¡Ay, Dios mío! La cosa está dura, pura vara amarga estos días. Tres homicidios en menos de seis horas… ¡qué despiche! Parece mentira que estemos hablando de Costa Rica, un país que siempre se lució por su tranquilidad. Pero bueno, ahí estamos, enfrentando una crisis de violencia que parece no tener fin.
El candidato liberacionista, Álvaro Ramos, no se anduvo con rodeos esta vez. Directamente acusó al gobierno actual de falta de voluntad política para encarar este brete. Según él, el problema no es la falta de recursos – dice que esos sí hay – sino la ausencia de decisiones firmes y coordinadas para combatir la creciente ola de criminalidad que nos azota. Ramos, que siempre le da duro al tema económico, ahora se pone la gorra de seguridad pública, buscando capital político en medio de la bronca.
En un comunicado que salió volando por todas partes, Ramos recordó que, desde que asumió esta administración, los homicidios se dispararon un cuarenta por ciento y jamás bajaron de nuevo. “Eso es una cifra que duele, que te revuelve el estómago”, comentó, usando un lenguaje bien popular para conectar con la gente. Agregó que cuando hay voluntad política y se trabaja en serio, con coordinación entre la policía y acercándose a las comunidades, se pueden lograr resultados. Mencionó el famoso C-5 como ejemplo de un proyecto que, según él, podría funcionar si se le diera el apoyo necesario.
Y claro, la reacción no se hizo esperar. Las redes sociales explotaron con comentarios negativos hacia el gobierno, muchos preguntándose cómo es posible que la inseguridad haya llegado a tal punto. Algunos, más pesimistas, dicen que ya estamos perdidos, que esto es irreversible. Otros, más optimistas, esperan que la presión ciudadana obligue a las autoridades a tomar medidas urgentes. El panorama pinta complicado, nadie lo niega.
Las estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) pintan un cuadro sombrío: ¡ya vamos por más de 640 asesinatos este año! Un número alarmante que supera ampliamente las cifras de años anteriores. Eso preocupa, y mucho. No es solo cuestión de números, es cuestión de vidas truncadas, de familias destrozadas, de un miedo constante que empieza a apoderarse de nosotros. Hasta el mae más tranquilo ya se siente incómodo caminando solo por la noche.
Muchos se preguntan si realmente existe la voluntad política para cambiar la situación. ¿Será que los políticos están más preocupados por sus propios intereses que por la seguridad de la población? ¿O será que simplemente no saben cómo actuar ante un problema tan complejo? Es una pregunta difícil de responder, pero que amerita una reflexión profunda por parte de todos los costarricenses. La crispación generalizada es evidente; hasta la Basílica de Los Ángeles tuvo que emitir un comunicado prohibiendo actos políticos dentro de sus muros, ¡una muestra clara de la polarización que vivimos!
Ahora, con estas elecciones acercándose a pasos agigantados, la seguridad pública se ha convertido en el tema central del debate. Todos los candidatos prometen soluciones mágicas, pero pocos ofrecen planes concretos y viables. ¿Será que alguno de ellos tiene la fórmula secreta para devolverle la paz a nuestras calles? Con tanto parloteo y promesas vacías, a veces uno pierde la esperanza… pero hay que seguir luchando por un país más seguro y justo para todos, ¡brete que brete!
Ante este panorama desalentador, me pregunto: ¿Ustedes creen que realmente podemos revertir esta espiral de violencia o estamos condenados a vivir con miedo indefinidamente? ¿Qué medidas consideran que deberían implementarse de manera urgente para recuperar la seguridad en Costa Rica?
El candidato liberacionista, Álvaro Ramos, no se anduvo con rodeos esta vez. Directamente acusó al gobierno actual de falta de voluntad política para encarar este brete. Según él, el problema no es la falta de recursos – dice que esos sí hay – sino la ausencia de decisiones firmes y coordinadas para combatir la creciente ola de criminalidad que nos azota. Ramos, que siempre le da duro al tema económico, ahora se pone la gorra de seguridad pública, buscando capital político en medio de la bronca.
En un comunicado que salió volando por todas partes, Ramos recordó que, desde que asumió esta administración, los homicidios se dispararon un cuarenta por ciento y jamás bajaron de nuevo. “Eso es una cifra que duele, que te revuelve el estómago”, comentó, usando un lenguaje bien popular para conectar con la gente. Agregó que cuando hay voluntad política y se trabaja en serio, con coordinación entre la policía y acercándose a las comunidades, se pueden lograr resultados. Mencionó el famoso C-5 como ejemplo de un proyecto que, según él, podría funcionar si se le diera el apoyo necesario.
Y claro, la reacción no se hizo esperar. Las redes sociales explotaron con comentarios negativos hacia el gobierno, muchos preguntándose cómo es posible que la inseguridad haya llegado a tal punto. Algunos, más pesimistas, dicen que ya estamos perdidos, que esto es irreversible. Otros, más optimistas, esperan que la presión ciudadana obligue a las autoridades a tomar medidas urgentes. El panorama pinta complicado, nadie lo niega.
Las estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) pintan un cuadro sombrío: ¡ya vamos por más de 640 asesinatos este año! Un número alarmante que supera ampliamente las cifras de años anteriores. Eso preocupa, y mucho. No es solo cuestión de números, es cuestión de vidas truncadas, de familias destrozadas, de un miedo constante que empieza a apoderarse de nosotros. Hasta el mae más tranquilo ya se siente incómodo caminando solo por la noche.
Muchos se preguntan si realmente existe la voluntad política para cambiar la situación. ¿Será que los políticos están más preocupados por sus propios intereses que por la seguridad de la población? ¿O será que simplemente no saben cómo actuar ante un problema tan complejo? Es una pregunta difícil de responder, pero que amerita una reflexión profunda por parte de todos los costarricenses. La crispación generalizada es evidente; hasta la Basílica de Los Ángeles tuvo que emitir un comunicado prohibiendo actos políticos dentro de sus muros, ¡una muestra clara de la polarización que vivimos!
Ahora, con estas elecciones acercándose a pasos agigantados, la seguridad pública se ha convertido en el tema central del debate. Todos los candidatos prometen soluciones mágicas, pero pocos ofrecen planes concretos y viables. ¿Será que alguno de ellos tiene la fórmula secreta para devolverle la paz a nuestras calles? Con tanto parloteo y promesas vacías, a veces uno pierde la esperanza… pero hay que seguir luchando por un país más seguro y justo para todos, ¡brete que brete!
Ante este panorama desalentador, me pregunto: ¿Ustedes creen que realmente podemos revertir esta espiral de violencia o estamos condenados a vivir con miedo indefinidamente? ¿Qué medidas consideran que deberían implementarse de manera urgente para recuperar la seguridad en Costa Rica?