¡Aguántense! La movida va en serio. Con miras a las elecciones, los seis principales candidatos a la presidencia – Eli Feinzaig, José Aguilar, Natalia Díaz, Claudia Dobles, Juan Carlos Hidalgo y Álvaro Ramos – se reunieron en un foro organizado por la Cámara Costarricense de la Construcción (CCC), llamado “Construya su Voto”. Ahí, entre risas y chambelanes, plantearon sus ideas para darle un empujón al sector que, díganlo en voz alta, anda medio pachucho.
La verdad, la situación no es color de rosas. El sector de la construcción lleva tiempo dando tumbos, arrastrando rezagos históricos en infraestructura que nos dejan viendo feo en comparación con otros países de la región. Desde carreteras que parecen sacadas de otra época hasta problemas crónicos con la gestión del agua y un proceso burocrático que te hace querer irte al traste, todo conspira para frenar el crecimiento económico y limitar el acceso a una vivienda digna para muchísima gente. ¡Una torta!
Alfredo Volio, presidente de la CCC, fue claro: este foro no era para echarle la culpa a nadie ni para hacer balance general. Buscaban planteamientos concretos, soluciones aterrizadas que permitan romper con la inercia política y construir una verdadera visión de Estado para el desarrollo de la infraestructura. Porque, vamos, cada vez que cambia el gobierno, los proyectos se detienen, y eso nos cuesta caro a todos los costarricenses. ¡Qué sal!
Cada candidato trajo su propia vara a la mesa. Natalia Díaz abogó por aumentar la inversión pública, pero con lupa y control para evitar que se vaya en humo. Eli Feinzaig insistió en que la economía no puede despegar si no hacemos obras estratégicas que bajen los costos logísticos y faciliten la producción. Claudio Dobles, por su lado, puso énfasis en la necesidad de crear ciudades inclusivas y resilientes, capaces de enfrentar los desafíos del cambio climático y el crecimiento poblacional.
Juan Carlos Hidalgo tiró la pelota al lado privado, defendiendo las alianzas público-privadas como la clave para avanzar sin agotar las arcas del Estado. José Aguilar Berrocal y Álvaro Ramos, siguiendo la misma línea, remarcaron que estas alianzas son imprescindibles para resolver el problema de la falta de agua, un cuello de botella que afecta tanto a la vivienda como a la industria. Ramos, como promesa extra, aventuró unos 50 mil bonos de vivienda si llega a Casa Amarilla. ¡Eso sí que es meterle billete!
Pero la movida no se quedó ahí. Se habló de la importancia de modernizar la planificación urbana, incorporando criterios de sostenibilidad para evitar que sigamos construyendo un futuro lleno de problemas ambientales. También se mencionó la necesidad de simplificar trámites burocráticos, porque la maraña administrativa es un verdadero veneno que ahoga la iniciativa privada y retrasa cualquier proyecto. ¡Qué carga tener que lidiar con tanta papeleta!
Ahora bien, la pregunta que queda flotando en el aire es si realmente estos compromisos se traducirán en acciones concretas una vez que alguno de ellos esté en el sillón presidencial. Ya sabemos cómo andan las cosas por acá: promesas vacías y poca voluntad para tomar decisiones difíciles. La CCC ha propuesto una serie de medidas ambiciosas para fortalecer la inversión pública, mejorar el clima de negocios y modernizar la planificación urbana, pero ¿tendrán el apoyo político necesario para llevarlas adelante?
Con todo esto en la mesa, me pregunto: ¿cree usted que las alianzas público-privadas son la solución mágica para reactivar el sector construcción en Costa Rica, o deberíamos apostar por una mayor inversión estatal con mecanismos de control más estrictos? ¡Déjeme su opinión en los comentarios y pongámonos a debatir!
La verdad, la situación no es color de rosas. El sector de la construcción lleva tiempo dando tumbos, arrastrando rezagos históricos en infraestructura que nos dejan viendo feo en comparación con otros países de la región. Desde carreteras que parecen sacadas de otra época hasta problemas crónicos con la gestión del agua y un proceso burocrático que te hace querer irte al traste, todo conspira para frenar el crecimiento económico y limitar el acceso a una vivienda digna para muchísima gente. ¡Una torta!
Alfredo Volio, presidente de la CCC, fue claro: este foro no era para echarle la culpa a nadie ni para hacer balance general. Buscaban planteamientos concretos, soluciones aterrizadas que permitan romper con la inercia política y construir una verdadera visión de Estado para el desarrollo de la infraestructura. Porque, vamos, cada vez que cambia el gobierno, los proyectos se detienen, y eso nos cuesta caro a todos los costarricenses. ¡Qué sal!
Cada candidato trajo su propia vara a la mesa. Natalia Díaz abogó por aumentar la inversión pública, pero con lupa y control para evitar que se vaya en humo. Eli Feinzaig insistió en que la economía no puede despegar si no hacemos obras estratégicas que bajen los costos logísticos y faciliten la producción. Claudio Dobles, por su lado, puso énfasis en la necesidad de crear ciudades inclusivas y resilientes, capaces de enfrentar los desafíos del cambio climático y el crecimiento poblacional.
Juan Carlos Hidalgo tiró la pelota al lado privado, defendiendo las alianzas público-privadas como la clave para avanzar sin agotar las arcas del Estado. José Aguilar Berrocal y Álvaro Ramos, siguiendo la misma línea, remarcaron que estas alianzas son imprescindibles para resolver el problema de la falta de agua, un cuello de botella que afecta tanto a la vivienda como a la industria. Ramos, como promesa extra, aventuró unos 50 mil bonos de vivienda si llega a Casa Amarilla. ¡Eso sí que es meterle billete!
Pero la movida no se quedó ahí. Se habló de la importancia de modernizar la planificación urbana, incorporando criterios de sostenibilidad para evitar que sigamos construyendo un futuro lleno de problemas ambientales. También se mencionó la necesidad de simplificar trámites burocráticos, porque la maraña administrativa es un verdadero veneno que ahoga la iniciativa privada y retrasa cualquier proyecto. ¡Qué carga tener que lidiar con tanta papeleta!
Ahora bien, la pregunta que queda flotando en el aire es si realmente estos compromisos se traducirán en acciones concretas una vez que alguno de ellos esté en el sillón presidencial. Ya sabemos cómo andan las cosas por acá: promesas vacías y poca voluntad para tomar decisiones difíciles. La CCC ha propuesto una serie de medidas ambiciosas para fortalecer la inversión pública, mejorar el clima de negocios y modernizar la planificación urbana, pero ¿tendrán el apoyo político necesario para llevarlas adelante?
Con todo esto en la mesa, me pregunto: ¿cree usted que las alianzas público-privadas son la solución mágica para reactivar el sector construcción en Costa Rica, o deberíamos apostar por una mayor inversión estatal con mecanismos de control más estrictos? ¡Déjeme su opinión en los comentarios y pongámonos a debatir!
