¡Ay, Dios mío! Las lluvias no dan tregua en nuestro país y esta vez, la zona sureña de Puntarenas está pagando el pato. La CNE confirmó que medio centenar de familias tuvieron que dejar sus casas a toda prisa, buscando refugio en la escuela de Riojalandia, en Fray Casiano. Imagínate la bronca, gente perdiendo sus pertenencias, niños asustados… ¡Qué torta!
Según datos oficiales, este viernes fueron nada menos que 294 los incidentes reportados debido a inundaciones en todo el territorio nacional. Ríos crecidos, calles convertidas en lodazales... parece que estamos viviendo una película de terror, ¿no creen? Lo peor es que la CNE advierte que la cosa podría empeorar aún más si no paran las lluvias. ¡Y los pronósticos no son nada alentadores!
La Comisión Nacional de Emergencias ha habilitado varios albergues para atender a la población afectada. En Paquera, por ejemplo, han abierto las puertas de la iglesia católica para acoger a unos adultos mayores, quienes necesitan atención especial. Una medida preventiva, dicen, pero igual preocupa ver cómo la gente está pasando por esto.
Lo que más me da qué pensar es cómo estamos tratando el tema del cambio climático. Todos hablamos de ello, pero ¿qué acciones reales estamos tomando para mitigar estos efectos? Porque así vamos, cualquier aguacero se convierte en una catástrofe. Ya deberíamos estar pensando en soluciones a largo plazo, no solo en taparle el agua al problema cuando ya nos viene encima.
Además, hay que reconocer que la infraestructura en muchas zonas costeras está bastante rezagada. Drenajes insuficientes, sistemas de alcantarillado colapsados… Todo eso contribuye a que las inundaciones sean aún más severas. Se necesita inversión seria en obras públicas, y rápido, porque la paciencia de la gente se está agotando.
Pero no todo es negativo, mae. Me dio gusto ver el apoyo solidario de los vecinos. Gente ofreciendo comida, ropa, cobijo… Eso demuestra que, a pesar de todo, seguimos siendo un pueblo corazón grande. Y también me alegró saber que los equipos de rescate están trabajando día y noche para ayudar a los afectados. ¡Eso sí es actitud!
Ahora bien, analizando la situación desde otro punto de vista, esta crisis nos obliga a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza. Le hemos hecho pagarle caro al planeta, contaminando, deforestando, explotando recursos sin control… Y ahora cosechamos lo que sembramos. Hay que cambiar nuestros hábitos, aprender a convivir en armonía con el entorno, antes de que sea demasiado tarde.
En fin, la situación es complicada, pero no desesperemos. Sigamos informándonos, apoyándonos mutuamente y exigiendo a las autoridades tomar medidas urgentes. ¿Ustedes qué opinan? ¿Creen que el gobierno está haciendo lo suficiente para enfrentar estos fenómenos climáticos extremos y proteger a la población vulnerable?
Según datos oficiales, este viernes fueron nada menos que 294 los incidentes reportados debido a inundaciones en todo el territorio nacional. Ríos crecidos, calles convertidas en lodazales... parece que estamos viviendo una película de terror, ¿no creen? Lo peor es que la CNE advierte que la cosa podría empeorar aún más si no paran las lluvias. ¡Y los pronósticos no son nada alentadores!
La Comisión Nacional de Emergencias ha habilitado varios albergues para atender a la población afectada. En Paquera, por ejemplo, han abierto las puertas de la iglesia católica para acoger a unos adultos mayores, quienes necesitan atención especial. Una medida preventiva, dicen, pero igual preocupa ver cómo la gente está pasando por esto.
Lo que más me da qué pensar es cómo estamos tratando el tema del cambio climático. Todos hablamos de ello, pero ¿qué acciones reales estamos tomando para mitigar estos efectos? Porque así vamos, cualquier aguacero se convierte en una catástrofe. Ya deberíamos estar pensando en soluciones a largo plazo, no solo en taparle el agua al problema cuando ya nos viene encima.
Además, hay que reconocer que la infraestructura en muchas zonas costeras está bastante rezagada. Drenajes insuficientes, sistemas de alcantarillado colapsados… Todo eso contribuye a que las inundaciones sean aún más severas. Se necesita inversión seria en obras públicas, y rápido, porque la paciencia de la gente se está agotando.
Pero no todo es negativo, mae. Me dio gusto ver el apoyo solidario de los vecinos. Gente ofreciendo comida, ropa, cobijo… Eso demuestra que, a pesar de todo, seguimos siendo un pueblo corazón grande. Y también me alegró saber que los equipos de rescate están trabajando día y noche para ayudar a los afectados. ¡Eso sí es actitud!
Ahora bien, analizando la situación desde otro punto de vista, esta crisis nos obliga a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza. Le hemos hecho pagarle caro al planeta, contaminando, deforestando, explotando recursos sin control… Y ahora cosechamos lo que sembramos. Hay que cambiar nuestros hábitos, aprender a convivir en armonía con el entorno, antes de que sea demasiado tarde.
En fin, la situación es complicada, pero no desesperemos. Sigamos informándonos, apoyándonos mutuamente y exigiendo a las autoridades tomar medidas urgentes. ¿Ustedes qué opinan? ¿Creen que el gobierno está haciendo lo suficiente para enfrentar estos fenómenos climáticos extremos y proteger a la población vulnerable?