmente cómo le va a la raza trabajadora.
La idea general es que Mokyr descubrió que, pa’ crecer bien, necesitamos tecnología que funcione, obvio. Pero él fue a buscar en libros viejos pa’ ver cómo llegó esto, cómo nos acostumbramos a tener cosas nuevas constantemente. Aghion y Howitt, esos dos, metieron el ojo en la “destrucción creativa”, que suena medio dramático, ¿verdad? Básicamente, dicen que cuando sale algo nuevo y bacano, lo viejo se queda atrás. Como cuando salió el celular con cámara y las Kodak tuvieron que hacer ajustes… fuertes.
Imagínense, maes, el chismeario que hubo en Estocolmo cuando anunciaron esto. Aghion, el francés, estaba hasta soltando discursos diciéndole a Europa que invirtiera en tecnología o nos iban a comer con patatas los chinos y los yanquis. El mae tenía razón, digo yo. Acá en Costa Rica andamos medio rezagados en algunos bretes, a pesar de tener una fibra óptica que debería estar volando, pero a veces parece que estamos conectados con una paloma mensajera.
Lo interesante es cómo esto aplica a nosotros. Piénsenlo: ¿cuántas 'varetas' hemos visto desaparecer porque apareció algo mejor? ¿Cuántos negocios familiares tuvieron que cerrar porque no pudieron competir con las cadenas modernas? A veces da una pena, pero así es la vida, oímos decir. Hay que adaptarse o morir, como diría cualquier capitalista despiadado.
Y ahí viene la gran pregunta: ¿Esta ‘destrucción creativa’ es buena o mala? Por un lado, impulsa la innovación, nos da cosas nuevas y mejores. Por el otro, deja gente sin trabajo, sin sustento. ¿Cómo equilibramos esto, diay? ¿Deberíamos proteger a las empresas antiguas, aunque sean ineficientes, o dejar que el mercado haga su magia, aunque eso signifique que muchos pierdan el empleo?
Muchos economistas dicen que la clave está en la educación, en capacitar a la gente para que aprenda nuevas habilidades y pueda encontrar nuevos empleos. Pero no basta con decir eso; hay que invertir en programas de formación que realmente funcionen. Porque sino, acabamos teniendo un montón de técnicos sin trabajo y un vacío existencial enorme. Y eso, mi gente, no es chivo.
Otro punto importante es el rol del gobierno. ¿Debe apoyar a las industrias emergentes? ¿Debe regular a las grandes empresas tecnológicas? Todo esto es un lío, ¿eh? Parece que no hay respuestas fáciles. Y si alguien dice que sí, probablemente esté vendiendo humo o buscando su propio beneficio. Aquí, más que nunca, la prudencia es la madre de todas las virtudes, como decía mi abuuela. Además, necesito un café, estas ideas me están dejando cargao.
Bueno, pues, ahora la bolita quedó en nuestras manos. Con toda esta movida del Nobel, la innovación y la destrucción creativa, ¿cree usted que Costa Rica está preparado para enfrentar los cambios que vienen? ¿Deberíamos enfocarnos más en proteger nuestros emprendimientos locales o abrazar la tecnología a toda costa, aunque eso signifique sacrificar algo de nuestra identidad tradicional? Déjeme sus opiniones en el foro, quiero leer qué piensa la gente al respecto. ¡Vamos a armar un buen debate!
La idea general es que Mokyr descubrió que, pa’ crecer bien, necesitamos tecnología que funcione, obvio. Pero él fue a buscar en libros viejos pa’ ver cómo llegó esto, cómo nos acostumbramos a tener cosas nuevas constantemente. Aghion y Howitt, esos dos, metieron el ojo en la “destrucción creativa”, que suena medio dramático, ¿verdad? Básicamente, dicen que cuando sale algo nuevo y bacano, lo viejo se queda atrás. Como cuando salió el celular con cámara y las Kodak tuvieron que hacer ajustes… fuertes.
Imagínense, maes, el chismeario que hubo en Estocolmo cuando anunciaron esto. Aghion, el francés, estaba hasta soltando discursos diciéndole a Europa que invirtiera en tecnología o nos iban a comer con patatas los chinos y los yanquis. El mae tenía razón, digo yo. Acá en Costa Rica andamos medio rezagados en algunos bretes, a pesar de tener una fibra óptica que debería estar volando, pero a veces parece que estamos conectados con una paloma mensajera.
Lo interesante es cómo esto aplica a nosotros. Piénsenlo: ¿cuántas 'varetas' hemos visto desaparecer porque apareció algo mejor? ¿Cuántos negocios familiares tuvieron que cerrar porque no pudieron competir con las cadenas modernas? A veces da una pena, pero así es la vida, oímos decir. Hay que adaptarse o morir, como diría cualquier capitalista despiadado.
Y ahí viene la gran pregunta: ¿Esta ‘destrucción creativa’ es buena o mala? Por un lado, impulsa la innovación, nos da cosas nuevas y mejores. Por el otro, deja gente sin trabajo, sin sustento. ¿Cómo equilibramos esto, diay? ¿Deberíamos proteger a las empresas antiguas, aunque sean ineficientes, o dejar que el mercado haga su magia, aunque eso signifique que muchos pierdan el empleo?
Muchos economistas dicen que la clave está en la educación, en capacitar a la gente para que aprenda nuevas habilidades y pueda encontrar nuevos empleos. Pero no basta con decir eso; hay que invertir en programas de formación que realmente funcionen. Porque sino, acabamos teniendo un montón de técnicos sin trabajo y un vacío existencial enorme. Y eso, mi gente, no es chivo.
Otro punto importante es el rol del gobierno. ¿Debe apoyar a las industrias emergentes? ¿Debe regular a las grandes empresas tecnológicas? Todo esto es un lío, ¿eh? Parece que no hay respuestas fáciles. Y si alguien dice que sí, probablemente esté vendiendo humo o buscando su propio beneficio. Aquí, más que nunca, la prudencia es la madre de todas las virtudes, como decía mi abuuela. Además, necesito un café, estas ideas me están dejando cargao.
Bueno, pues, ahora la bolita quedó en nuestras manos. Con toda esta movida del Nobel, la innovación y la destrucción creativa, ¿cree usted que Costa Rica está preparado para enfrentar los cambios que vienen? ¿Deberíamos enfocarnos más en proteger nuestros emprendimientos locales o abrazar la tecnología a toda costa, aunque eso signifique sacrificar algo de nuestra identidad tradicional? Déjeme sus opiniones en el foro, quiero leer qué piensa la gente al respecto. ¡Vamos a armar un buen debate!