¡Ahí vienen los nicas! | fusildechispas.com blog costa rica
El famoso incidente en la frontera ha dado de qué hablar, y me parece que es poco lo que se puede aportar a un tema tan superficial y estéril. En general comparto la postura de las autoridades costarricenses, en eso no hay nada que agregar. No sé si el año electoral en Nicaragua tendrá algo que ver en esto, pero bueno.
Nuevamente los conflictos con los vecinos sacan a relucir aspectos que resultan incómodos y que por n-ésima vez se deciden dejar de lado o abordar de la forma más simplista posible. La poca capacidad analítica de la población promedio es evidente. De alguna forma ciertos genios responsabilizan a un individuo común y corriente que se topan en la calle por las cosas que un ex-comandante cacreco hace a cientos de kilómetros de distancia. Quienes sostienen esas posiciones, serían, en algún universo paralelo, quizás sujeto de exámen psiquiátrico o al menos candidatos a sesiones semanales de psicoterapia.
Pero en este caso el diagnóstico psiquiátrico hace sus excepciones, y al igual que sucede con algunos adoradores de deidades y su odio a los homosexuales, el delirio y la sinrazón son sútilmente legitimados por el "sentido común".
Mientras tanto, los que tenemos el "privilegio" de discrepar únicamente en el ámbito ideólogico con la "masa", tenemos la posibilidad de al menos disimular nuestro malestar y seguir nuestras vidas con relativa tranquilidad. Por honestidad intelectual y deber moral algunos no lo hacemos. Por otro lado, aquellos que discrepen en algo más que el ámbito ideológico con la "masa", no importa qué hagan o qué digan, al final verán materializado ese odio en su quehacer diario.
En otras ocasiones nos hemos enfrentado con situaciones similares, Abelardo Araya hace sus espectáculos, y por arte de magia miles de personas son inmediatamente responsables de sus ocurrencias.
En ese caso diríamos: ¡Ahí vienen los playos!
Triste época en la que nos tocó vivir.
En tiempos en los que el irracionalismo se multiplica "carcinógenamete" siempre es bueno saber que hay voces de cordura, aunque sean marginales.Siempre que sucede igual, pasa lo mismo. Los recientes incidentes que según denuncia el gobierno costarricense han ocurrido en el Río San Juan, han reventado como pólvora y se instalaron como tema obligado de conversación, broma y alarma. La “amenaza nica” se materializa de nuevo.
Según las autoridades ticas de Seguridad y Relaciones Exteriores, los trabajos de dragado del San Juan con los que el gobierno del populista Daniel Ortega ha sacado pecho en los últimos días, estarían lanzando sedimentos y contaminando territorio costarricense. Pero además se denuncia la incursión de militares en fincas ticas, amenazas y hasta ataques contra ganado, al mejor estilo del chupacabras.
No hace falta esperar una resolución para emitir un juicio: los hechos denunciados originalmente por ciudadanos costarricenses son serios, dignos de atención y de una reacción firme del gobierno tico, como en efecto se produjo. Pero es absurdo leer las reacciones tan airadas como aventuradas de muchos compatriotas en redes sociales, exigiendo una “contundencia” que a todas luces supera la naturaleza de los supuestos agravios.
No es arriesgado decir que existe convención: el dragado del río tendrá consecuencias importantes que afectarán territorio y ecosistemas costarricenses. No es un tema menor, y merece toda la atención que -considero- le han prestado nuestra Cancillería y otras entidades.
Pero la consecuencia más inmediata parece ser el resurgir del discurso xenófobo que responsabiliza a un pueblo completo (ese fantasma eterno llamado “los nicas”), por las acciones de particulares, o en este caso, de sus surrealistas autoridades.
Hay que decirlo con todas las letras: la chota xenófoba, la generalización gratuita, y el patrioterismo, son actitudes -primero- patéticas, y segundo, muy reprochables.
Dice Fito que no es bueno hacerse nunca de enemigos que no estén a la altura del conflicto, pero el chaparro Ortega sabe bien donde patear para levantar el polvorín. En Costa Rica el pueblo nicaragüense paga los platos rotos, hoy como antes. Décadas después, muchos costarricenses de lengua floja se siguen hundiendo con una facilidad pasmosa en la trampa del Río San Juan
El famoso incidente en la frontera ha dado de qué hablar, y me parece que es poco lo que se puede aportar a un tema tan superficial y estéril. En general comparto la postura de las autoridades costarricenses, en eso no hay nada que agregar. No sé si el año electoral en Nicaragua tendrá algo que ver en esto, pero bueno.
Nuevamente los conflictos con los vecinos sacan a relucir aspectos que resultan incómodos y que por n-ésima vez se deciden dejar de lado o abordar de la forma más simplista posible. La poca capacidad analítica de la población promedio es evidente. De alguna forma ciertos genios responsabilizan a un individuo común y corriente que se topan en la calle por las cosas que un ex-comandante cacreco hace a cientos de kilómetros de distancia. Quienes sostienen esas posiciones, serían, en algún universo paralelo, quizás sujeto de exámen psiquiátrico o al menos candidatos a sesiones semanales de psicoterapia.
Pero en este caso el diagnóstico psiquiátrico hace sus excepciones, y al igual que sucede con algunos adoradores de deidades y su odio a los homosexuales, el delirio y la sinrazón son sútilmente legitimados por el "sentido común".
Mientras tanto, los que tenemos el "privilegio" de discrepar únicamente en el ámbito ideólogico con la "masa", tenemos la posibilidad de al menos disimular nuestro malestar y seguir nuestras vidas con relativa tranquilidad. Por honestidad intelectual y deber moral algunos no lo hacemos. Por otro lado, aquellos que discrepen en algo más que el ámbito ideológico con la "masa", no importa qué hagan o qué digan, al final verán materializado ese odio en su quehacer diario.
En otras ocasiones nos hemos enfrentado con situaciones similares, Abelardo Araya hace sus espectáculos, y por arte de magia miles de personas son inmediatamente responsables de sus ocurrencias.
En ese caso diríamos: ¡Ahí vienen los playos!
Triste época en la que nos tocó vivir.
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