¡Ay, Dios mío! Este país da para tantas cosas... Resulta que ahora tenemos un buen lío en el Hospital México, donde parece que alguien anduvo jugando con el fentanilo y otros psicotrópicos. La Fiscalía del Colegio de Farmacéuticos ya está investigando unas inconsistencias raras en los inventarios, y el OIJ hasta abrió una investigación de oficio. ¡Esto huele a gallina podrida, má!
Todo empezó porque Federico Jiménez, el jefe de farmacia del Hospital México – un pana que seguro está sudando frío ahorita mismo – presentó una denuncia al Colegio de Farmacéuticos, al Ministerio de Salud y a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). En la denuncia, que CR Hoy consiguió copiar, Jiménez explica que hay problemas graves con los inventarios de fentanilo, morfina, ketamina y diazepam. Parece que algo anda muy torcido ahí, diay.
Según Jiménez, el sistema de farmacia no registra algunas existencias de morfina, aunque físicamente sí están allí. ¡Imagínate eso! Además, hubo cargues triplicadas de estos medicamentos controlados. Lo más loco es esto: el hospital pidió 10.500 ampollas de fentanilo y en el sistema aparecieron 31.500. ¡Una diferencia tremenda, pura torta! El almacén de la CCSS entregó solo lo que pidieron, dejando así una inconsistencia bien grande entre lo que dice el sistema y lo que realmente había.
Y ni hablar de la ketamina y el metilfenidato, otro estimulante del sistema nervioso central. Ahí también hubo cargues dobles y entregas sin registros previos en el sistema. Jiménez dice que toda esta movida comenzó con la implementación del nuevo sistema ERP-SAP. ¡Eso siempre da problemas, eh! Ya la gente estaba esperando que algo así pasara con esos sistemas nuevos.
La situación es tan seria que Jiménez advierte que viola la normativa vigente, que exige un control estricto y constante de los psicotrópicos y estupefacientes. No solo se pone en riesgo la trazabilidad de los medicamentos, sino que también podría haber consecuencias legales importantes, tanto para la salud pública como para la seguridad del hospital y el país. ¡Nos vamos a ver envueltos en un brete internacional, si esto sigue así!
El director del OIJ, Rándall Zúñiga, confirmó que abrieron una investigación de oficio debido a la noticia sobre el “faltante” de 21.000 dosis de fentanilo. Aunque no hubo una denuncia formal, la publicación en CR Hoy les dio el motivo para actuar. Según él, “visto como noticia criminis”, van a investigar a fondo. ¡Espero que saquen los hilos negros y le echen luz a todo esto, mae!
Ahora, con esta alerta sanitaria disparada por el Ministerio de Salud, la presión es máxima. Hay que revisar los procesos, verificar los inventarios y, sobre todo, castigar a los responsables si los hay. Esta situación nos recuerda que la seguridad de los medicamentos es primordial, especialmente cuando hablamos de sustancias controladas como el fentanilo. ¡Qué pena que tengamos que estar hablando de esto en lugar de otras cosas más agradables!
Este caso nos plantea preguntas importantes: ¿Cómo pudimos llegar a esta situación? ¿Estamos confiando demasiado en los sistemas informáticos sin supervisión humana adecuada? Y lo más importante, ¿qué medidas debemos tomar para evitar que esto vuelva a suceder y proteger la salud de la población? ¿Ustedes creen que este problema es más profundo de lo que aparenta o simplemente se trata de un error administrativo que se puede corregir fácilmente?
Todo empezó porque Federico Jiménez, el jefe de farmacia del Hospital México – un pana que seguro está sudando frío ahorita mismo – presentó una denuncia al Colegio de Farmacéuticos, al Ministerio de Salud y a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). En la denuncia, que CR Hoy consiguió copiar, Jiménez explica que hay problemas graves con los inventarios de fentanilo, morfina, ketamina y diazepam. Parece que algo anda muy torcido ahí, diay.
Según Jiménez, el sistema de farmacia no registra algunas existencias de morfina, aunque físicamente sí están allí. ¡Imagínate eso! Además, hubo cargues triplicadas de estos medicamentos controlados. Lo más loco es esto: el hospital pidió 10.500 ampollas de fentanilo y en el sistema aparecieron 31.500. ¡Una diferencia tremenda, pura torta! El almacén de la CCSS entregó solo lo que pidieron, dejando así una inconsistencia bien grande entre lo que dice el sistema y lo que realmente había.
Y ni hablar de la ketamina y el metilfenidato, otro estimulante del sistema nervioso central. Ahí también hubo cargues dobles y entregas sin registros previos en el sistema. Jiménez dice que toda esta movida comenzó con la implementación del nuevo sistema ERP-SAP. ¡Eso siempre da problemas, eh! Ya la gente estaba esperando que algo así pasara con esos sistemas nuevos.
La situación es tan seria que Jiménez advierte que viola la normativa vigente, que exige un control estricto y constante de los psicotrópicos y estupefacientes. No solo se pone en riesgo la trazabilidad de los medicamentos, sino que también podría haber consecuencias legales importantes, tanto para la salud pública como para la seguridad del hospital y el país. ¡Nos vamos a ver envueltos en un brete internacional, si esto sigue así!
El director del OIJ, Rándall Zúñiga, confirmó que abrieron una investigación de oficio debido a la noticia sobre el “faltante” de 21.000 dosis de fentanilo. Aunque no hubo una denuncia formal, la publicación en CR Hoy les dio el motivo para actuar. Según él, “visto como noticia criminis”, van a investigar a fondo. ¡Espero que saquen los hilos negros y le echen luz a todo esto, mae!
Ahora, con esta alerta sanitaria disparada por el Ministerio de Salud, la presión es máxima. Hay que revisar los procesos, verificar los inventarios y, sobre todo, castigar a los responsables si los hay. Esta situación nos recuerda que la seguridad de los medicamentos es primordial, especialmente cuando hablamos de sustancias controladas como el fentanilo. ¡Qué pena que tengamos que estar hablando de esto en lugar de otras cosas más agradables!
Este caso nos plantea preguntas importantes: ¿Cómo pudimos llegar a esta situación? ¿Estamos confiando demasiado en los sistemas informáticos sin supervisión humana adecuada? Y lo más importante, ¿qué medidas debemos tomar para evitar que esto vuelva a suceder y proteger la salud de la población? ¿Ustedes creen que este problema es más profundo de lo que aparenta o simplemente se trata de un error administrativo que se puede corregir fácilmente?
