¡Ay, pata! Se veía venir, pero ahora es oficial: la papeleta para elegir al próximo Presidente y compañía va a estar llena de gente. Ni tan grande como la que nos sacudieron en 2022, ni tan flaquita como las de mis abuelos contándome historias, pero vaya que vamos a tener con qué escoger. Esto apenas empieza, claro, porque el TSE todavía tiene que darle visto bueno a todos los interesados, pero la cosa pinta interesante.
Lo que pasa es que estos partidos siempre andan moviéndose rápido. Ya casi todos –unos veinte grupos políticos, para ser exactos– terminaron de hacer los trámites para poder inscribirse formalmente. Imagínate, ya quedaron las asambleas nacionales ratificando quiénes van a representar a cada partido en la carrera por llegar a la Casa Amarilla y a la Asamblea Legislativa. Es que hay que echar batuta con tiempo, nadie quiere quedarse atrás.
Si al final le dan luz verde a todos, ¡qué panorama! Tendríamos 20 opciones en la papeleta. Eso sí, esto es pura especulación de momento, porque el TSE tiene el último llamado. Una vez que aprueben todas estas candidaturas, esos señores del TSE van a estar rifando las posiciones para que la papeleta quede bien ordenada y luego nos mostrarán cómo quedó oficialmente, con todos los códigos de barras y esas cosas para evitar tramas. ¡Uno nunca sabe!
Y no solo eso, parece que todos ya decidieron quiénes van a ser los vicepresidentes. El listado completo todavía no lo tienen publicado, pero dicen que ya están definidos. De cualquier manera, aún estamos lejos de la papeleta histórica de 1953, que era más corta que mi brazo, y muy lejos también de la maraña de opciones que tuvimos en 2022. ¡Uf, qué mareazo!
Para que les quede clarito, el calendario ya está corriendo. Este miércoles 1º de octubre, justo cumpliendo cuatro meses exactos de las elecciones, el TSE hizo la llamada oficial para que vayamos a votar. El registro electoral, entre tanto, ya cerró el martes 30 de septiembre. Así que pónganse los cinturones porque viene un ritmo acelerado.
Vamos por partes: octubre es para inscribir todo lo relacionado con las candidaturas y el control del dinero que gastan en campaña. También tienen que inscribir a las encuestadoras, que siempre aparecen con sus estudios y predicciones… ¡a ver si alguna acierta! En noviembre, cierran las designaciones para las juntas cantonales; en diciembre, se registran los clubes y locales de los partidos y empiezan las restricciones publicitarias para Navidad. Enero trae de vuelta la campaña a toda marcha, se termina de organizar todo lo logístico y, finalmente, en enero terminan los mitines y pláticas públicas.
El día D es el 1º de febrero, cuando iremos a ejercer nuestro derecho al voto. Si ninguno de los candidatos alcanza la mayoría requerida, entonces tendremos que volver a ir a votar el 5 de abril. Así que prepárense, porque este año Costa Rica estará eligiendo al nuevo Presidente, a dos Vicepresidentes y a 57 diputados. ¡Un brete de responsabilidades!
Con tantas opciones y movimientos en la mesa, me pregunto: ¿cree usted que tener tanta variedad de candidatos realmente beneficia al electorado o, por el contrario, confunde y diluye el mensaje político? ¿Será que deberíamos enfocarnos en la calidad de las propuestas en lugar de la cantidad de opciones?
Lo que pasa es que estos partidos siempre andan moviéndose rápido. Ya casi todos –unos veinte grupos políticos, para ser exactos– terminaron de hacer los trámites para poder inscribirse formalmente. Imagínate, ya quedaron las asambleas nacionales ratificando quiénes van a representar a cada partido en la carrera por llegar a la Casa Amarilla y a la Asamblea Legislativa. Es que hay que echar batuta con tiempo, nadie quiere quedarse atrás.
Si al final le dan luz verde a todos, ¡qué panorama! Tendríamos 20 opciones en la papeleta. Eso sí, esto es pura especulación de momento, porque el TSE tiene el último llamado. Una vez que aprueben todas estas candidaturas, esos señores del TSE van a estar rifando las posiciones para que la papeleta quede bien ordenada y luego nos mostrarán cómo quedó oficialmente, con todos los códigos de barras y esas cosas para evitar tramas. ¡Uno nunca sabe!
Y no solo eso, parece que todos ya decidieron quiénes van a ser los vicepresidentes. El listado completo todavía no lo tienen publicado, pero dicen que ya están definidos. De cualquier manera, aún estamos lejos de la papeleta histórica de 1953, que era más corta que mi brazo, y muy lejos también de la maraña de opciones que tuvimos en 2022. ¡Uf, qué mareazo!
Para que les quede clarito, el calendario ya está corriendo. Este miércoles 1º de octubre, justo cumpliendo cuatro meses exactos de las elecciones, el TSE hizo la llamada oficial para que vayamos a votar. El registro electoral, entre tanto, ya cerró el martes 30 de septiembre. Así que pónganse los cinturones porque viene un ritmo acelerado.
Vamos por partes: octubre es para inscribir todo lo relacionado con las candidaturas y el control del dinero que gastan en campaña. También tienen que inscribir a las encuestadoras, que siempre aparecen con sus estudios y predicciones… ¡a ver si alguna acierta! En noviembre, cierran las designaciones para las juntas cantonales; en diciembre, se registran los clubes y locales de los partidos y empiezan las restricciones publicitarias para Navidad. Enero trae de vuelta la campaña a toda marcha, se termina de organizar todo lo logístico y, finalmente, en enero terminan los mitines y pláticas públicas.
El día D es el 1º de febrero, cuando iremos a ejercer nuestro derecho al voto. Si ninguno de los candidatos alcanza la mayoría requerida, entonces tendremos que volver a ir a votar el 5 de abril. Así que prepárense, porque este año Costa Rica estará eligiendo al nuevo Presidente, a dos Vicepresidentes y a 57 diputados. ¡Un brete de responsabilidades!
Con tantas opciones y movimientos en la mesa, me pregunto: ¿cree usted que tener tanta variedad de candidatos realmente beneficia al electorado o, por el contrario, confunde y diluye el mensaje político? ¿Será que deberíamos enfocarnos en la calidad de las propuestas en lugar de la cantidad de opciones?