¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, ¿verdad? Siempre pensamos que eran los extranjeros los que traían todos los problemas, pero resulta que nuestros propios mae’s están al frente de las bandas criminales que nos tienen sudando frío. Así lo confirmó Michael Soto, el jefe del OIJ, quien soltó la bomba en entrevista reciente.
Parece que la cosa va así: los carteles y clanes internacionales no andan metiendo gente directamente aquí en Costa Rica, sino que prefieren contratarle nuestros propios “habilidades” para hacer su trabajo sucio. Hablando claro, le pagan a unos cuantos para que reciban la droga, la guarden y luego la muevan. Un negocio redondo, pero a costa de nuestra seguridad, diay. Esta moda de “outsourcing criminal”, como le puso el señor Soto, me parece una jugada bastante astuta por parte de estos delincuentes.
El señor Soto dio unos ejemplos bien claros. Puras historias de mae’s que nacieron acá, criados acá, y ahora están metidos hasta el cuello en cosas turbias. Mencionó a esos señores alias “Noni” y alias “Chock”, que aunque tengan raíces nicaragüenses, crecieron y se hicieron acá, agarrando poder en estas bandas. Uno se queda pensando, ¿qué salió mal? ¿Cómo llegamos a esto?
Además, recordó el caso de Guarumal, allá en Sierpe, donde unos colombianos estaban tratando de meterles cocaína al país y contaban con la ayuda de unos ticos para guardar y transportar la droga. Una combinación peligrosa, ¿eh? Parece que ya no basta con cuidar nuestras fronteras, sino que tenemos que estar ojo avizor con lo que pasa adentro también.
Y eso no es todo, según el OIJ, alrededor del 90% de los presos en las cárceles son costarricenses. Un dato que pone el vello de punta, porque demuestra que el problema está más cerca de lo que pensamos. No son solo los extranjeros, son nosotros mismos quienes estamos alimentando esta espiral de violencia e inseguridad.
Pero ojo, que no todo es culpa nuestra. El jefe del OIJ dejó claro que los carteles internacionales no se han instalado permanentemente aquí, sino que simplemente aprovechan nuestros recursos y nuestra ubicación estratégica para operar. Contratan a alguien, le dan unas comisiones jugosas y listo, el trabajo está hecho. Una relación puramente comercial, pero con consecuencias devastadoras.
Ahora bien, ¿por qué sucede esto? Parece que muchos jóvenes ven en el narcotráfico una salida fácil para ganar dinero rápido, sin importarles las consecuencias. Un círculo vicioso que alimenta la pobreza, la desigualdad y la desesperanza. Hay que atacar las causas profundas del problema, invertir en educación, crear oportunidades de empleo digno y fortalecer las instituciones encargadas de combatir el crimen. Sino, seguiremos viendo cómo nuestros propios mae’s se van por el mal camino.
En fin, esta realidad nos obliga a reflexionar sobre nuestro papel como sociedad. ¿Estamos haciendo lo suficiente para prevenir el delito y proteger a nuestros ciudadanos? ¿Qué medidas podemos tomar para frenar esta ola de violencia y recuperar la tranquilidad en nuestros barrios? ¡Diganme, compañeros! ¿Qué les parece que deberíamos hacer para echar pa’lante esta vara y ponerle un alto a tanta cosa turbia?
Parece que la cosa va así: los carteles y clanes internacionales no andan metiendo gente directamente aquí en Costa Rica, sino que prefieren contratarle nuestros propios “habilidades” para hacer su trabajo sucio. Hablando claro, le pagan a unos cuantos para que reciban la droga, la guarden y luego la muevan. Un negocio redondo, pero a costa de nuestra seguridad, diay. Esta moda de “outsourcing criminal”, como le puso el señor Soto, me parece una jugada bastante astuta por parte de estos delincuentes.
El señor Soto dio unos ejemplos bien claros. Puras historias de mae’s que nacieron acá, criados acá, y ahora están metidos hasta el cuello en cosas turbias. Mencionó a esos señores alias “Noni” y alias “Chock”, que aunque tengan raíces nicaragüenses, crecieron y se hicieron acá, agarrando poder en estas bandas. Uno se queda pensando, ¿qué salió mal? ¿Cómo llegamos a esto?
Además, recordó el caso de Guarumal, allá en Sierpe, donde unos colombianos estaban tratando de meterles cocaína al país y contaban con la ayuda de unos ticos para guardar y transportar la droga. Una combinación peligrosa, ¿eh? Parece que ya no basta con cuidar nuestras fronteras, sino que tenemos que estar ojo avizor con lo que pasa adentro también.
Y eso no es todo, según el OIJ, alrededor del 90% de los presos en las cárceles son costarricenses. Un dato que pone el vello de punta, porque demuestra que el problema está más cerca de lo que pensamos. No son solo los extranjeros, son nosotros mismos quienes estamos alimentando esta espiral de violencia e inseguridad.
Pero ojo, que no todo es culpa nuestra. El jefe del OIJ dejó claro que los carteles internacionales no se han instalado permanentemente aquí, sino que simplemente aprovechan nuestros recursos y nuestra ubicación estratégica para operar. Contratan a alguien, le dan unas comisiones jugosas y listo, el trabajo está hecho. Una relación puramente comercial, pero con consecuencias devastadoras.
Ahora bien, ¿por qué sucede esto? Parece que muchos jóvenes ven en el narcotráfico una salida fácil para ganar dinero rápido, sin importarles las consecuencias. Un círculo vicioso que alimenta la pobreza, la desigualdad y la desesperanza. Hay que atacar las causas profundas del problema, invertir en educación, crear oportunidades de empleo digno y fortalecer las instituciones encargadas de combatir el crimen. Sino, seguiremos viendo cómo nuestros propios mae’s se van por el mal camino.
En fin, esta realidad nos obliga a reflexionar sobre nuestro papel como sociedad. ¿Estamos haciendo lo suficiente para prevenir el delito y proteger a nuestros ciudadanos? ¿Qué medidas podemos tomar para frenar esta ola de violencia y recuperar la tranquilidad en nuestros barrios? ¡Diganme, compañeros! ¿Qué les parece que deberíamos hacer para echar pa’lante esta vara y ponerle un alto a tanta cosa turbia?
