¡Ay, Dios mío! La pura verdá, nos quedamos helaos con la noticia que llegó ayer desde Pocosol de San Carlos. Un nene, apenas unos dos o tres añitos, se fue perdiendo en un pozo… pa’ qué les cuento, ¡qué torta! El corazón se te aprieta pensando en la familia y en cómo van llevando esto.
Como bien saben, Pocosol es un pueblito tranquilo, donde todos se conocen. Esto ha sacudido a toda la comunidad. La emergencia se mandó pasado el mediodía, y ahí empezó el brete. Los vecinos dicen que estaban jugando cerca del pozo, que estaba abandonado, y de repente, ¡bum!, ya se había caído el chiquillo. Imagínense el susto que se llevaron los papás…
Los cuerpos de emergencia, cruz roja y bomberos, llegaron rapidísimo, pero la verdad es que el pozo es hondo, re hondo. Más de veinte metros, dicen los técnicos. Al principio, intentaron bajar un rescatista, pero el mae no pudo tocar el fondo, llegó al agua y eso a unos seis metros, dio aviso que no podía seguir. ¡Qué lata! Lo primero que hicieron fue tratar de vaciar el pozo con una bomba, esperando así facilitar el rescate.
Después de casi una hora de trabajar contra reloj, mandaron un buzo de la Cruz Roja. Ese sí que pudo inspeccionar el lugar y confirmar lo peor. Según el reporte oficial, encontraron al nene sin signos vitales. ¡Qué sal! Uno nunca espera escuchar esas noticias, especialmente cuando se trata de un pibe tan chiquito.
Pa’ que tengan una idea del esfuerzo que hubo detrás, dice que participaron unas 25 personas de la Cruz Roja, todas expertas en rescates en lugares complicados como este. Ocho vehículos, unidades de apoyo avanzado... se movilizó todo el personal disponible. Se nota que le pusieron todo el cariño y la dedicación del mundo, pero lamentablemente no fue suficiente.
Ahora, la gran pregunta es: ¿Cómo es posible que un pozo así quede abierto e inseguro en medio de un pueblo? Hay mucha indignación entre los vecinos, quienes exigen que las autoridades hagan algo para evitar que esta tragedia se repita. Muchos señalan la falta de supervisión y mantenimiento de espacios públicos como el principal problema. ¡Es un llamado urgente!
Esta maraña de situaciones nos hace reflexionar sobre la importancia de la seguridad infantil. Tenemos que estar ojo avizor con nuestros niños, enseñarles a reconocer los peligros y a mantenerse alejados de lugares potencialmente riesgosos. La responsabilidad es de todos: padres, familiares, escuelas, y también las autoridades municipales. No podemos permitir que algo así vuelva a pasar.
Definitivamente, este caso deja un sabor amargo y muchas preguntas. Con la pérdida de este pequeño, y ante la preocupación generalizada por la seguridad en nuestro entorno, me pregunto: ¿Qué medidas concretas crees que deberían tomarse desde ahora mismo para prevenir accidentes similares en nuestras comunidades?
Como bien saben, Pocosol es un pueblito tranquilo, donde todos se conocen. Esto ha sacudido a toda la comunidad. La emergencia se mandó pasado el mediodía, y ahí empezó el brete. Los vecinos dicen que estaban jugando cerca del pozo, que estaba abandonado, y de repente, ¡bum!, ya se había caído el chiquillo. Imagínense el susto que se llevaron los papás…
Los cuerpos de emergencia, cruz roja y bomberos, llegaron rapidísimo, pero la verdad es que el pozo es hondo, re hondo. Más de veinte metros, dicen los técnicos. Al principio, intentaron bajar un rescatista, pero el mae no pudo tocar el fondo, llegó al agua y eso a unos seis metros, dio aviso que no podía seguir. ¡Qué lata! Lo primero que hicieron fue tratar de vaciar el pozo con una bomba, esperando así facilitar el rescate.
Después de casi una hora de trabajar contra reloj, mandaron un buzo de la Cruz Roja. Ese sí que pudo inspeccionar el lugar y confirmar lo peor. Según el reporte oficial, encontraron al nene sin signos vitales. ¡Qué sal! Uno nunca espera escuchar esas noticias, especialmente cuando se trata de un pibe tan chiquito.
Pa’ que tengan una idea del esfuerzo que hubo detrás, dice que participaron unas 25 personas de la Cruz Roja, todas expertas en rescates en lugares complicados como este. Ocho vehículos, unidades de apoyo avanzado... se movilizó todo el personal disponible. Se nota que le pusieron todo el cariño y la dedicación del mundo, pero lamentablemente no fue suficiente.
Ahora, la gran pregunta es: ¿Cómo es posible que un pozo así quede abierto e inseguro en medio de un pueblo? Hay mucha indignación entre los vecinos, quienes exigen que las autoridades hagan algo para evitar que esta tragedia se repita. Muchos señalan la falta de supervisión y mantenimiento de espacios públicos como el principal problema. ¡Es un llamado urgente!
Esta maraña de situaciones nos hace reflexionar sobre la importancia de la seguridad infantil. Tenemos que estar ojo avizor con nuestros niños, enseñarles a reconocer los peligros y a mantenerse alejados de lugares potencialmente riesgosos. La responsabilidad es de todos: padres, familiares, escuelas, y también las autoridades municipales. No podemos permitir que algo así vuelva a pasar.
Definitivamente, este caso deja un sabor amargo y muchas preguntas. Con la pérdida de este pequeño, y ante la preocupación generalizada por la seguridad en nuestro entorno, me pregunto: ¿Qué medidas concretas crees que deberían tomarse desde ahora mismo para prevenir accidentes similares en nuestras comunidades?
