¡Ay, Dios mío! La cosa está feísima en nuestro país, mi gente. Un total de catorce personas le dieron parejo al ladrón intentando defenderse, según el OIJ. Catorce vidas, ¡qué torta! En pleno 2025 y seguimos viendo estas noticias tan tristes. Parece mentira que la violencia siga así, buscando a quién agarrarle.
Los datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) revelan que esta cifra es preocupantemente similar a la del año pasado, donde doce personas perdieron la vida en circunstancias parecidas. Se defiende el chunche y termina yéndose al otro mundo. Ese brete nos toca vivir, parece... ¿Será que estamos atrapados en un ciclo que no podemos romper?
Según los expertos, este fenómeno reflejaría directamente el miedo que siente la población ante la creciente ola de delitos. Ya nadie se siente seguro ni en su casa, ni caminando por la calle. La percepción de inseguridad ha golpeado duro y muchos, desesperados, prefieren arriesgarlo todo a defenderse. Pero, ¿realmente vale la pena?
El criminólogo Jorge Ulloa, sin rodeos, nos pone la verdura: muchos ciudadanos, creyendo que son Rambo, se arman pensando que van a solucionar todo con un disparo. ¡Error garrafal! Una persona sin entrenamiento, con un arma en mano, es una bomba de tiempo esperando estallar. No vaya a ser que te mates tú mismo defendiéndote de alguien más preparado.
Rodrigo Campos, coordinador de la Escuela de Ciencias Criminológicas de la UNED, nos da un consejo clave: “Lo más valioso que tenemos es la vida. Defender un celular o unas gafas no justifica ponerla en riesgo. Si te atacan, corre, escapa, haz lo que sea para salvarte. Después ya vemos qué hacemos con el diablo”. Un consejo que debería grabárnoslo todos en la frente, diay.
Bryan Sandí, experto en seguridad, apunta a lo mismo: los asaltos y robos de vehículos son los escenarios más comunes donde se desencadenan estas tragedias. La reacción instintiva de la víctima es querer defenderse, pero ese instinto puede ser fatal. Necesitamos urgentemente una campaña masiva de concientización sobre cómo actuar ante un ataque, cómo identificar situaciones de riesgo y, sobre todo, cómo evitar los confrontamientos. Que paren de hacerse los valientes, pura sal!
Ulloa insiste en la importancia de adoptar una actitud vigilante, pero sin caer en el pánico. “Desarrolla una mentalidad de precaución, no de temor. Observa tu entorno, actúa con inteligencia y, ante cualquier amenaza, huye. No juegues de héroe, porque ese es el camino más rápido al cementerio.” Y Sandí agrega: “Mucha gente desconoce cuáles son los pasos correctos ante un robo. Falta información, y mientras no haya orientación clara, el instinto de defenderse seguirá siendo la norma, con resultados devastadores”.
Ahora me pregunto, mi gente… ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para sentirnos seguros? ¿Deberíamos exigir mayor presencia policial en nuestras comunidades, invertir en programas de prevención del delito o simplemente resignarnos a vivir con este miedo constante? Cuéntame qué piensas tú sobre esto, ¿crees que la solución está en nuestras manos o hay algo más grande que debemos enfrentar?
Los datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) revelan que esta cifra es preocupantemente similar a la del año pasado, donde doce personas perdieron la vida en circunstancias parecidas. Se defiende el chunche y termina yéndose al otro mundo. Ese brete nos toca vivir, parece... ¿Será que estamos atrapados en un ciclo que no podemos romper?
Según los expertos, este fenómeno reflejaría directamente el miedo que siente la población ante la creciente ola de delitos. Ya nadie se siente seguro ni en su casa, ni caminando por la calle. La percepción de inseguridad ha golpeado duro y muchos, desesperados, prefieren arriesgarlo todo a defenderse. Pero, ¿realmente vale la pena?
El criminólogo Jorge Ulloa, sin rodeos, nos pone la verdura: muchos ciudadanos, creyendo que son Rambo, se arman pensando que van a solucionar todo con un disparo. ¡Error garrafal! Una persona sin entrenamiento, con un arma en mano, es una bomba de tiempo esperando estallar. No vaya a ser que te mates tú mismo defendiéndote de alguien más preparado.
Rodrigo Campos, coordinador de la Escuela de Ciencias Criminológicas de la UNED, nos da un consejo clave: “Lo más valioso que tenemos es la vida. Defender un celular o unas gafas no justifica ponerla en riesgo. Si te atacan, corre, escapa, haz lo que sea para salvarte. Después ya vemos qué hacemos con el diablo”. Un consejo que debería grabárnoslo todos en la frente, diay.
Bryan Sandí, experto en seguridad, apunta a lo mismo: los asaltos y robos de vehículos son los escenarios más comunes donde se desencadenan estas tragedias. La reacción instintiva de la víctima es querer defenderse, pero ese instinto puede ser fatal. Necesitamos urgentemente una campaña masiva de concientización sobre cómo actuar ante un ataque, cómo identificar situaciones de riesgo y, sobre todo, cómo evitar los confrontamientos. Que paren de hacerse los valientes, pura sal!
Ulloa insiste en la importancia de adoptar una actitud vigilante, pero sin caer en el pánico. “Desarrolla una mentalidad de precaución, no de temor. Observa tu entorno, actúa con inteligencia y, ante cualquier amenaza, huye. No juegues de héroe, porque ese es el camino más rápido al cementerio.” Y Sandí agrega: “Mucha gente desconoce cuáles son los pasos correctos ante un robo. Falta información, y mientras no haya orientación clara, el instinto de defenderse seguirá siendo la norma, con resultados devastadores”.
Ahora me pregunto, mi gente… ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para sentirnos seguros? ¿Deberíamos exigir mayor presencia policial en nuestras comunidades, invertir en programas de prevención del delito o simplemente resignarnos a vivir con este miedo constante? Cuéntame qué piensas tú sobre esto, ¿crees que la solución está en nuestras manos o hay algo más grande que debemos enfrentar?