HaditaAzul
Miss Hot_Miss Sex Appeal
Abro este tema a propósito de una charla a la que nos llevaron en el trabajo hoy y un texto que me encontré en Internet*. El tema era motivacional y sobre saberse cuidar a uno mismo y a otros. La expositora decía que antes las personas se criaban siendo padres y hermanos a la vez, porque como las familias eran tan numerosas el hermano mayor terminaba criando a los hermanitos y así seguía la cadena: el mayor cuidando del menor. Personas que al crecer, muchas veces les cuesta delegar y andan pendientes de todo y que tienen uno o dos hijos con la consigna de "darles lo que yo no tuve" y sustituyendo cierta ausencia (porque ambos padres trabajan) con cosas y caprichos.
Yo no sé uds, pero a mí todo eso me coincide con lo que ve uno ahora en los menores. Un montón de chiquillos con opciones en tecnología, ropa, consentidos, muchas veces egoístas. No por nada existe ahora el fenómeno de los "ninis". Si no hacen nada es en gran parte porque no les inculcaron a tener responsabilidades en la casa.
O como me decía un compañero "yo chiquillo iba a traer leña y hasta usar un hacha y entre toda la familia construimos la casa". Ahora, los carajillos no aprenden un oficio o a hacer cosas en la casa. Sumemosle a todo esto que actualmente la mayoría de familias tienen a lo mucho dos hijos, pero una parte importante tiene uno y no más. Y está documentado que los hijos únicos tienen más dificultades para socializar, compartir, trabajar en equipo.
Mi pregunta es ¿hacia a donde va nuestra sociedad con una generación que tiende al consumo, individualismo y esperar que todo se lo regalen? ¿O lo ven diferente? ¿Como ven el panorama?
*Acá el texto que me encontré:
5 razones por las que la crianza moderna está en crisis
Por Emma Jenner, autora de ‘Keep Calm and Parent On’
Fuente: El Dínamo 5 razones que explican por qué la crianza está en crisis, según una niñera británica | El Dínamo
1. Tenemos miedo a nuestros hijos
Suelo hacer una prueba por las mañanas en la que observo cómo un padre da el desayuno a su hijo. Si el niño dice: "¡Quiero la taza rosa, no la azul!" aunque la madre ya haya echado la leche en la azul, trato de observar con cuidado la reacción de la mamá. La mayoría de las veces, se pone pálida y vierte el contenido en la taza que el niño prefiere antes de que le dé un berrinche. ¡Error! ¿De qué tenéis miedo? ¿Quién manda de los dos? Deja que llore si quiere, y vete de ahí para no escuchar el llanto. Pero, por favor, no trabajes de más sólo para agradar al niño. Y, lo más importante, piensa en la lección que le estás enseñando si le das todo lo que quiere sólo por ponerse a llorar.
2. Hemos bajado el listón
Cuando los niños se comportan mal, ya sea en público o en privado, los padres tienden a encogerse de hombros como diciendo: "Así son los niños". Te aseguro que no tiene por qué ser así. Los niños son capaces de mucho más de lo que los padres normalmente esperan de ellos, en cuanto a sus modales, al respeto por los mayores, las tareas del día a día, la generosidad o el autocontrol. ¿Crees que un niño no puede quedarse sentado durante la cena en un restaurante? Nada de eso. ¿Crees que un niño no es capaz de quitar la mesa sin que se lo pidan? De nuevo, no es así. La única razón por la que no se portan bien es porque no les has mostrado cómo hacerlo y porque no esperas que lo hagan. Así de simple. Pon el listón más alto y tu hijo sabrá cómo comportarse.
3. Hemos perdido las costumbres del pueblo
Antes, los conductores de autobús, los maestros, los tenderos y otros padres solían tener carta blanca para corregir a un niño maleducado. Actuaban como ojos y oídos de la madre y el padre si los niños estaban fuera de su vista, y todo el mundo colaboraba por un interés común: criar de forma adecuada a niños y niñas. Todo el pueblo se volcaba. En la actualidad, si a alguien que no es padre del niño en cuestión se le ocurre regañarlo, a los padres no les hace ninguna gracia. Quieren que su hijo parezca el niño perfecto, y por eso no aceptan que los maestros u otras personas digan lo contrario. Montarán en cólera e irán a hablar con el profesor antes que con su hijo por haberse portado mal en clase. Si un niño se pone a berrear, todas las cabezas se girarán hacia la madre con una mirada reprobadora. En su lugar, debería ser respaldada, porque hay muchas posibilidades de que el berrinche haya tenido lugar por no haber cedido ante alguna de las exigencias de su niño. Más bien, esos observadores deberían decirle: "Buen trabajo. Sé lo difícil que resulta poner límites".
4. Confiamos demasiado en los atajos
Me parece maravilloso que los padres tengan todo tipo de aparatos electrónicos para entretenerse en un vuelo o en la sala de espera del médico. También es fabuloso que podamos pedir nuestra compra online, y que podamos calentar comida sana a golpe de microondas. Los padres están más ocupados que nunca, y estoy totalmente a favor de tomar el camino fácil siempre que sea necesario. Pero los atajos también pueden ser una pendiente resbaladiza. Cuando descubres lo bien que Caillou entretiene al niño en un avión, que no te tiente la idea de ponerle los dibujos en un restaurante. Los niños también tienen que aprender a ser pacientes. Tienen que aprender a distraerse ellos solos. Tienen que aprender que no toda la comida va a estar siempre caliente y lista en menos de tres minutos y, si es posible, también tienen que aprender a ayudar en la cocina. Los bebés tienen que aprender a tranquilizarse solos; no hay que sentarlos en una silla vibradora cada vez que se pongan quisquillosos. Los niños tienen que aprender a levantarse cuando se caen, en vez de subir los brazos para que mamá y papá les cojan. Enseña a los niños que los atajos pueden servir de ayuda, pero que resulta muy satisfactorio hacer las cosas por la vía lenta.
5. Los padres ponen las necesidades de los hijos por encima de las suyas
Naturalmente, los padres tienden a cuidar de sus hijos en primer lugar, y esto es bueno para la evolución. Yo defiendo la idea de crear un horario que se ajuste a las necesidades del niño, y que la alimentación y la ropa del niño sean prioritarias. Sin embargo, los padres de hoy en día han ido demasiado lejos, sometiendo sus propias necesidades y salud mental a las de sus hijos. Cada vez con más frecuencia veo a mamás que se levantan de la cama cada dos por tres para satisfacer los caprichos del niño. O a papás que lo dejan todo y se recorren el zoo de punta a punta y a toda prisa para comprarle a la niña una bebida porque tiene sed. No pasa nada por no levantarte en mitad de la noche para darle otro vaso de agua a tu hijo. No pasa nada si el papá del zoo dice: "Claro que vas a beber agua, pero vamos a tener que esperar hasta llegar a la próxima fuente". No pasa nada por utilizar la palabra no de vez en cuando, ni hay nada malo en pedirle a tu hijo que se entretenga solo unos minutos porque mamá quiere usar el baño en privado u hojear una revista.
Yo no sé uds, pero a mí todo eso me coincide con lo que ve uno ahora en los menores. Un montón de chiquillos con opciones en tecnología, ropa, consentidos, muchas veces egoístas. No por nada existe ahora el fenómeno de los "ninis". Si no hacen nada es en gran parte porque no les inculcaron a tener responsabilidades en la casa.
O como me decía un compañero "yo chiquillo iba a traer leña y hasta usar un hacha y entre toda la familia construimos la casa". Ahora, los carajillos no aprenden un oficio o a hacer cosas en la casa. Sumemosle a todo esto que actualmente la mayoría de familias tienen a lo mucho dos hijos, pero una parte importante tiene uno y no más. Y está documentado que los hijos únicos tienen más dificultades para socializar, compartir, trabajar en equipo.
Mi pregunta es ¿hacia a donde va nuestra sociedad con una generación que tiende al consumo, individualismo y esperar que todo se lo regalen? ¿O lo ven diferente? ¿Como ven el panorama?
*Acá el texto que me encontré:
5 razones por las que la crianza moderna está en crisis
Por Emma Jenner, autora de ‘Keep Calm and Parent On’
Fuente: El Dínamo 5 razones que explican por qué la crianza está en crisis, según una niñera británica | El Dínamo
1. Tenemos miedo a nuestros hijos
Suelo hacer una prueba por las mañanas en la que observo cómo un padre da el desayuno a su hijo. Si el niño dice: "¡Quiero la taza rosa, no la azul!" aunque la madre ya haya echado la leche en la azul, trato de observar con cuidado la reacción de la mamá. La mayoría de las veces, se pone pálida y vierte el contenido en la taza que el niño prefiere antes de que le dé un berrinche. ¡Error! ¿De qué tenéis miedo? ¿Quién manda de los dos? Deja que llore si quiere, y vete de ahí para no escuchar el llanto. Pero, por favor, no trabajes de más sólo para agradar al niño. Y, lo más importante, piensa en la lección que le estás enseñando si le das todo lo que quiere sólo por ponerse a llorar.
2. Hemos bajado el listón
Cuando los niños se comportan mal, ya sea en público o en privado, los padres tienden a encogerse de hombros como diciendo: "Así son los niños". Te aseguro que no tiene por qué ser así. Los niños son capaces de mucho más de lo que los padres normalmente esperan de ellos, en cuanto a sus modales, al respeto por los mayores, las tareas del día a día, la generosidad o el autocontrol. ¿Crees que un niño no puede quedarse sentado durante la cena en un restaurante? Nada de eso. ¿Crees que un niño no es capaz de quitar la mesa sin que se lo pidan? De nuevo, no es así. La única razón por la que no se portan bien es porque no les has mostrado cómo hacerlo y porque no esperas que lo hagan. Así de simple. Pon el listón más alto y tu hijo sabrá cómo comportarse.
3. Hemos perdido las costumbres del pueblo
Antes, los conductores de autobús, los maestros, los tenderos y otros padres solían tener carta blanca para corregir a un niño maleducado. Actuaban como ojos y oídos de la madre y el padre si los niños estaban fuera de su vista, y todo el mundo colaboraba por un interés común: criar de forma adecuada a niños y niñas. Todo el pueblo se volcaba. En la actualidad, si a alguien que no es padre del niño en cuestión se le ocurre regañarlo, a los padres no les hace ninguna gracia. Quieren que su hijo parezca el niño perfecto, y por eso no aceptan que los maestros u otras personas digan lo contrario. Montarán en cólera e irán a hablar con el profesor antes que con su hijo por haberse portado mal en clase. Si un niño se pone a berrear, todas las cabezas se girarán hacia la madre con una mirada reprobadora. En su lugar, debería ser respaldada, porque hay muchas posibilidades de que el berrinche haya tenido lugar por no haber cedido ante alguna de las exigencias de su niño. Más bien, esos observadores deberían decirle: "Buen trabajo. Sé lo difícil que resulta poner límites".
4. Confiamos demasiado en los atajos
Me parece maravilloso que los padres tengan todo tipo de aparatos electrónicos para entretenerse en un vuelo o en la sala de espera del médico. También es fabuloso que podamos pedir nuestra compra online, y que podamos calentar comida sana a golpe de microondas. Los padres están más ocupados que nunca, y estoy totalmente a favor de tomar el camino fácil siempre que sea necesario. Pero los atajos también pueden ser una pendiente resbaladiza. Cuando descubres lo bien que Caillou entretiene al niño en un avión, que no te tiente la idea de ponerle los dibujos en un restaurante. Los niños también tienen que aprender a ser pacientes. Tienen que aprender a distraerse ellos solos. Tienen que aprender que no toda la comida va a estar siempre caliente y lista en menos de tres minutos y, si es posible, también tienen que aprender a ayudar en la cocina. Los bebés tienen que aprender a tranquilizarse solos; no hay que sentarlos en una silla vibradora cada vez que se pongan quisquillosos. Los niños tienen que aprender a levantarse cuando se caen, en vez de subir los brazos para que mamá y papá les cojan. Enseña a los niños que los atajos pueden servir de ayuda, pero que resulta muy satisfactorio hacer las cosas por la vía lenta.
5. Los padres ponen las necesidades de los hijos por encima de las suyas
Naturalmente, los padres tienden a cuidar de sus hijos en primer lugar, y esto es bueno para la evolución. Yo defiendo la idea de crear un horario que se ajuste a las necesidades del niño, y que la alimentación y la ropa del niño sean prioritarias. Sin embargo, los padres de hoy en día han ido demasiado lejos, sometiendo sus propias necesidades y salud mental a las de sus hijos. Cada vez con más frecuencia veo a mamás que se levantan de la cama cada dos por tres para satisfacer los caprichos del niño. O a papás que lo dejan todo y se recorren el zoo de punta a punta y a toda prisa para comprarle a la niña una bebida porque tiene sed. No pasa nada por no levantarte en mitad de la noche para darle otro vaso de agua a tu hijo. No pasa nada si el papá del zoo dice: "Claro que vas a beber agua, pero vamos a tener que esperar hasta llegar a la próxima fuente". No pasa nada por utilizar la palabra no de vez en cuando, ni hay nada malo en pedirle a tu hijo que se entretenga solo unos minutos porque mamá quiere usar el baño en privado u hojear una revista.
Última edición: