¡Aguante la seguridad nacional, pura vida! Resulta que la Dirección General de Armamento (DGA) acaba de mandar destruir un montoncito considerable de municiones: ¡más de un millón! Sí, leyeron bien, un milloncito de balas, proyectiles y demás cositas peligrosas terminaron convertidas en cenizas en hornos especializados. Parece sacado de película, pero es la realidad, y nos da tranquilidad saber que esas cosas ya no andan dando vueltas por ahí.
Este no es el primer despeñadero de armamento que vemos en Costa Rica, claro. Hay que recordar que constantemente se están decomisando armas ilegales y municiones que caen en manos equivocadas. Según la DGA, más de 20 mil de estas municiones que ahora son polvo fueron precisamente rescatadas de la delincuencia organizada. Eso sí que es un respiro, porque en este país, con tanto que hemos tenido que aguantar, tener menos bala circulando siempre es bueno.
Pero la cosa no es solo recuperar lo que nos quieren robar. También hay que deshacerse de lo viejo y obsoleto. Una gran parte de estas municiones eran material que ya estaba hecho polvo, desgastado, cumpliendo con su vida útil. Imaginen, algunas databan desde 1987. ¡Eso es una antigüedad! Ya ni disparan derecho, qué pena. Mejor así, convertirlas en humo antes de que causen algún problema.
Todo este proceso, que parezca fácil pero lleva su tiempo y requiere mucha coordinación, se hizo bajo la lupa del Programa PACAM de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Se siguieron todos los protocolos internacionales, con jueces de la República y la Dirección de la Fuerza Pública dando el visto bueno. No queríamos que nadie diga que hicimos nada a pata, diay.
Y hablando de seguridad, no solo hubo gente especializada en armamento cuidando el brete. El Benemérito Cuerpo de Bomberos también echó una mano, asegurándose de que todo estuviera controlado en caso de alguna emergencia. Además, paramédicos de la Fuerza Pública estaban listos para atender cualquier eventualidad. ¡Pura precaución, señores!
María Eugenia Mata, la directora general de Armamento, salió a declarar que esta acción es una reafirmación del compromiso del país con la seguridad y el cumplimiento de las normas internacionales. Lo dice ella, y es verdad. Costa Rica ha sido siempre un ejemplo en temas de desarme y control de armas, buscando la paz y la tranquilidad de sus ciudadanos. Aunque a veces, con tanta política, a uno le cuesta mantener la fe, eh…
Verdad sea dicha, esta destrucción masiva de municiones nos recuerda que todavía hay mucho trabajo por hacer. La delincuencia sigue innovando y encontrando nuevas formas de conseguir armas. Pero iniciativas como esta demuestran que estamos tomando cartas en el asunto y luchando por un país más seguro. Quizás si dejamos de pelear por tonterías y enfocamos nuestra energía en esto, podríamos ver cambios reales. En fin, cada grano de arena cuenta, chunches.
Ahora me pregunto, compas: ¿creen que estas acciones de desarme son suficientes para combatir la creciente violencia en nuestro país, o necesitamos medidas más contundentes? ¿Cuál sería la vara ideal para lograr una sociedad más segura y justa para todos?
Este no es el primer despeñadero de armamento que vemos en Costa Rica, claro. Hay que recordar que constantemente se están decomisando armas ilegales y municiones que caen en manos equivocadas. Según la DGA, más de 20 mil de estas municiones que ahora son polvo fueron precisamente rescatadas de la delincuencia organizada. Eso sí que es un respiro, porque en este país, con tanto que hemos tenido que aguantar, tener menos bala circulando siempre es bueno.
Pero la cosa no es solo recuperar lo que nos quieren robar. También hay que deshacerse de lo viejo y obsoleto. Una gran parte de estas municiones eran material que ya estaba hecho polvo, desgastado, cumpliendo con su vida útil. Imaginen, algunas databan desde 1987. ¡Eso es una antigüedad! Ya ni disparan derecho, qué pena. Mejor así, convertirlas en humo antes de que causen algún problema.
Todo este proceso, que parezca fácil pero lleva su tiempo y requiere mucha coordinación, se hizo bajo la lupa del Programa PACAM de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Se siguieron todos los protocolos internacionales, con jueces de la República y la Dirección de la Fuerza Pública dando el visto bueno. No queríamos que nadie diga que hicimos nada a pata, diay.
Y hablando de seguridad, no solo hubo gente especializada en armamento cuidando el brete. El Benemérito Cuerpo de Bomberos también echó una mano, asegurándose de que todo estuviera controlado en caso de alguna emergencia. Además, paramédicos de la Fuerza Pública estaban listos para atender cualquier eventualidad. ¡Pura precaución, señores!
María Eugenia Mata, la directora general de Armamento, salió a declarar que esta acción es una reafirmación del compromiso del país con la seguridad y el cumplimiento de las normas internacionales. Lo dice ella, y es verdad. Costa Rica ha sido siempre un ejemplo en temas de desarme y control de armas, buscando la paz y la tranquilidad de sus ciudadanos. Aunque a veces, con tanta política, a uno le cuesta mantener la fe, eh…
Verdad sea dicha, esta destrucción masiva de municiones nos recuerda que todavía hay mucho trabajo por hacer. La delincuencia sigue innovando y encontrando nuevas formas de conseguir armas. Pero iniciativas como esta demuestran que estamos tomando cartas en el asunto y luchando por un país más seguro. Quizás si dejamos de pelear por tonterías y enfocamos nuestra energía en esto, podríamos ver cambios reales. En fin, cada grano de arena cuenta, chunches.
Ahora me pregunto, compas: ¿creen que estas acciones de desarme son suficientes para combatir la creciente violencia en nuestro país, o necesitamos medidas más contundentes? ¿Cuál sería la vara ideal para lograr una sociedad más segura y justa para todos?
