¡Ay, comadre! Esto se puso candela, ¡tremenda bronca! El lunes 22 de septiembre quedó grabado en la historia de Costa Rica, porque por primera vez, los diputados tuvieron que decidir si le quitaban o no el fuero al Presidente Rodrigo Chaves. Un día lleno de tensión, estrategias políticas y un ambiente cargado, digno de un capítulo de telenovela nacional. Como diríamos aquí, ¡qué nivel!
La sesión, programada para las 2:00 p.m., tenía a todos pegados al televisor y a las redes sociales. El Presidente Chaves, fiel a su estilo directo y controversial, decidió no asistir al Congreso, a pesar de tener garantizados 30 minutos para exponer su punto de vista. Dijo que no quería ser parte de lo que calificó como un “show político” y un supuesto “golpe de Estado judicial”. ¡Uy, uy, uy!, esto ya estaba picando alto.
La Constitución Política establece que para levantar la inmunidad de un presidente o cualquier miembro de los Supremos Poderes Judicial y Legislativo, se necesitan 38 votos afirmativos. Una cifra alta, que generó incertidumbre sobre el resultado final. Según las encuestas de opinión pública y las consultas a las fracciones legislativas, parecía que faltaban varios votos para alcanzar ese número mágico. ¡Qué sal!”, pensábamos muchos mientras seguíamos de cerca la jugada.
Después de los informes de mayoría y minoría, se abrió un debate reglado, donde cada fracción tuvo tiempo limitado para expresar sus argumentos. Se escucharon discursos apasionados, acusaciones cruzadas y promesas incumplidas. Los jefes de fracción intentaban negociar y convencer a los diputados indecisos, pero la atmósfera era tensa y polarizada. Parecía que el resultado iba a depender de unos pocos votos clave, ¡una verdadera partida de ajedrez político!
Las cuentas revelaban un panorama complicado. El PLN contaba con al menos 16 votos seguros, aunque dos diputados, incluido el sancarleño José Joaquín Hernández, tenían dudas. El Frente Amplio prometió sus seis votos a favor, y se sumaron las independientes Kattia Cambronero, Johana Obando, Gloria Navas y María Marta Padilla. También estaban comprometidos tres diputados del PUSC, dos del PLP, y algunas otras figuras dispersas. En total, alrededor de 31 ó 32 votos a favor, lejos de los 38 necesarios. Por el lado contrario, contaban con el apoyo de los ocho diputados del oficialismo, seis de Nueva República, y algunos otros que habían expresado públicamente su oposición al levantamiento del fuero.
Mientras tanto, el candidato presidencial del partido Libre nos Habla, Juan Carlos Hidalgo, hacía un llamado a los diputados para que actuaran con “responsabilidad histórica”. Él insistía en que, aunque no les correspondiera juzgar la culpabilidad del Presidente, sí debían considerar las graves implicaciones de la situación para el país. Al parecer, Hidalgo estaba buscando capitalizar políticamente el momento, ¡pero eso ya es otra historia!”. Algunos expertos opinaban que la situación era un reflejo de la profunda crisis política y moral que atraviesa Costa Rica, y que cualquiera fuera el resultado, dejaría secuelas duraderas.
Pero, ¿qué pasaría si los diputados no hubieran logrado los 38 votos para levantarle el fuero al Presidente? Pues, simple y llanito, el caso quedaría “congelado” hasta que Chaves terminara su mandato en mayo de 2026. La investigación continuaría en pausa, esperando a que él perdiera la inmunidad presidencial. Por el contrario, si el fuero hubiera sido levantado, el caso sería remitido a la Sala Penal, donde los magistrados serían quienes determinarían la culpabilidad o inocencia del mandatario. ¡Tremendo lío, diay!
Ahora, mi querido lector, dime tú: ¿Crees que el proceso legislativo fue justo y transparente, o hubo demasiadas influencias externas y maniobras políticas detrás? ¿Y cuál crees que es el mayor riesgo para Costa Rica ahora, independientemente del resultado de la votación? ¡Déjanos tus comentarios y participa en el debate!
La sesión, programada para las 2:00 p.m., tenía a todos pegados al televisor y a las redes sociales. El Presidente Chaves, fiel a su estilo directo y controversial, decidió no asistir al Congreso, a pesar de tener garantizados 30 minutos para exponer su punto de vista. Dijo que no quería ser parte de lo que calificó como un “show político” y un supuesto “golpe de Estado judicial”. ¡Uy, uy, uy!, esto ya estaba picando alto.
La Constitución Política establece que para levantar la inmunidad de un presidente o cualquier miembro de los Supremos Poderes Judicial y Legislativo, se necesitan 38 votos afirmativos. Una cifra alta, que generó incertidumbre sobre el resultado final. Según las encuestas de opinión pública y las consultas a las fracciones legislativas, parecía que faltaban varios votos para alcanzar ese número mágico. ¡Qué sal!”, pensábamos muchos mientras seguíamos de cerca la jugada.
Después de los informes de mayoría y minoría, se abrió un debate reglado, donde cada fracción tuvo tiempo limitado para expresar sus argumentos. Se escucharon discursos apasionados, acusaciones cruzadas y promesas incumplidas. Los jefes de fracción intentaban negociar y convencer a los diputados indecisos, pero la atmósfera era tensa y polarizada. Parecía que el resultado iba a depender de unos pocos votos clave, ¡una verdadera partida de ajedrez político!
Las cuentas revelaban un panorama complicado. El PLN contaba con al menos 16 votos seguros, aunque dos diputados, incluido el sancarleño José Joaquín Hernández, tenían dudas. El Frente Amplio prometió sus seis votos a favor, y se sumaron las independientes Kattia Cambronero, Johana Obando, Gloria Navas y María Marta Padilla. También estaban comprometidos tres diputados del PUSC, dos del PLP, y algunas otras figuras dispersas. En total, alrededor de 31 ó 32 votos a favor, lejos de los 38 necesarios. Por el lado contrario, contaban con el apoyo de los ocho diputados del oficialismo, seis de Nueva República, y algunos otros que habían expresado públicamente su oposición al levantamiento del fuero.
Mientras tanto, el candidato presidencial del partido Libre nos Habla, Juan Carlos Hidalgo, hacía un llamado a los diputados para que actuaran con “responsabilidad histórica”. Él insistía en que, aunque no les correspondiera juzgar la culpabilidad del Presidente, sí debían considerar las graves implicaciones de la situación para el país. Al parecer, Hidalgo estaba buscando capitalizar políticamente el momento, ¡pero eso ya es otra historia!”. Algunos expertos opinaban que la situación era un reflejo de la profunda crisis política y moral que atraviesa Costa Rica, y que cualquiera fuera el resultado, dejaría secuelas duraderas.
Pero, ¿qué pasaría si los diputados no hubieran logrado los 38 votos para levantarle el fuero al Presidente? Pues, simple y llanito, el caso quedaría “congelado” hasta que Chaves terminara su mandato en mayo de 2026. La investigación continuaría en pausa, esperando a que él perdiera la inmunidad presidencial. Por el contrario, si el fuero hubiera sido levantado, el caso sería remitido a la Sala Penal, donde los magistrados serían quienes determinarían la culpabilidad o inocencia del mandatario. ¡Tremendo lío, diay!
Ahora, mi querido lector, dime tú: ¿Crees que el proceso legislativo fue justo y transparente, o hubo demasiadas influencias externas y maniobras políticas detrás? ¿Y cuál crees que es el mayor riesgo para Costa Rica ahora, independientemente del resultado de la votación? ¡Déjanos tus comentarios y participa en el debate!
