¡Duro, bien duro! El otrora líder del PAC, don Ottón Solís, soltó la lengua y mandó pa’ arriba a la candidata Laura Fernández, catalogándola como alguien que se mueve más en los enojos que en las propuestas concretas. Esto, amigos, llegó justo cuando la precampaña electoral está calentando motores y las encuestas muestran a Fernández en una posición privilegiada. Pero a juzgar por lo que dijo Solís, quizás esa ventaja sea más apariencia que sustancia.
El exmandatario, reconocido por su trayectoria ética dentro del partido Acción Ciudadana, no anduvo con rodeos. Según él, la estrategia de Fernández es una simple copia barata del estilo agresivo e impredecible del presidente Chaves. “Doña Laura trata de imitar al presidente en sus enojos, es una política de enojos, no de propuestas”, declaró en entrevista regional, dejando caer que la popularidad del mandatario no garantiza necesariamente una plataforma de gobierno sólida.
Ahora, esto no es simplemente una crítica más en medio de la disputa política. Lo que preocupa es que este enfoque aparentemente prioriza la reacción visceral sobre la planificación a largo plazo. Parece que algunos actores prefieren sacar provecho del hartazgo generalizado que hay en el país, en lugar de presentar soluciones claras y viables para los problemas que nos aquejan. Y eso, señores míos, es bastante preocupante si pensamos en el futuro del país.
Pero no todo quedó ahí. Don Ottón aprovechó la coyuntura para rememorar los proyectos inconclusos que han dejado postergadas las administraciones recientes, especialmente aquellos relacionados con infraestructura vial y recursos hídricos. Destacó el caso del Tren Eléctrico de Pasajeros, un proyecto largamente esperado que, según él, sigue paralizado bajo el actual gobierno, contribuyendo al caos vehicular que vivimos diariamente en la GAM. ¡Qué carga!
“Este gobierno ha paralizado un montón de proyectos importantes… como el tren. Ese tren ya debería estar en funcionamiento y aliviando las presas,” enfatizó Solís, añadiendo que la congestión vehicular no es simplemente un problema de infraestructura, sino una verdadera violación a los derechos humanos. “Eso es una violación a la libertad, al tiempo que debe vivirse con la familia, a llegar al trabajo con paz mental y no ya cansado.” Palabras fuertes, pero con mucha razón detrás.
Y es que, si bien la crítica de Solís apunta ahora a Fernández, no podemos olvidar que el PAC también tuvo su cuota de promesas incumplidas en materia de transporte. Recordemos aquella famosa frase del expresidente Luis Guillermo Solís, quien juraba no salir del cargo sin dejar “ni una presa”. Una ambición noble, pero que terminó siendo otro espejismo en el horizonte de la movilidad costarricense. Claramente, este es un problema estructural que trasciende ideologías y partidos políticos. Un brete, diríamos nosotros.
Además de lo vial, Solís puso énfasis en el estancamiento de proyectos hídricos vitales, como el plan para llevar agua a las zonas secas de Guanacaste y a las regiones agrícolas. La falta de inversión en estos sectores compromete la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible del país, generando frustración y resentimiento entre los agricultores y comunidades afectadas. ¡Qué sal!
En fin, la intervención de Ottón Solís ha encendido aún más la polémica en torno a la precampaña electoral, poniendo en tela de juicio la calidad del debate público y la capacidad de los candidatos para ofrecer alternativas reales a los desafíos que enfrenta Costa Rica. Con todo esto, surge la pregunta inevitable: ¿Estamos listos para elegir líderes que prioricen soluciones concretas sobre emociones pasajeras, o seguiremos atrapados en una espiral de enojos y promesas vacías?
El exmandatario, reconocido por su trayectoria ética dentro del partido Acción Ciudadana, no anduvo con rodeos. Según él, la estrategia de Fernández es una simple copia barata del estilo agresivo e impredecible del presidente Chaves. “Doña Laura trata de imitar al presidente en sus enojos, es una política de enojos, no de propuestas”, declaró en entrevista regional, dejando caer que la popularidad del mandatario no garantiza necesariamente una plataforma de gobierno sólida.
Ahora, esto no es simplemente una crítica más en medio de la disputa política. Lo que preocupa es que este enfoque aparentemente prioriza la reacción visceral sobre la planificación a largo plazo. Parece que algunos actores prefieren sacar provecho del hartazgo generalizado que hay en el país, en lugar de presentar soluciones claras y viables para los problemas que nos aquejan. Y eso, señores míos, es bastante preocupante si pensamos en el futuro del país.
Pero no todo quedó ahí. Don Ottón aprovechó la coyuntura para rememorar los proyectos inconclusos que han dejado postergadas las administraciones recientes, especialmente aquellos relacionados con infraestructura vial y recursos hídricos. Destacó el caso del Tren Eléctrico de Pasajeros, un proyecto largamente esperado que, según él, sigue paralizado bajo el actual gobierno, contribuyendo al caos vehicular que vivimos diariamente en la GAM. ¡Qué carga!
“Este gobierno ha paralizado un montón de proyectos importantes… como el tren. Ese tren ya debería estar en funcionamiento y aliviando las presas,” enfatizó Solís, añadiendo que la congestión vehicular no es simplemente un problema de infraestructura, sino una verdadera violación a los derechos humanos. “Eso es una violación a la libertad, al tiempo que debe vivirse con la familia, a llegar al trabajo con paz mental y no ya cansado.” Palabras fuertes, pero con mucha razón detrás.
Y es que, si bien la crítica de Solís apunta ahora a Fernández, no podemos olvidar que el PAC también tuvo su cuota de promesas incumplidas en materia de transporte. Recordemos aquella famosa frase del expresidente Luis Guillermo Solís, quien juraba no salir del cargo sin dejar “ni una presa”. Una ambición noble, pero que terminó siendo otro espejismo en el horizonte de la movilidad costarricense. Claramente, este es un problema estructural que trasciende ideologías y partidos políticos. Un brete, diríamos nosotros.
Además de lo vial, Solís puso énfasis en el estancamiento de proyectos hídricos vitales, como el plan para llevar agua a las zonas secas de Guanacaste y a las regiones agrícolas. La falta de inversión en estos sectores compromete la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible del país, generando frustración y resentimiento entre los agricultores y comunidades afectadas. ¡Qué sal!
En fin, la intervención de Ottón Solís ha encendido aún más la polémica en torno a la precampaña electoral, poniendo en tela de juicio la calidad del debate público y la capacidad de los candidatos para ofrecer alternativas reales a los desafíos que enfrenta Costa Rica. Con todo esto, surge la pregunta inevitable: ¿Estamos listos para elegir líderes que prioricen soluciones concretas sobre emociones pasajeras, o seguiremos atrapados en una espiral de enojos y promesas vacías?