¡Ay, Dios mío, qué bronca! Otro caso que nos deja con la boca abierta aquí en Costa Rica. Resulta que andamos con esto del doble homicidio en Alajuelita, y la cosa parece que se complica más de lo que pensábamos. El OIJ agarró a un sospechoso en la frontera, pero todavía no tienen certeza de que sea el culpable, diay.
Todo empezó hace unos días con el macabro hallazgo de Don Antonio Badilla, un señor de 80 añitos, y Doña Mauren Molina, de 65, asesinados en su casa de San Antonio de Alajuelita. Unas vecinas escucharon cosas raras y avisaron a las autoridades, así que sacudieron el caso con ganas. Y ahí empezaron los rumores, porque resulta que el tipo que anda como principal sospechoso era precisamente quien les trabajaba como peón en la finca.
Este huevito, de nombre Mairena y originario de Nicaragua, se largó del pueblo justo después del crimen, lo cual ya levantó sospechas. Según cuentan los vecinos, su pareja también trabajaba allá, agregando más tela para cortar a la trama. Pero como decimos acá, 'los cantos los dejan tocar', y esperar a tener pruebas sólidas es lo importante, ¿verdad?
Pues resulta que el mae estaba tratando de salir pa’ Nicaragua por un punto no autorizado, cruzando el río San Juan. ¡Imagínate la torta! La policía de fronteras lo cachó justo a tiempo, antes de que se fuera a las cachas. Lo agarraron en caliente, pero eso no significa que sea culpable, claro está. Ahora, el pobre, está pasando por todos los análisis en Ciencias Forenses, extrayéndole sangre, revisándole la ropa… toda la onda para comparar con lo que encontraron en la escena del crimen.
Michael Soto, el director interino del OIJ, salió a aclarar las jugosas. Dijo que aunque el tipo se comporta bastante sospechoso, no tienen ninguna prueba técnica que lo vincule directamente con el asesinato. ‘Nos faltan hacer algunos análisis de tecnología... vínculos telefónicos y demás’, expresó. Remarcó que la investigación es complicada porque la zona es súper apartada, sin cámaras ni testigos, entonces tienen que depender exclusivamente de los análisis forenses. Una verdadera breva, la cosa.
Lo más curioso es que, aunque los vecinos lo señalaron desde el principio, Soto enfatizó que esos testimonios no valen tanto sin pruebas científicas. 'Los señalamientos de vecinos no constituyen prueba', sentenció. Y vaya que es cierto, aquí en Costa Rica hemos visto muchos casos basados en habladurías que terminaron en nada.
Ahora, el OIJ está haciendo exámenes de ADN, buscando rastros en la escena (sangre, huellas), analizando sus llamadas y entrevistando a sus conocidos. Están echándole ganas para ver si logran ligarlo con el crimen, pero va siendo duro. También están investigando si el motivo podría haber sido robarles algo, porque parece que no hubo signos de violencia física ni de que hayan tenido problemas con nadie. Una pérdida terrible para la comunidad, pues Don Antonio y Doña Mauren eran gente muy querida por todos.
En fin, la investigación sigue en curso y mientras tanto, nos queda un sabor amargo en la boca. Claramente, esta maraña de incertidumbre nos deja pensando: ¿Cómo podemos fortalecer la seguridad en zonas rurales y aisladas como Alajuelita, y qué medidas se pueden implementar para prevenir este tipo de tragedias tan impactantes en nuestras comunidades? ¿Ustedes creen que se debería invertir más en iluminación pública y sistemas de vigilancia en estas áreas remotas?
Todo empezó hace unos días con el macabro hallazgo de Don Antonio Badilla, un señor de 80 añitos, y Doña Mauren Molina, de 65, asesinados en su casa de San Antonio de Alajuelita. Unas vecinas escucharon cosas raras y avisaron a las autoridades, así que sacudieron el caso con ganas. Y ahí empezaron los rumores, porque resulta que el tipo que anda como principal sospechoso era precisamente quien les trabajaba como peón en la finca.
Este huevito, de nombre Mairena y originario de Nicaragua, se largó del pueblo justo después del crimen, lo cual ya levantó sospechas. Según cuentan los vecinos, su pareja también trabajaba allá, agregando más tela para cortar a la trama. Pero como decimos acá, 'los cantos los dejan tocar', y esperar a tener pruebas sólidas es lo importante, ¿verdad?
Pues resulta que el mae estaba tratando de salir pa’ Nicaragua por un punto no autorizado, cruzando el río San Juan. ¡Imagínate la torta! La policía de fronteras lo cachó justo a tiempo, antes de que se fuera a las cachas. Lo agarraron en caliente, pero eso no significa que sea culpable, claro está. Ahora, el pobre, está pasando por todos los análisis en Ciencias Forenses, extrayéndole sangre, revisándole la ropa… toda la onda para comparar con lo que encontraron en la escena del crimen.
Michael Soto, el director interino del OIJ, salió a aclarar las jugosas. Dijo que aunque el tipo se comporta bastante sospechoso, no tienen ninguna prueba técnica que lo vincule directamente con el asesinato. ‘Nos faltan hacer algunos análisis de tecnología... vínculos telefónicos y demás’, expresó. Remarcó que la investigación es complicada porque la zona es súper apartada, sin cámaras ni testigos, entonces tienen que depender exclusivamente de los análisis forenses. Una verdadera breva, la cosa.
Lo más curioso es que, aunque los vecinos lo señalaron desde el principio, Soto enfatizó que esos testimonios no valen tanto sin pruebas científicas. 'Los señalamientos de vecinos no constituyen prueba', sentenció. Y vaya que es cierto, aquí en Costa Rica hemos visto muchos casos basados en habladurías que terminaron en nada.
Ahora, el OIJ está haciendo exámenes de ADN, buscando rastros en la escena (sangre, huellas), analizando sus llamadas y entrevistando a sus conocidos. Están echándole ganas para ver si logran ligarlo con el crimen, pero va siendo duro. También están investigando si el motivo podría haber sido robarles algo, porque parece que no hubo signos de violencia física ni de que hayan tenido problemas con nadie. Una pérdida terrible para la comunidad, pues Don Antonio y Doña Mauren eran gente muy querida por todos.
En fin, la investigación sigue en curso y mientras tanto, nos queda un sabor amargo en la boca. Claramente, esta maraña de incertidumbre nos deja pensando: ¿Cómo podemos fortalecer la seguridad en zonas rurales y aisladas como Alajuelita, y qué medidas se pueden implementar para prevenir este tipo de tragedias tan impactantes en nuestras comunidades? ¿Ustedes creen que se debería invertir más en iluminación pública y sistemas de vigilancia en estas áreas remotas?
