¡Ay, Dios mío! Quién iba a decir que el San Carlos, ese equipo que nos hacía soñar con Libertadores, estaría dando tumbos así en el sótano del torneo. Después de que Walter Centeno llegara como el salvador, parece que agarró más pila la bronca que la alegría, ¡qué despiche!
Recordemos que cuando Centeno asumió, llegó con una inyección de esperanza, ganándole a Guadalupe de visitantes. Todos pensamos 'este mae sí sabe', pero luego... bueno, ahí estamos viendo, raspando coco para entender qué pasó con ese buen arranque.
Ahora mismo, el San Carlos suma más pena que puntos. Cuatro derrotas seguidas, un porcentaje de efectividad ridículo – ¡solo un 20%! A este ritmo, vamos camino a emparejar bananas con los equipos de segunda división, pura sal. Si seguimos así, tendremos que empezar a buscar quién nos presta unas alpargatas para caminar por el barro.
Lo peor es que no ven la pelota. Tres goles a favor en cinco partidos, ¡tres! Y encima, han recibido una catarata de goles en contra: diez. Diez, chunches que les han entrado por todos lados. Parece que la defensa tiene más agujeros que queso pecuario, y el ataque, pues ni hablar, anda buscando la bola perdida como perro callejero.
“Vamos a seguir mejorando, dependemos de los jugadores; ellos son la materia prima…” dijo Centeno después del último arrastrón contra el Sporting. Pero ay, maestro, si la materia prima estuviera buena, ya tendríamos pan comido. A estas alturas, parece que los jugadores están jugando con otra antena, desconectados del partido y del planteamiento técnico.
Lo único bueno es que tendrán un respiro. Con la suspensión del campeonato para apoyar a la selección nacional, tienen tiempo para darse un chapuzón, reflexionar sobre sus errores y, con suerte, salir de esta espiral negativa. Necesitan una limpieza de mentes, un cambio radical de actitud, porque esto pinta feo, muy feo. Se van al traste si no hacen algo drástico.
Muchos dicen que el problema es táctico, otros que es mental, incluso hay quien apunta a problemas internos en el vestuario. Lo cierto es que todo parece estar mezclado en un brete tremendo. Ya no basta con decir que se van a esforzar; necesitan resultados, y pronto. Porque aunque la afición sea fiel, la paciencia tiene un límite y ya empezamos a escuchar quejas en los mercados.
¿Será posible que el San Carlos recupere el terreno perdido? ¿Aguantará Walter Centeno la presión o será reemplazado antes de lo esperado? Y lo más importante, ¿lograrán los jugadores encontrar la chispa que los saque de este pozo profundo o estaremos condenados a verlos peleando por no descender? ¡Compas, díganme qué piensan ustedes! ¿Cuál creen que es la solución para rescatar al San Carlos?
Recordemos que cuando Centeno asumió, llegó con una inyección de esperanza, ganándole a Guadalupe de visitantes. Todos pensamos 'este mae sí sabe', pero luego... bueno, ahí estamos viendo, raspando coco para entender qué pasó con ese buen arranque.
Ahora mismo, el San Carlos suma más pena que puntos. Cuatro derrotas seguidas, un porcentaje de efectividad ridículo – ¡solo un 20%! A este ritmo, vamos camino a emparejar bananas con los equipos de segunda división, pura sal. Si seguimos así, tendremos que empezar a buscar quién nos presta unas alpargatas para caminar por el barro.
Lo peor es que no ven la pelota. Tres goles a favor en cinco partidos, ¡tres! Y encima, han recibido una catarata de goles en contra: diez. Diez, chunches que les han entrado por todos lados. Parece que la defensa tiene más agujeros que queso pecuario, y el ataque, pues ni hablar, anda buscando la bola perdida como perro callejero.
“Vamos a seguir mejorando, dependemos de los jugadores; ellos son la materia prima…” dijo Centeno después del último arrastrón contra el Sporting. Pero ay, maestro, si la materia prima estuviera buena, ya tendríamos pan comido. A estas alturas, parece que los jugadores están jugando con otra antena, desconectados del partido y del planteamiento técnico.
Lo único bueno es que tendrán un respiro. Con la suspensión del campeonato para apoyar a la selección nacional, tienen tiempo para darse un chapuzón, reflexionar sobre sus errores y, con suerte, salir de esta espiral negativa. Necesitan una limpieza de mentes, un cambio radical de actitud, porque esto pinta feo, muy feo. Se van al traste si no hacen algo drástico.
Muchos dicen que el problema es táctico, otros que es mental, incluso hay quien apunta a problemas internos en el vestuario. Lo cierto es que todo parece estar mezclado en un brete tremendo. Ya no basta con decir que se van a esforzar; necesitan resultados, y pronto. Porque aunque la afición sea fiel, la paciencia tiene un límite y ya empezamos a escuchar quejas en los mercados.
¿Será posible que el San Carlos recupere el terreno perdido? ¿Aguantará Walter Centeno la presión o será reemplazado antes de lo esperado? Y lo más importante, ¿lograrán los jugadores encontrar la chispa que los saque de este pozo profundo o estaremos condenados a verlos peleando por no descender? ¡Compas, díganme qué piensan ustedes! ¿Cuál creen que es la solución para rescatar al San Carlos?