¡Imagínate tener que caminar cinco horas solo para ir al colegio! Pues eso era la cruda realidad para muchos estudiantes del Liceo Rural Roca Quemada, allá arriba en Alto Chirripó. Pero tranquilos, compas, porque ahora tienen un respiro gracias a un proyecto que une a Costa Rica y Japón. ¡Qué tuanis!
Todo este brete comenzó con la necesidad apremiante de brindar mejores condiciones a los jóvenes cabecares que estudian en el liceo. Muchos, además de la caminata larguísima, enfrentaban hasta rios crecidos que los impedían regresar a casa. Una verdadera torta, diay.
Pero llegó la buena nueva: el Liceo Roca Quemada, en colaboración con la Embajada de Japón, lograron hacer realidad el proyecto “Construcción de Albergues para el Liceo Rural Roca Quemada”. Esto significa que ahora esos estudiantes podrán tener un lugar seguro y digno para quedarse mientras cursan sus estudios, sin tener que preocuparse por las incomodidades del camino ni el clima impredecible de la zona.
Y no es cualquier albergue, pura calidad. Está totalmente equipado, pensando en todas las necesidades de los muchachos. Lo mejor de todo es que la comida también está asegurada; los padres y madres de familia, junto con algunas asociaciones locales, estarán colaborando con donaciones y produciendo alimentos frescos directamente de sus propios cultivos. ¡Eso sí es trabajar en equipo, mae!
Esta iniciativa, además de mejorar el rendimiento académico de los estudiantes, garantiza su acceso continuo a la educación. Se acabó el excusé de “no pude ir porque el río estaba alto”. Ahora, con un techo seguro y comida en la mesa, estos jóvenes pueden concentrarse en estudiar y construir un futuro mejor para ellos y para sus comunidades.
Es importante recalcar que este proyecto va mucho más allá de simplemente ofrecer alojamiento. Representa un compromiso firme con la educación intercultural bilingüe y la permanencia de la población indígena en el sistema educativo. Demuestra que, con voluntad y cooperación internacional, podemos superar obstáculos y crear oportunidades para todos, sin importar dónde vivamos.
La inauguración oficial del albergue fue todo un éxito, con la presencia de autoridades educativas, representantes de la Embajada de Japón, padres de familia y, por supuesto, los felices estudiantes. Todos expresaron su agradecimiento y emoción por esta gran oportunidad que se les presenta. De verdad, verlos tan contentos te llena el corazón, diay.
Ahora, me pregunto… ¿qué otras soluciones creativas podríamos implementar para facilitar el acceso a la educación a jóvenes que viven en zonas rurales remotas de Costa Rica? ¿Será posible replicar este modelo exitoso en otros liceos y comunidades indígenas del país?
Todo este brete comenzó con la necesidad apremiante de brindar mejores condiciones a los jóvenes cabecares que estudian en el liceo. Muchos, además de la caminata larguísima, enfrentaban hasta rios crecidos que los impedían regresar a casa. Una verdadera torta, diay.
Pero llegó la buena nueva: el Liceo Roca Quemada, en colaboración con la Embajada de Japón, lograron hacer realidad el proyecto “Construcción de Albergues para el Liceo Rural Roca Quemada”. Esto significa que ahora esos estudiantes podrán tener un lugar seguro y digno para quedarse mientras cursan sus estudios, sin tener que preocuparse por las incomodidades del camino ni el clima impredecible de la zona.
Y no es cualquier albergue, pura calidad. Está totalmente equipado, pensando en todas las necesidades de los muchachos. Lo mejor de todo es que la comida también está asegurada; los padres y madres de familia, junto con algunas asociaciones locales, estarán colaborando con donaciones y produciendo alimentos frescos directamente de sus propios cultivos. ¡Eso sí es trabajar en equipo, mae!
Esta iniciativa, además de mejorar el rendimiento académico de los estudiantes, garantiza su acceso continuo a la educación. Se acabó el excusé de “no pude ir porque el río estaba alto”. Ahora, con un techo seguro y comida en la mesa, estos jóvenes pueden concentrarse en estudiar y construir un futuro mejor para ellos y para sus comunidades.
Es importante recalcar que este proyecto va mucho más allá de simplemente ofrecer alojamiento. Representa un compromiso firme con la educación intercultural bilingüe y la permanencia de la población indígena en el sistema educativo. Demuestra que, con voluntad y cooperación internacional, podemos superar obstáculos y crear oportunidades para todos, sin importar dónde vivamos.
La inauguración oficial del albergue fue todo un éxito, con la presencia de autoridades educativas, representantes de la Embajada de Japón, padres de familia y, por supuesto, los felices estudiantes. Todos expresaron su agradecimiento y emoción por esta gran oportunidad que se les presenta. De verdad, verlos tan contentos te llena el corazón, diay.
Ahora, me pregunto… ¿qué otras soluciones creativas podríamos implementar para facilitar el acceso a la educación a jóvenes que viven en zonas rurales remotas de Costa Rica? ¿Será posible replicar este modelo exitoso en otros liceos y comunidades indígenas del país?