¡Ay, Dios mío! Otra vez el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría (AIJS) se ha puesto de cabeza. Esta vez, un fallo eléctrico masivo dejó varados a más de cuatro mil pasajeros y causó un tremendo relajo con 137 vuelos retrasados o cancelados. ¡Qué torta! Parece que esto ya se convirtió en una rutina más aburrida que el partido de la selección en repechaje.
La bronca viene de atrás, mae. Desde hace meses, Diario Extra ha venido sacudiendo el avispero con reportes sobre la precaria situación del aeropuerto. Recordemos aquel fiasco de abril pasado, cuando tuvimos que suspender operaciones por falta de personal en la torre de control, gracias a la incapacidad de un controlador. ¡Y ni hablar de la rata muerta que apareció en la torre hace poco! Parecía una escena de película de terror, diay… Las alarmas estaban prendidas, pero parece que nadie las escuchó bien.
Ahora, resulta que los sistemas de radar y comunicaciones decidieron echarse unas vacaciones inesperadas, dejando a los viajeros colgados y a las aerolíneas mordiéndose las uñas. Según Luis Diego Saborío, subdirector de Aviación Civil, luego de solucionar el problema eléctrico, el ministro Efraím Zeledón mandó a investigar qué pasó. Pero bueno, ¿para qué tanto estudio si la vara ya está echada? Esto huele a chamaco raspao, y a soluciones a medias, como siempre.
Lo peor de todo es que, aparentemente, los controladores profesionales llevaban tiempo advirtiendo a las autoridades sobre estos problemas. Sí, señores, desde junio de este año les dijeron que las fallas eran recurrentes y podían llevar a un “apagón total” como el que vivimos este jueves. ¡Qué sal! Parece que nuestros representantes andan más preocupados por las encuestas que por garantizar la seguridad de los vuelos.
Shirley Calvo, directora de Canatur, tampoco se quedó callada. Bien que le pegó al clavo, diciendo que este tipo de incidentes dañan la imagen de Costa Rica como un destino turístico confiable. Totalmente cierto, mae. ¿Quién quiere venir a visitar un país donde el aeropuerto se cae a pedazos? Ya estamos perdiendo turismo a manos de otros destinos más organizados y eficientes. ¡Qué carga!
Y los pasajeros, ¿cómo amanecieron? Bueno, algunos con resignación, otros buscando respuestas. Rubén Salgado, volando a México, recibió una alerta a último momento y tuvo que reagendar su vuelo. Rafael Arias, con destino también a México, lamentó perder un día de hospedaje por el retraso. Marcela Trujillo, que iba a Suiza, tuvo que contactar a su agencia de viajes para reacomodar sus planes. ¡Un verdadero brete para todos!
En medio del caos, el Ministro de Turismo intentaba ponerle paños fríos al asunto, asegurando que fue una “situación fortuita” que no volverá a ocurrir. Pero sinceramente, con este historial, suena a canción aprendida. Y Shirley Calvo insistió, pidiendo que se tomen medidas de contingencia urgentes para evitar que esto se repita. ¡Ya van varias solicitudes! Necesitamos acciones concretas, no más discursos vacíos.
La verdad es que esto da mucho que pensar, ¿verdad? Con tantos problemas acumulados y tantas alertas ignoradas, ¿cuánto tiempo más aguantaremos estas humillaciones? ¿Será que necesitamos una auditoría completa del AIJS, con gente honesta e independiente, para desenmascarar toda la corrupción y la negligencia? Díganos qué opina usted: ¿Cree que el gobierno tomará cartas en el asunto o seguiremos siendo el patio trasero de la aviación latinoamericana?
La bronca viene de atrás, mae. Desde hace meses, Diario Extra ha venido sacudiendo el avispero con reportes sobre la precaria situación del aeropuerto. Recordemos aquel fiasco de abril pasado, cuando tuvimos que suspender operaciones por falta de personal en la torre de control, gracias a la incapacidad de un controlador. ¡Y ni hablar de la rata muerta que apareció en la torre hace poco! Parecía una escena de película de terror, diay… Las alarmas estaban prendidas, pero parece que nadie las escuchó bien.
Ahora, resulta que los sistemas de radar y comunicaciones decidieron echarse unas vacaciones inesperadas, dejando a los viajeros colgados y a las aerolíneas mordiéndose las uñas. Según Luis Diego Saborío, subdirector de Aviación Civil, luego de solucionar el problema eléctrico, el ministro Efraím Zeledón mandó a investigar qué pasó. Pero bueno, ¿para qué tanto estudio si la vara ya está echada? Esto huele a chamaco raspao, y a soluciones a medias, como siempre.
Lo peor de todo es que, aparentemente, los controladores profesionales llevaban tiempo advirtiendo a las autoridades sobre estos problemas. Sí, señores, desde junio de este año les dijeron que las fallas eran recurrentes y podían llevar a un “apagón total” como el que vivimos este jueves. ¡Qué sal! Parece que nuestros representantes andan más preocupados por las encuestas que por garantizar la seguridad de los vuelos.
Shirley Calvo, directora de Canatur, tampoco se quedó callada. Bien que le pegó al clavo, diciendo que este tipo de incidentes dañan la imagen de Costa Rica como un destino turístico confiable. Totalmente cierto, mae. ¿Quién quiere venir a visitar un país donde el aeropuerto se cae a pedazos? Ya estamos perdiendo turismo a manos de otros destinos más organizados y eficientes. ¡Qué carga!
Y los pasajeros, ¿cómo amanecieron? Bueno, algunos con resignación, otros buscando respuestas. Rubén Salgado, volando a México, recibió una alerta a último momento y tuvo que reagendar su vuelo. Rafael Arias, con destino también a México, lamentó perder un día de hospedaje por el retraso. Marcela Trujillo, que iba a Suiza, tuvo que contactar a su agencia de viajes para reacomodar sus planes. ¡Un verdadero brete para todos!
En medio del caos, el Ministro de Turismo intentaba ponerle paños fríos al asunto, asegurando que fue una “situación fortuita” que no volverá a ocurrir. Pero sinceramente, con este historial, suena a canción aprendida. Y Shirley Calvo insistió, pidiendo que se tomen medidas de contingencia urgentes para evitar que esto se repita. ¡Ya van varias solicitudes! Necesitamos acciones concretas, no más discursos vacíos.
La verdad es que esto da mucho que pensar, ¿verdad? Con tantos problemas acumulados y tantas alertas ignoradas, ¿cuánto tiempo más aguantaremos estas humillaciones? ¿Será que necesitamos una auditoría completa del AIJS, con gente honesta e independiente, para desenmascarar toda la corrupción y la negligencia? Díganos qué opina usted: ¿Cree que el gobierno tomará cartas en el asunto o seguiremos siendo el patio trasero de la aviación latinoamericana?
