Hace más de cuatro años, la Municipalidad de San Rafael de Heredia acordó autorizar la construcción de un albergue para perros y gatos. Entonces, no faltó un
ecologista-ambientalista-chancleto que presentó un salacuartazo argumentando que los orines de los animales contaminaban el manto acuífero que se extiende por varios cantones de la provincia.
La Sala Cuarta consideró que no existían estudios científicos de la profundidad que puede alcanzar una miada de perro o gato, para establecer la contaminación. Pero como no existían, ante la duda había que aceptar el principio “in dubio pro natura”, que quiere decir que en caso de duda de daño a la Naturaleza, el juez tiene que aceptar que hay daño y juzgar en consecuencia con ese principio. Es decir, como no se sabía cuan profundo llega una miada de zaguate, había que asumir que llegaba hasta el manto acuífero y por eso, se condenó a los regidores a sufrir un juicio ante el Ministerio Público y toda la historia que de allí en adelante se puedan imaginar, solo por tomar un acuerdo de buenos sentimientos (quien dice que no es bondadoso un albergue para animales).
El punto es que en San Rafael (como todos los cantones colindantes) no tiene sistema de cloaca y han tenido un desarrollo urbanístico desproporcionado. ¿Cómo han resuelto? Pues con tanques sépticos como es de suponer. O sea, todo esos cantones están sembrados de tanques sépticos en donde se hace drenaje en la tierra profunda donde se deposita toda la caquita y los miaditos de los seres humanos que habitan en esas casas. Entonces, para los ecologistas-ambientalistas-chancletos esa caca y esos orines no contaminan (y eso con el volumen que tiene la población en toda la región) pero sí es contaminante un poco de orines que echaban algo menos de cincuenta animales en un refugio.
¿Así o más feo?
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