¡Aguafiestas! No es fácil ser mujer y encima emprender en Costa Rica, pero este grupo de 80 guerreras acaba de recibir un empujón gigante gracias al Inamu. Se graduaron con tintes de maestras en temas de sostenibilidad, modelos de negocio y todo el rollo para impulsar sus propios bretes, demostrando que sí se puede combinar cuidar el planeta con hacer plata.
La movida, que contó con el apoyo del CAF y Catie, buscó darle herramientas a mujeres de zonas rurales y costeras – desde Chorotega hasta Brunca – para que sus negocios no solo estén a full, sino que también le den un respiro a nuestros ecosistemas. Imagínate, mujeres poniendo su granito de arena para salvar el planeta mientras sacan adelante a sus familias. ¡Eso es pura vida!
Lo que aprendieron no fue poco: finanzas, mercadeo, negociación… toda la vaina necesaria para sobrevivir en el mundo empresarial actual. Pero lo bueno es que también les metieron contenido sobre cómo mitigar el cambio climático y cómo hacer que sus proyectos sean amigotes con el medio ambiente. Porque ya saben, aquí en Costa Rica tenemos que cuidarnos mucho el planeta, ¡es nuestro activo más valioso!
Cada región tuvo su propia celebración “Conexión Verde y Azul”, donde compartieron experiencias, lograron conectarse con otras emprendedoras, y se dieron cuenta de que no estaban solas en este camino. Había ánimos arriba, se veía la ilusión de poner en marcha sus ideas y demostrar que las mujeres podemos mover montañas (y proteger los volcanes, si nos ponemos).
Y no se diga que solo fue un curso más. Según el Inamu, este proyecto forma parte de una estrategia mayor para apoyar el desarrollo sostenible con perspectiva de género, especialmente en esas zonas que históricamente han estado un poquito rezagadas. Quiere decir que esto va más allá de una simple graduación; es una apuesta por el futuro de nuestras comunidades y de nuestro país.
La verdad es que este tipo de iniciativas me dan esperanzas. Ver a mujeres tomando las riendas de sus vidas y buscando soluciones creativas para los problemas ambientales y económicos nos demuestra que todavía hay fe en el futuro. Además, fortalece la economía local, crea empleos y empodera a las mujeres, que siempre han sido la columna vertebral de nuestras familias y comunidades.
Desde septiembre del año pasado, este proyecto ha ido creciendo, generando nuevas relaciones y brindando oportunidades. Uno se da cuenta de que cuando se unen fuerzas, se pueden lograr cosas increíbles. Son ganas, son ideas frescas, y, sobre todo, son mujeres comprometidas con construir un Costa Rica más justo y sostenible. ¡Brindemos por ellas, diay!
Así que ahora viene la pregunta grande: ¿qué tipo de proyectos creen que estas mujeres podrían desarrollar para realmente impactar positivamente sus comunidades y el medio ambiente? ¿Ven alguna oportunidad de negocio en particular que combine la sostenibilidad con el potencial turístico de nuestra querida Costa Rica?
La movida, que contó con el apoyo del CAF y Catie, buscó darle herramientas a mujeres de zonas rurales y costeras – desde Chorotega hasta Brunca – para que sus negocios no solo estén a full, sino que también le den un respiro a nuestros ecosistemas. Imagínate, mujeres poniendo su granito de arena para salvar el planeta mientras sacan adelante a sus familias. ¡Eso es pura vida!
Lo que aprendieron no fue poco: finanzas, mercadeo, negociación… toda la vaina necesaria para sobrevivir en el mundo empresarial actual. Pero lo bueno es que también les metieron contenido sobre cómo mitigar el cambio climático y cómo hacer que sus proyectos sean amigotes con el medio ambiente. Porque ya saben, aquí en Costa Rica tenemos que cuidarnos mucho el planeta, ¡es nuestro activo más valioso!
Cada región tuvo su propia celebración “Conexión Verde y Azul”, donde compartieron experiencias, lograron conectarse con otras emprendedoras, y se dieron cuenta de que no estaban solas en este camino. Había ánimos arriba, se veía la ilusión de poner en marcha sus ideas y demostrar que las mujeres podemos mover montañas (y proteger los volcanes, si nos ponemos).
Y no se diga que solo fue un curso más. Según el Inamu, este proyecto forma parte de una estrategia mayor para apoyar el desarrollo sostenible con perspectiva de género, especialmente en esas zonas que históricamente han estado un poquito rezagadas. Quiere decir que esto va más allá de una simple graduación; es una apuesta por el futuro de nuestras comunidades y de nuestro país.
La verdad es que este tipo de iniciativas me dan esperanzas. Ver a mujeres tomando las riendas de sus vidas y buscando soluciones creativas para los problemas ambientales y económicos nos demuestra que todavía hay fe en el futuro. Además, fortalece la economía local, crea empleos y empodera a las mujeres, que siempre han sido la columna vertebral de nuestras familias y comunidades.
Desde septiembre del año pasado, este proyecto ha ido creciendo, generando nuevas relaciones y brindando oportunidades. Uno se da cuenta de que cuando se unen fuerzas, se pueden lograr cosas increíbles. Son ganas, son ideas frescas, y, sobre todo, son mujeres comprometidas con construir un Costa Rica más justo y sostenible. ¡Brindemos por ellas, diay!
Así que ahora viene la pregunta grande: ¿qué tipo de proyectos creen que estas mujeres podrían desarrollar para realmente impactar positivamente sus comunidades y el medio ambiente? ¿Ven alguna oportunidad de negocio en particular que combine la sostenibilidad con el potencial turístico de nuestra querida Costa Rica?