¡Ay, Dios mío! Quién no sueña con tener su casita propia, ¿verdad? Aquí en Costa Rica, el brete de conseguirla se ha complicado aún más. Parece que ahora hay más tramposos andan buscando cómo sacarle provecho a los sueños ajenos, y los casos de estafas inmobiliarias han ido al millón. Ya ni uno duerme tranquilo pensando que va a ponerle candado a su hogar.
William Cardoza, un asesor inmobiliario bien conocido por acá, nos echó la voz de alerta: la maraña en el sector es grande porque prácticamente cualquiera puede disfrazarse de agente, sin tener ni idea de lo que hace. Eso es como darle un chunche afilado a un niño, ¡qué peligro! Y claro, ahí entran los malos actores a aprovecharse.
La jugada más común, según Cardoza, es la suplantación de identidad del dueño de la propiedad. Imagínate, unos pícaros falsifican documentos, se hacen pasar por los verdaderos dueños (sobre todo si son extranjero o viven afuera), y te venden la moto. Dicen que tú vas a estar comprando una maravilla, mientras ellos se llevan la lana y se van pa’l lote.
Y no crean que solo aplica a casas. Apartamentos, terrenos... ¡todo vale! Un tipo me contó la diay, casi pierde todos sus ahorros tratando de comprar un terrenito en Escazú. Resulta que los papales estaban amañados y el tipo que le vendió era pura invención. ¡Qué sal!
Pero bueno, ¿cómo evitar caer en este lío? Primero, chepen bien al asesor. No vayan contratando al primero que salga en Google. Consulten en la Cámara Costarricense de Corredores de Bienes Raíces, ahí tienen listado de los profesionales registrados. ¡No se confíen de los anuncios demasiado bonitos o precios imposibles, eso huele a despiche!
Otro paso crucial es pedir un estudio registral actualizado en el Registro Nacional. Ahí sale quién es el verdadero dueño, si hay hipotecas o gravámenes encima de la propiedad. Además, verifiquen que el plano catastrado coincida con el registro público; unas diferencias pequeñas pueden traerles dolores de cabeza enormes más adelante, ¡creeme!
Y ojo, ¡ojo! Que un abogado y notario de confianza revisen toda la documentación. Especialmente si la propiedad está a nombre de una sociedad anónima o un fideicomiso. Que esos papeles estén limpios es vital, aunque cueste una varita extra. No escatimen en esto, es mejor prevenir que lamentar después. Piensenlo así: es como comprar un fresco, no se dejan llevar por la pinta, ¡hay que revisar la fecha de caducidad!
En fin, amigos, la compra de una vivienda es una decisión importante que requiere mucha precaución. Hay que estar pilas, investigar bien y no dejarse llevar por las prisas. ¿Ustedes qué opinan? ¿Han tenido alguna experiencia similar o conocen a alguien que haya sido víctima de una estafa inmobiliaria? Cuéntenme en los comentarios, ¡vamos a compartir experiencias para que nadie más caiga en estas trampas!
William Cardoza, un asesor inmobiliario bien conocido por acá, nos echó la voz de alerta: la maraña en el sector es grande porque prácticamente cualquiera puede disfrazarse de agente, sin tener ni idea de lo que hace. Eso es como darle un chunche afilado a un niño, ¡qué peligro! Y claro, ahí entran los malos actores a aprovecharse.
La jugada más común, según Cardoza, es la suplantación de identidad del dueño de la propiedad. Imagínate, unos pícaros falsifican documentos, se hacen pasar por los verdaderos dueños (sobre todo si son extranjero o viven afuera), y te venden la moto. Dicen que tú vas a estar comprando una maravilla, mientras ellos se llevan la lana y se van pa’l lote.
Y no crean que solo aplica a casas. Apartamentos, terrenos... ¡todo vale! Un tipo me contó la diay, casi pierde todos sus ahorros tratando de comprar un terrenito en Escazú. Resulta que los papales estaban amañados y el tipo que le vendió era pura invención. ¡Qué sal!
Pero bueno, ¿cómo evitar caer en este lío? Primero, chepen bien al asesor. No vayan contratando al primero que salga en Google. Consulten en la Cámara Costarricense de Corredores de Bienes Raíces, ahí tienen listado de los profesionales registrados. ¡No se confíen de los anuncios demasiado bonitos o precios imposibles, eso huele a despiche!
Otro paso crucial es pedir un estudio registral actualizado en el Registro Nacional. Ahí sale quién es el verdadero dueño, si hay hipotecas o gravámenes encima de la propiedad. Además, verifiquen que el plano catastrado coincida con el registro público; unas diferencias pequeñas pueden traerles dolores de cabeza enormes más adelante, ¡creeme!
Y ojo, ¡ojo! Que un abogado y notario de confianza revisen toda la documentación. Especialmente si la propiedad está a nombre de una sociedad anónima o un fideicomiso. Que esos papeles estén limpios es vital, aunque cueste una varita extra. No escatimen en esto, es mejor prevenir que lamentar después. Piensenlo así: es como comprar un fresco, no se dejan llevar por la pinta, ¡hay que revisar la fecha de caducidad!
En fin, amigos, la compra de una vivienda es una decisión importante que requiere mucha precaución. Hay que estar pilas, investigar bien y no dejarse llevar por las prisas. ¿Ustedes qué opinan? ¿Han tenido alguna experiencia similar o conocen a alguien que haya sido víctima de una estafa inmobiliaria? Cuéntenme en los comentarios, ¡vamos a compartir experiencias para que nadie más caiga en estas trampas!