Noto algo de enojo por parte de los amparadores del “movimiento pro-gay”.
Conciben premisas insustanciales por el hecho de desacreditar la ley natural.
Olvidan cuáles columnas fundamentan el estudio de la moral, y si no, dan por sentada el resto de su estructura.
¿Todo debido a qué?, al repudio que podrían percibir por parte de comunidades homosexuales o sus paladines defensores, armados con sus tizonas anti-homofóbicas y sus armaduras pseudo-científicas.
Para abarcar ciertos puntos:
Falto de asombro, observé los enunciados que formularon sobre la funcionalidad del aparato reproductor.
El ano, como ya MartinVega manifestó, y que debería de interpretarse como algo axiomático, no debería utilizarse para tan repudiables fines. Su función es ya conocida.
No titubeo en que algunos por acá son devotos practicantes de tal “rutina” y se planteen el siguiente pobre razonamiento: “Ahhh, ¡pero!, ¡el placer!, ¡sí!, se siente bien, claro, debería ser correcto, ¿no?”.
Grave error, ya que se suele incluir el componente pasional a una ecuación que debe ser estrictamente científica.
Del mismo modo, a un pedófilo le causa placer hacer lo que hace, del mismo modo, un zoófilo siente placer al hacer lo que hace.
Las pasiones, o los llamados “sentimientos”, quedan fuera del espectro del estudio de lo que es la ética. Siendo ésta una ciencia, establece sus premisas en hechos precisos, cuando se añade algún componente abstracto, simplemente el resultado será equívoco.
Por eso, carece de importancia el hecho de que una pareja se “ame mucho”, en este caso, el acto se cataloga como inmoral, sin importar la “cantidad” de amor –ni siquiera es cuantificable y aún así muchos formulan sus postulados con esas bases-.
Las presiones ejercidas por parte de entidades pro-gays, nos recetan a diario falacias.
Una de ellas, ya implícita en algunas discusiones, es la separación de los grupos sexuales: está el heterosexual, y el homosexual, el transexual, el bisexual, etc.
Esto causa división, y odio, que es lo que los activistas gay quieren.
Se generan estereotipos hacia el “grupo homosexual”: “los gays, son afeminados, aman la moda, son exhibicionistas, fueron agredidos de niños, su hogar fue distorsionado”; al concluir los “ataques”, se prepara la represalia hacia tales argumentos, cuando se presenta en algunos de nuestros -o exteriores- “prestigiosos” medios de comunicación, una realidad paradójica: un gay que es varonil, un gay que proviene de una familia aparentemente bien estructurada, etc.
Son factores que comienzan a persuadir el panorama de gente que se considerará a sí misma homofóbica al ver esta otra realidad alterna, todo por consecuencia de la separación que provoca la “orientación sexual”.
Esto crea una cortina de humo, que disfraza el tema principal el cual es: ¿es moral o inmoral lo que realizan?, -seguirá siendo inmoral sin importar la personalidad de la persona-.
Al fin y al cabo, lo que está implícito, es que un homosexual puede resultar de cualquier manera, por lo tanto no es de sorprenderse. La distinción es que ellos presentan un desorden.
Sin embargo, rebosan los argumentos como: “En mi trabajo conozco homosexuales, y son excelentes personas, tienen esto, hacen lo otro”. Se desvían del foco principal, que es el desorden que presentan, el cual es y seguirá siendo inmoral.
Dilucidando, la decadencia de nuestra moral seguirá en auge, mientras la gente sostenga su postura de no informarse, y recorra la tangente de la ingenuidad, del “pobrecito” individuo al cual le niegan sus “derechos”.
Así que:
“Mentes conservadoras, anacrónicas e incapaces”, bienvenidas al cosmos de la subjetividad moral; reglas: pase adelante, haga lo que desee y absténganse de molestar a alguien, que mientras no lo vean y Ud. la pase bien, todos contentos.
Tenga cuidado al caminar, no querrá salpicar sus zapatos con materia gris disgregada que ha emanado de las “mentes abiertas”.
Conciben premisas insustanciales por el hecho de desacreditar la ley natural.
Olvidan cuáles columnas fundamentan el estudio de la moral, y si no, dan por sentada el resto de su estructura.
¿Todo debido a qué?, al repudio que podrían percibir por parte de comunidades homosexuales o sus paladines defensores, armados con sus tizonas anti-homofóbicas y sus armaduras pseudo-científicas.
Para abarcar ciertos puntos:
Falto de asombro, observé los enunciados que formularon sobre la funcionalidad del aparato reproductor.
El ano, como ya MartinVega manifestó, y que debería de interpretarse como algo axiomático, no debería utilizarse para tan repudiables fines. Su función es ya conocida.
No titubeo en que algunos por acá son devotos practicantes de tal “rutina” y se planteen el siguiente pobre razonamiento: “Ahhh, ¡pero!, ¡el placer!, ¡sí!, se siente bien, claro, debería ser correcto, ¿no?”.
Grave error, ya que se suele incluir el componente pasional a una ecuación que debe ser estrictamente científica.
Del mismo modo, a un pedófilo le causa placer hacer lo que hace, del mismo modo, un zoófilo siente placer al hacer lo que hace.
Las pasiones, o los llamados “sentimientos”, quedan fuera del espectro del estudio de lo que es la ética. Siendo ésta una ciencia, establece sus premisas en hechos precisos, cuando se añade algún componente abstracto, simplemente el resultado será equívoco.
Por eso, carece de importancia el hecho de que una pareja se “ame mucho”, en este caso, el acto se cataloga como inmoral, sin importar la “cantidad” de amor –ni siquiera es cuantificable y aún así muchos formulan sus postulados con esas bases-.
Las presiones ejercidas por parte de entidades pro-gays, nos recetan a diario falacias.
Una de ellas, ya implícita en algunas discusiones, es la separación de los grupos sexuales: está el heterosexual, y el homosexual, el transexual, el bisexual, etc.
Esto causa división, y odio, que es lo que los activistas gay quieren.
Se generan estereotipos hacia el “grupo homosexual”: “los gays, son afeminados, aman la moda, son exhibicionistas, fueron agredidos de niños, su hogar fue distorsionado”; al concluir los “ataques”, se prepara la represalia hacia tales argumentos, cuando se presenta en algunos de nuestros -o exteriores- “prestigiosos” medios de comunicación, una realidad paradójica: un gay que es varonil, un gay que proviene de una familia aparentemente bien estructurada, etc.
Son factores que comienzan a persuadir el panorama de gente que se considerará a sí misma homofóbica al ver esta otra realidad alterna, todo por consecuencia de la separación que provoca la “orientación sexual”.
Esto crea una cortina de humo, que disfraza el tema principal el cual es: ¿es moral o inmoral lo que realizan?, -seguirá siendo inmoral sin importar la personalidad de la persona-.
Al fin y al cabo, lo que está implícito, es que un homosexual puede resultar de cualquier manera, por lo tanto no es de sorprenderse. La distinción es que ellos presentan un desorden.
Sin embargo, rebosan los argumentos como: “En mi trabajo conozco homosexuales, y son excelentes personas, tienen esto, hacen lo otro”. Se desvían del foco principal, que es el desorden que presentan, el cual es y seguirá siendo inmoral.
Dilucidando, la decadencia de nuestra moral seguirá en auge, mientras la gente sostenga su postura de no informarse, y recorra la tangente de la ingenuidad, del “pobrecito” individuo al cual le niegan sus “derechos”.
Así que:
“Mentes conservadoras, anacrónicas e incapaces”, bienvenidas al cosmos de la subjetividad moral; reglas: pase adelante, haga lo que desee y absténganse de molestar a alguien, que mientras no lo vean y Ud. la pase bien, todos contentos.
Tenga cuidado al caminar, no querrá salpicar sus zapatos con materia gris disgregada que ha emanado de las “mentes abiertas”.