¡Ay, Dios mío! Resulta que Mauricio Hoyos, el biólogo marino xilonitz, no aprende la lección, ¿verdad? Después de tanta aventura con los tiburones, vuelve a meterse en problemas en las aguas de la Isla del Coco. Esta vez, recibió una mordidona que lo dejó internado en la Clínica Bíblica, aunque afortunadamente, dicen que anda fuera de peligro. ¡Pero qué manera de buscarse brete!
Como bien saben, el señor Hoyos lleva décadas dedicado al estudio de estos depredadores marinos. Desde 1998, se ha metido de lleno en este rollo, acumulando experiencias… y también algunas heridas, ¡digamos! Según nos cuentan, ya tenía una cicatriz de otro incidente, allá por 2018, cuando le faltó un pedacito de dedo mientras sacaba un tiburón de una jaula. ¡Imagínate el susto! Además, dice tener la mordedura de un tiburón galápago, producto de intentar marcar a esos bichos y ellos ponerse a la defensiva.
Este último incidente, como explican los expertos, no fue culpa de nadie en particular. Parece que el tiburón simplemente reaccionó al ser marcado. Jorge Serendero, director de For the Oceans, nos comentó que es algo común, parecido a cuando le aplicas una vacuna a un perro: hasta el más tranquilo puede darle un mordisco si se siente amenazado. ¡Es pura instinto, diay!
Según testigos presenciales, Mauricio salió él solito del agua, nadó como veinte metros hasta el bote y ahí se encontró con los guardaparques y los bomberos de la isla, listos para atenderle. ¡Menudo cuadro! Que te ataca un tiburón y todavía tienes que remar para salir del agua... ¡Eso es valor, mael!
Ahora mismo, el biólogo está recuperándose en la Clínica Bíblica. Dicen que va mejorando día a día, aunque todavía con el susto a cuestas. Esperemos que se recupere pronto y vuelva a echarle ganas a su trabajo, porque aunque sea medio loco, ¡hace un trabajo importante estudiando a estas criaturas marinas!
Muchos recuerdan las primeras investigaciones de Hoyos y cómo logró acercarse a estas especies tan temidas. Su labor ha sido crucial para entender el comportamiento de los tiburones y promover su conservación. No podemos negar que es un mae comprometido con la protección del océano, a pesar de sufrir algunos percances en el camino.
Esta situación nos pone a reflexionar sobre los riesgos que implica trabajar de cerca con la fauna marina salvaje. Aunque los científicos toman precauciones, siempre existe la posibilidad de imprevistos, como este ataque. Se necesita mucha valentía y preparación para dedicarse a esta profesión, donde el respeto por la naturaleza debe ir de la mano con la conciencia de los peligros potenciales.
Si tú fueras el encargado de investigar y proteger a estas especies marinas, ¿crees que vale la pena arriesgarse a enfrentar situaciones peligrosas como las que vive Mauricio Hoyos, o deberíamos enfocarnos en métodos de investigación menos invasivos?
Como bien saben, el señor Hoyos lleva décadas dedicado al estudio de estos depredadores marinos. Desde 1998, se ha metido de lleno en este rollo, acumulando experiencias… y también algunas heridas, ¡digamos! Según nos cuentan, ya tenía una cicatriz de otro incidente, allá por 2018, cuando le faltó un pedacito de dedo mientras sacaba un tiburón de una jaula. ¡Imagínate el susto! Además, dice tener la mordedura de un tiburón galápago, producto de intentar marcar a esos bichos y ellos ponerse a la defensiva.
Este último incidente, como explican los expertos, no fue culpa de nadie en particular. Parece que el tiburón simplemente reaccionó al ser marcado. Jorge Serendero, director de For the Oceans, nos comentó que es algo común, parecido a cuando le aplicas una vacuna a un perro: hasta el más tranquilo puede darle un mordisco si se siente amenazado. ¡Es pura instinto, diay!
Según testigos presenciales, Mauricio salió él solito del agua, nadó como veinte metros hasta el bote y ahí se encontró con los guardaparques y los bomberos de la isla, listos para atenderle. ¡Menudo cuadro! Que te ataca un tiburón y todavía tienes que remar para salir del agua... ¡Eso es valor, mael!
Ahora mismo, el biólogo está recuperándose en la Clínica Bíblica. Dicen que va mejorando día a día, aunque todavía con el susto a cuestas. Esperemos que se recupere pronto y vuelva a echarle ganas a su trabajo, porque aunque sea medio loco, ¡hace un trabajo importante estudiando a estas criaturas marinas!
Muchos recuerdan las primeras investigaciones de Hoyos y cómo logró acercarse a estas especies tan temidas. Su labor ha sido crucial para entender el comportamiento de los tiburones y promover su conservación. No podemos negar que es un mae comprometido con la protección del océano, a pesar de sufrir algunos percances en el camino.
Esta situación nos pone a reflexionar sobre los riesgos que implica trabajar de cerca con la fauna marina salvaje. Aunque los científicos toman precauciones, siempre existe la posibilidad de imprevistos, como este ataque. Se necesita mucha valentía y preparación para dedicarse a esta profesión, donde el respeto por la naturaleza debe ir de la mano con la conciencia de los peligros potenciales.
Si tú fueras el encargado de investigar y proteger a estas especies marinas, ¿crees que vale la pena arriesgarse a enfrentar situaciones peligrosas como las que vive Mauricio Hoyos, o deberíamos enfocarnos en métodos de investigación menos invasivos?
