La Liga Deportiva Alajuelense tuvo que tragarse otro sapo este viernes en el Estadio José María Figueres Olsen, donde empataron 2-2 contra el Limonense, en un partido que prometía sabor a victoria, pero terminó dejando un gusto amargo en la boca de la afición manuda. Un gol anulado en tiempo extra por un supuesto fuera de juego, revisado minuciosamente por el VAR, encendió aún más los ánimos y reavivó viejas polémicas sobre la justicia futbolística en nuestro país.
Desde temprano, el ambiente en el Morera era eléctrico. Los aficionados rojinegros llegaban con la ilusión renovada de ver a su equipo sumar tres puntos cruciales en la tabla acumulada, especialmente considerando que vienen arrastrando algunos resultados irregulares que han puesto a prueba la paciencia de la directiva y la afición. El planteamiento táctico de Óscar Ramírez parecía sólido, con un mediocampo buscando controlar el ritmo del juego y delanteros ágiles buscando aprovechar cualquier oportunidad para perforar la red limonense.
El primer tanto llegó gracias a un contragolpe letal liderado por Johan Venegas, quien demostró nuevamente su olfato goleador. Sin embargo, la alegría duró poco, pues el Limonense igualó las acciones rápidamente, mostrando que no iban a regalar nada y que estaban dispuestos a pelear cada balón hasta el final. La primera parte terminó con un marcador de 1-1, dejando claro que el encuentro sería un verdadero batallar estratégico y físico.
En la segunda mitad, Alajuelense volvió a tomar la ventaja con un golazo de Bizarrelli desde afuera del área, un misil imparable que dejó sin opciones al portero visitante. El Morera estalló en júbilo, la afición creyó que la victoria estaba asegurada. Pero como suele pasar en el fútbol, justo cuando parecía que todo iba de maravilla, apareció la sombra del VAR para truncar las ilusiones manudas.
Un gol de Anthony Álvarez, marcado en el minuto 92+3, fue anulado por el asistente del VAR argumentando un dudoso fuera de juego. La decisión generó indignación entre jugadores, cuerpo técnico y aficionados, quienes consideraron que la posición de Álvarez era legal y que la anulación atentaba contra el espíritu del juego limpio. Las protestas fueron masivas, pero la insistencia del árbitro central en acatar la recomendación del VAR impidió que Alajuelense pudiera buscar el ganador.
El técnico Óscar Ramírez, visiblemente molesto en la rueda de prensa postpartido, evitó entrar en declaraciones incendiarias para no recibir sanciones deportivas. “Ver al equipo luchar así, cierre el partido como lo hizo, es difícil, diay... Hablan de milímetros, realmente… Si critico, viene la sanción. Nuestra gente va a manejar esto, no es solo hoy, es un arrastre que ya conocemos”, sentenció Ramírez, dejando claro que la frustración era palpable dentro del vestuario. Rememoró también la polémica jugada ante Guadalupe donde tampoco se marcó un penal claro, confirmando que hay una serie de situaciones que van lastimando al equipo.
“Es complejo, es difícil porque yo puedo externar cosas y es bravo, puede haber secuelas difíciles y prefiero que sea la gente de acá quien exprese lo que siente,” continuó Ramírez, dando un guiño a la pasión desbordada de la afición. Ahora, el foco estará puesto en la importante visita a Honduras para enfrentar a Motagua en la Copa Centroamericana, donde deberán remontar la derrota sufrida en casa si quieren clasificar a las semifinales. Necesitan sacarle adelante un resultado positivo, porque venir perdiendo desde la ida complica mucho sus aspiraciones.
Después de este empate agónico y la polémica anulación, queda inevitable preguntarse: ¿Hasta dónde llegará la tolerancia de la afición manuda ante estas decisiones arbitrales cuestionables? ¿Creen que la dirigencia debería presentar una protesta formal ante la federación, arriesgándose a posibles sanciones, o deberían enfocarse únicamente en mejorar el rendimiento deportivo del equipo?
Desde temprano, el ambiente en el Morera era eléctrico. Los aficionados rojinegros llegaban con la ilusión renovada de ver a su equipo sumar tres puntos cruciales en la tabla acumulada, especialmente considerando que vienen arrastrando algunos resultados irregulares que han puesto a prueba la paciencia de la directiva y la afición. El planteamiento táctico de Óscar Ramírez parecía sólido, con un mediocampo buscando controlar el ritmo del juego y delanteros ágiles buscando aprovechar cualquier oportunidad para perforar la red limonense.
El primer tanto llegó gracias a un contragolpe letal liderado por Johan Venegas, quien demostró nuevamente su olfato goleador. Sin embargo, la alegría duró poco, pues el Limonense igualó las acciones rápidamente, mostrando que no iban a regalar nada y que estaban dispuestos a pelear cada balón hasta el final. La primera parte terminó con un marcador de 1-1, dejando claro que el encuentro sería un verdadero batallar estratégico y físico.
En la segunda mitad, Alajuelense volvió a tomar la ventaja con un golazo de Bizarrelli desde afuera del área, un misil imparable que dejó sin opciones al portero visitante. El Morera estalló en júbilo, la afición creyó que la victoria estaba asegurada. Pero como suele pasar en el fútbol, justo cuando parecía que todo iba de maravilla, apareció la sombra del VAR para truncar las ilusiones manudas.
Un gol de Anthony Álvarez, marcado en el minuto 92+3, fue anulado por el asistente del VAR argumentando un dudoso fuera de juego. La decisión generó indignación entre jugadores, cuerpo técnico y aficionados, quienes consideraron que la posición de Álvarez era legal y que la anulación atentaba contra el espíritu del juego limpio. Las protestas fueron masivas, pero la insistencia del árbitro central en acatar la recomendación del VAR impidió que Alajuelense pudiera buscar el ganador.
El técnico Óscar Ramírez, visiblemente molesto en la rueda de prensa postpartido, evitó entrar en declaraciones incendiarias para no recibir sanciones deportivas. “Ver al equipo luchar así, cierre el partido como lo hizo, es difícil, diay... Hablan de milímetros, realmente… Si critico, viene la sanción. Nuestra gente va a manejar esto, no es solo hoy, es un arrastre que ya conocemos”, sentenció Ramírez, dejando claro que la frustración era palpable dentro del vestuario. Rememoró también la polémica jugada ante Guadalupe donde tampoco se marcó un penal claro, confirmando que hay una serie de situaciones que van lastimando al equipo.
“Es complejo, es difícil porque yo puedo externar cosas y es bravo, puede haber secuelas difíciles y prefiero que sea la gente de acá quien exprese lo que siente,” continuó Ramírez, dando un guiño a la pasión desbordada de la afición. Ahora, el foco estará puesto en la importante visita a Honduras para enfrentar a Motagua en la Copa Centroamericana, donde deberán remontar la derrota sufrida en casa si quieren clasificar a las semifinales. Necesitan sacarle adelante un resultado positivo, porque venir perdiendo desde la ida complica mucho sus aspiraciones.
Después de este empate agónico y la polémica anulación, queda inevitable preguntarse: ¿Hasta dónde llegará la tolerancia de la afición manuda ante estas decisiones arbitrales cuestionables? ¿Creen que la dirigencia debería presentar una protesta formal ante la federación, arriesgándose a posibles sanciones, o deberían enfocarse únicamente en mejorar el rendimiento deportivo del equipo?