¡Ay, Dios mío, qué ganga! Después de tanto tiempo esperando, finalmente 82 familias cabécares de Alto Chirripó van a tener un tejuano hogar propio. Imagínate, un sitio pa' echar raíces, sin trampas ni rodeos, construido pensando en sus costumbres y en la belleza de esos cerros que nos representan. Esto sí que es bueno, diay.
Todo esto gracias a una inversión gorda, más de mil seiscientos sesenta millones colones, cortesía del Banco Popular y el BANHVI. Estos señores le han echado ganas pa' hacer realidad este sueño, cumpliendo con el Bono Familiar de Vivienda. No cualquiera se anima a meterle tanto brete en un proyecto así, pero ellos sí, y eso hay que reconocerlo. Se nota que les importa la gente del campo.
La movida se hizo oficial en la comunidad de Grano de Oro, allá en la Suiza de Turrialba, con todos los actores clave presentes: las familias beneficiarias, representantes de los bancos, el MIVAH, la constructora SOMABACU y la Asociación de Desarrollo Indígena de Chirripó. Un junte bien bacano para celebrar una vara que se ve promete alegría y bienestar pa' muchísimas personas.
Esta nueva etapa, que llaman “Alto Chirripó 9”, va a poner en marcha todo el proceso: desde el giro de los recursos hasta el traslado de materiales a esas montañas empinadas. Qué trabajo, mae, transportarle todo eso, pero vale la pena si al final tenemos familias felices viviendo en hogares seguros y cómodos. En total, ya son 271 viviendas entregadas en fases anteriores y ahora se suman estas 82, impactando a casi 300 personas. ¡Un número que da gusto!
Y lo más lindo de todo es que la gran mayoría – 81 de las 82 familias – están lideradas por mujeres cabécares, jefas de hogar que ahora tendrán un lugar digno para criar a sus hijitos y nietecitos. ¡Qué orgullo ver cómo estas mujeres luchadoras van adelante! Demuestran que con esfuerzo y apoyo pueden lograr cosas increíbles. Ellas son la verdadera carga de nuestra sociedad, y merecen lo mejor.
Lo interesante es que las casas no son cualquier cosa; se diseñaron pensando en la cultura y el ambiente de la zona. Van a estar construidas sobre pilotes, con pedestales de concreto, y podrán tener uno o dos niveles dependiendo de la pendiente y las necesidades de cada familia. Abajo, las zonas comunes, y arriba, los dormitorios, especialmente si son familias grandes. Además, se van a instalar sistemas de drenaje modernos y se usará madera especial y paneles solares… ¡una maravilla de tecnología y respeto por la naturaleza!
La directora del Banco Popular, Nidia Solano, lo expresó muy bien: este proyecto demuestra que el banco cumple con su misión social de apoyar a las personas que trabajan duro y se esfuerzan. Aunque confiesa que hay retos logísticos – la geografía de Alto Chirripó no es fácil, hay que usar transporte especializado y traer mano de obra calificada – también destaca que el banco se solidariza con las comunidades y quiere llevar oportunidades reales a los lugares más apartados. ¡Así se habla, doña Nidia!
En fin, una noticia que llena de esperanza. Pero me pregunto: ¿Cómo creen ustedes que podemos asegurarnos de que estos proyectos sean sostenibles a largo plazo, considerando los desafíos climáticos y económicos que enfrentamos? ¿Qué otras iniciativas podrían implementarse para fortalecer aún más a las comunidades indígenas de Costa Rica?
Todo esto gracias a una inversión gorda, más de mil seiscientos sesenta millones colones, cortesía del Banco Popular y el BANHVI. Estos señores le han echado ganas pa' hacer realidad este sueño, cumpliendo con el Bono Familiar de Vivienda. No cualquiera se anima a meterle tanto brete en un proyecto así, pero ellos sí, y eso hay que reconocerlo. Se nota que les importa la gente del campo.
La movida se hizo oficial en la comunidad de Grano de Oro, allá en la Suiza de Turrialba, con todos los actores clave presentes: las familias beneficiarias, representantes de los bancos, el MIVAH, la constructora SOMABACU y la Asociación de Desarrollo Indígena de Chirripó. Un junte bien bacano para celebrar una vara que se ve promete alegría y bienestar pa' muchísimas personas.
Esta nueva etapa, que llaman “Alto Chirripó 9”, va a poner en marcha todo el proceso: desde el giro de los recursos hasta el traslado de materiales a esas montañas empinadas. Qué trabajo, mae, transportarle todo eso, pero vale la pena si al final tenemos familias felices viviendo en hogares seguros y cómodos. En total, ya son 271 viviendas entregadas en fases anteriores y ahora se suman estas 82, impactando a casi 300 personas. ¡Un número que da gusto!
Y lo más lindo de todo es que la gran mayoría – 81 de las 82 familias – están lideradas por mujeres cabécares, jefas de hogar que ahora tendrán un lugar digno para criar a sus hijitos y nietecitos. ¡Qué orgullo ver cómo estas mujeres luchadoras van adelante! Demuestran que con esfuerzo y apoyo pueden lograr cosas increíbles. Ellas son la verdadera carga de nuestra sociedad, y merecen lo mejor.
Lo interesante es que las casas no son cualquier cosa; se diseñaron pensando en la cultura y el ambiente de la zona. Van a estar construidas sobre pilotes, con pedestales de concreto, y podrán tener uno o dos niveles dependiendo de la pendiente y las necesidades de cada familia. Abajo, las zonas comunes, y arriba, los dormitorios, especialmente si son familias grandes. Además, se van a instalar sistemas de drenaje modernos y se usará madera especial y paneles solares… ¡una maravilla de tecnología y respeto por la naturaleza!
La directora del Banco Popular, Nidia Solano, lo expresó muy bien: este proyecto demuestra que el banco cumple con su misión social de apoyar a las personas que trabajan duro y se esfuerzan. Aunque confiesa que hay retos logísticos – la geografía de Alto Chirripó no es fácil, hay que usar transporte especializado y traer mano de obra calificada – también destaca que el banco se solidariza con las comunidades y quiere llevar oportunidades reales a los lugares más apartados. ¡Así se habla, doña Nidia!
En fin, una noticia que llena de esperanza. Pero me pregunto: ¿Cómo creen ustedes que podemos asegurarnos de que estos proyectos sean sostenibles a largo plazo, considerando los desafíos climáticos y económicos que enfrentamos? ¿Qué otras iniciativas podrían implementarse para fortalecer aún más a las comunidades indígenas de Costa Rica?
