Maes, ¿se acuerdan del cole? Ahora imagínenselo sin celulares. Ni para ver la hora, ni para stalkear en el recreo, ni para buscar la respuesta de la tarea de Estudios. Suena a ciencia ficción, ¿verdad? Pues diay, parece que esa es la nueva vara que se está cocinando en la Asamblea Legislativa. La diputada independiente Cynthia Córdoba acaba de soltar un proyecto de ley que busca mandarle un telegrama de despido a todos los celulares y tabletas personales en escuelas y colegios del país. La idea, según ella, es bajarle el volumen a las distracciones y que las notas empiecen a subir como la espuma.
La diputada no se sacó esta idea de la manga, claro está. El proyecto se apoya en un montón de informes internacionales que pintan un panorama medio oscuro. Organizaciones de peso como la OCDE y la UNESCO han tirado la alerta de que tener el chunche ese vibrando en la bolsa está directamente ligado con más ansiedad, déficit de atención, el odioso ciberacoso y, para sorpresa de nadie, un despiche en el rendimiento académico. De hecho, el último informe PISA reveló una estadística que duele: un 65% de los estudiantes confesó que el celular los distrae en plena clase de mate. ¡Así no hay Pitágoras que aguante!
Aquí es donde la cosa se pone interesante. Según Córdoba, no estaríamos inventando el agua tibia. Países que uno siempre ve como súper pro, tipo Finlandia, Singapur o los Países Bajos, ya le pusieron el freno de mano a los celulares en las aulas. La justificación es que los güilas, en lugar de quedar hipnotizados por la pantalla, vuelven a lo básico: hablar entre ellos, jugar, socializar… o sea, ser carajillos. La vara es que la tendencia es global; para este año, casi 80 sistemas educativos en el mundo ya van por esa línea. La pregunta que queda en el aire es: ¿será que nos estamos quedando atrás en una decisión que parece de puro sentido común?
Ahora, aquí es donde a uno le brinca la ardilla. Porque, vamos a ver, ¿realmente el celular es el villano absoluto de la película? ¿O es solo un síntoma de algo más grande? Prohibir por prohibir suena a la solución fácil, pero ¿qué pasa con el celular como herramienta? Para buscar un dato rápido para una tarea, para grabar una exposición, ¡para avisarle a la mamá que hoy hay que quedarse en tutorías! A veces parece más sencillo echarle la culpa al chunche tecnológico que preguntarnos si las clases son lo suficientemente interesantes para competir contra un meme. ¿No sería mejor enseñar a usarlo bien en lugar de esconderlo como si fuera contrabando?
Al final, el despiche está servido sobre la mesa. Por un lado, tenemos la data fría y pura que nos dice que menos pantalla es igual a estudiantes con mejores notas y más tranquilos. Por el otro, está la realidad de un mundo hiperconectado donde satanizar la tecnología parece ir en contra de toda lógica evolutiva. La diputada Córdoba cree que sacar los celulares de las aulas es una de las decisiones que más resultados positivos está dando en el mundo, pero la vara se siente mucho más compleja que un simple sí o no. Es un debate que toca desde la salud mental hasta los métodos de enseñanza.
Así que les tiro la bola a ustedes, maes del Foro. ¿Qué opinan? ¿Le entran a la idea de un cole 'analógico' o creen que es una medida anticuada y que el verdadero brete está en educar, no en prohibir? ¡Se abre el debate!
La diputada no se sacó esta idea de la manga, claro está. El proyecto se apoya en un montón de informes internacionales que pintan un panorama medio oscuro. Organizaciones de peso como la OCDE y la UNESCO han tirado la alerta de que tener el chunche ese vibrando en la bolsa está directamente ligado con más ansiedad, déficit de atención, el odioso ciberacoso y, para sorpresa de nadie, un despiche en el rendimiento académico. De hecho, el último informe PISA reveló una estadística que duele: un 65% de los estudiantes confesó que el celular los distrae en plena clase de mate. ¡Así no hay Pitágoras que aguante!
Aquí es donde la cosa se pone interesante. Según Córdoba, no estaríamos inventando el agua tibia. Países que uno siempre ve como súper pro, tipo Finlandia, Singapur o los Países Bajos, ya le pusieron el freno de mano a los celulares en las aulas. La justificación es que los güilas, en lugar de quedar hipnotizados por la pantalla, vuelven a lo básico: hablar entre ellos, jugar, socializar… o sea, ser carajillos. La vara es que la tendencia es global; para este año, casi 80 sistemas educativos en el mundo ya van por esa línea. La pregunta que queda en el aire es: ¿será que nos estamos quedando atrás en una decisión que parece de puro sentido común?
Ahora, aquí es donde a uno le brinca la ardilla. Porque, vamos a ver, ¿realmente el celular es el villano absoluto de la película? ¿O es solo un síntoma de algo más grande? Prohibir por prohibir suena a la solución fácil, pero ¿qué pasa con el celular como herramienta? Para buscar un dato rápido para una tarea, para grabar una exposición, ¡para avisarle a la mamá que hoy hay que quedarse en tutorías! A veces parece más sencillo echarle la culpa al chunche tecnológico que preguntarnos si las clases son lo suficientemente interesantes para competir contra un meme. ¿No sería mejor enseñar a usarlo bien en lugar de esconderlo como si fuera contrabando?
Al final, el despiche está servido sobre la mesa. Por un lado, tenemos la data fría y pura que nos dice que menos pantalla es igual a estudiantes con mejores notas y más tranquilos. Por el otro, está la realidad de un mundo hiperconectado donde satanizar la tecnología parece ir en contra de toda lógica evolutiva. La diputada Córdoba cree que sacar los celulares de las aulas es una de las decisiones que más resultados positivos está dando en el mundo, pero la vara se siente mucho más compleja que un simple sí o no. Es un debate que toca desde la salud mental hasta los métodos de enseñanza.
Así que les tiro la bola a ustedes, maes del Foro. ¿Qué opinan? ¿Le entran a la idea de un cole 'analógico' o creen que es una medida anticuada y que el verdadero brete está en educar, no en prohibir? ¡Se abre el debate!