¡Ay, Dios mío! Este fin de semana San José se prendió como chimenea con la segunda edición del Festival de Cimarronas y Mascaradas “Nuestros Espantos”. Se le paró bien, vamos, la capital se vistió de gala, demostrando que todavía sabemos valorar nuestras raíces. Hubo pura vibra, mae, pura energía tica corriendo por las calles.
La idea, que viene impulsada por la Municipalidad de San José junto con varias agrupaciones culturales, era rescatar esas tradiciones que poquito a poco iban quedando olvidadas. Y vaya si lo lograron. Desde tempranito, la gente empezó a llegar al Parque La Merced, buscando un buen lugar para apreciar el desfile. Se armó un quite, pero nadie se echó para atrás, todos con ganas de celebrar nuestra cultura.
Las cimarronas abrieron la marcha, sacudiendo el asfalto con ritmos ancestrales. Avanzaron desde La Merced, cruzando la Avenida 4 hasta llegar a la Plazoleta de la Soledad, un verdadero hervidero de gente. Las mascaradas, con sus disfraces coloridos y maquillajes impresionantes, complementaron el espectáculo, creando un ambiente mágico y lleno de colorido.
Y ni hablar de la gente, ¡qué ganga! Familias completas, turistas extranjeros, jóvenes y adultos… todos unidos en una sola celebración. Se tomaban fotos, se grababan videos, algunos incluso se aventuraban a bailar al ritmo de la música. Era lindo ver cómo la gente conectaba con sus orígenes, redescubriendo la riqueza de nuestro folklore.
En la Plazoleta de la Soledad, la tarima central fue el escenario de presentaciones de grupos folclóricos de todas partes del país. Música tradicional, baile, poesía… hubo variedad para todos los gustos. Además, la feria de emprendimientos fue un éxito rotundo. Artesanos y pequeños productores mostraron sus creaciones, ofreciendo productos únicos y originales. ¡Un brete de cosas lindas!
Este festival es una muestra de que, pese a tanta modernidad y globalización, seguimos aferrados a nuestras tradiciones. Un esfuerzo valioso por parte de la municipalidad para promover el arte, la cultura y la convivencia entre los vecinos. Se nota que pusieron puro corazón en esto, y eso se sentía en cada esquina, en cada risa, en cada paso de baile.
Muchos recuerdan cuando estos festivales eran pura torta, poca asistencia y cero apoyo. Pero ahora, se ve una revitalización importante. Hay interés por parte de las nuevas generaciones y un mayor compromiso por preservar estas manifestaciones culturales que nos identifican como ticos. Es un respiro de aire fresco en medio de tanta crisis y problemas que tenemos actualmente; un recordatorio de quiénes somos y de dónde venimos.
Ahora sí, te pregunto, mae: ¿crees que iniciativas como esta son fundamentales para mantener viva la identidad cultural costarricense y qué otras acciones podríamos tomar para apoyar aún más a nuestros artistas y artesanos locales?
La idea, que viene impulsada por la Municipalidad de San José junto con varias agrupaciones culturales, era rescatar esas tradiciones que poquito a poco iban quedando olvidadas. Y vaya si lo lograron. Desde tempranito, la gente empezó a llegar al Parque La Merced, buscando un buen lugar para apreciar el desfile. Se armó un quite, pero nadie se echó para atrás, todos con ganas de celebrar nuestra cultura.
Las cimarronas abrieron la marcha, sacudiendo el asfalto con ritmos ancestrales. Avanzaron desde La Merced, cruzando la Avenida 4 hasta llegar a la Plazoleta de la Soledad, un verdadero hervidero de gente. Las mascaradas, con sus disfraces coloridos y maquillajes impresionantes, complementaron el espectáculo, creando un ambiente mágico y lleno de colorido.
Y ni hablar de la gente, ¡qué ganga! Familias completas, turistas extranjeros, jóvenes y adultos… todos unidos en una sola celebración. Se tomaban fotos, se grababan videos, algunos incluso se aventuraban a bailar al ritmo de la música. Era lindo ver cómo la gente conectaba con sus orígenes, redescubriendo la riqueza de nuestro folklore.
En la Plazoleta de la Soledad, la tarima central fue el escenario de presentaciones de grupos folclóricos de todas partes del país. Música tradicional, baile, poesía… hubo variedad para todos los gustos. Además, la feria de emprendimientos fue un éxito rotundo. Artesanos y pequeños productores mostraron sus creaciones, ofreciendo productos únicos y originales. ¡Un brete de cosas lindas!
Este festival es una muestra de que, pese a tanta modernidad y globalización, seguimos aferrados a nuestras tradiciones. Un esfuerzo valioso por parte de la municipalidad para promover el arte, la cultura y la convivencia entre los vecinos. Se nota que pusieron puro corazón en esto, y eso se sentía en cada esquina, en cada risa, en cada paso de baile.
Muchos recuerdan cuando estos festivales eran pura torta, poca asistencia y cero apoyo. Pero ahora, se ve una revitalización importante. Hay interés por parte de las nuevas generaciones y un mayor compromiso por preservar estas manifestaciones culturales que nos identifican como ticos. Es un respiro de aire fresco en medio de tanta crisis y problemas que tenemos actualmente; un recordatorio de quiénes somos y de dónde venimos.
Ahora sí, te pregunto, mae: ¿crees que iniciativas como esta son fundamentales para mantener viva la identidad cultural costarricense y qué otras acciones podríamos tomar para apoyar aún más a nuestros artistas y artesanos locales?