A ver, maes, pongámonos serios un toque. ¿Ustedes se acuerdan qué estaban haciendo a los 11 años? Yo, honestamente, me preocupaba por la tarea de Estudios Sociales, por si me alcanzaba la plata para el granizado a la salida de la escuela y mi mayor logro deportivo era ganar en quemados sin que me pegaran en la cara. Mientras tanto, en Cieneguita de Limón, hay una güila de esa misma edad que ya tiene más medallas que años de vida y que está poniendo a todo el mundo a hablar. Se llama Mikela Castro, y si no la tienen en el radar, apunten ese nombre, porque la vara es que esta niña es un absoluto fenómeno.
Es que, diay, uno lee los titulares y piensa "ah, qué tuanis, otra promesa". Pero no, mae, lo de Mikela ya trascendió la categoría de "promesa" para convertirse en una realidad que asusta. Vamos a los datos duros, porque aquí nos gusta la precisión. En el Circuito Nacional de este año, la mae no ganó una, ni dos, sino TRES categorías: Sub-12, Sub-14 y Sub-16. Repito, tiene 11 años y está compitiendo –y ganando– contra adolescentes de 16. ¡Qué nivel! Es como si un carajillo de escuela estuviera jugando en la mejenga de los de quinto año del cole y metiendo todos los goles. Y para ponerle la cereza al pastel, la historia cuenta que con apenas 9 añitos ya dominaba la categoría Sub-10 mixta. O sea, no solo le ganaba a las chiquitas de su edad, sino también a los güilas. ¡Qué carga! Eso no es solo talento, es tener una mentalidad de acero desde la cuna.
Pero el patio de la casa ya se le quedó pequeño. Este año, Mikela se montó en un avión como parte de la Selección Nacional para ir a medirse contra la crema y nata del surf en el Mundial de la ISA en El Salvador. Y aquí es donde la historia se pone todavía mejor. Obviamente, enfrentó a surfistas que le doblan y hasta triplican la edad, gente con patrocinadores, años de experiencia y un recorrido que intimida a cualquiera. ¿Y qué hizo Mikela? Se mandó al agua sin arrugarse. Quedó en la posición 57 del mundo. A primera vista uno podría decir "quedó de 57", pero pónganle mente: en su primer Mundial Open, con 11 años, dejó en el camino a rivales de cuatro países. Eso es una declaración de intenciones. Mientras otros a su edad están aprendiendo a manejar la presión de un examen, ella ya sabe lo que es representar a Costa Rica en el escenario más grande de todos.
Lo más chiva de todo esto es que Mikela no es una anomalía, sino la punta de lanza de una nueva generación que viene empujando con una fuerza increíble. Ya tenemos a nuestros titanes consolidados como Brisa Hennessy, Leilany McGonagle y Carlos Muñoz, que nos tienen acostumbrados a ver la bandera tricolor en lo más alto. Pero detrás de ellos viene un tsunami de talento joven como Darshan Antequera, Sam Reidy o Lia Díaz, y ahora Mikela se suma a esa lista con una autoridad impresionante. Es la prueba de que el surf tico no es una moda pasajera, sino un semillero de atletas de clase mundial que se alimenta desde la base, desde lugares como Cieneguita, que demuestran que el talento puede florecer en cualquier rincón del país si se le da la oportunidad y el apoyo.
Al final del día, la historia de Mikela Castro es más que solo surf. Es un recordatorio de que la edad es solo un número cuando hay disciplina, pasión y un talento descomunal. Es una inyección de optimismo puro, de ver a una niña de Limón, con su sonrisa y su tabla, demostrarle al mundo que en Costa Rica las cosas se están haciendo muy bien en este brete. Verla competir es, sinceramente, un espectáculo. Una mezcla de técnica, garra y una valentía que contagia. Ella no solo está surfeando olas; está surfeando sobre las expectativas y construyendo un legado que apenas comienza. Y eso, maes, es algo que nos debería llenar de orgullo a todos.
En fin, se nota que la vara me emociona. Pero abro el foro para que hablemos paja: Más allá del surf, ¿qué creen que significa para el país y para otras disciplinas tener figuras como Mikela, tan jóvenes y rompiéndola a este nivel?
Es que, diay, uno lee los titulares y piensa "ah, qué tuanis, otra promesa". Pero no, mae, lo de Mikela ya trascendió la categoría de "promesa" para convertirse en una realidad que asusta. Vamos a los datos duros, porque aquí nos gusta la precisión. En el Circuito Nacional de este año, la mae no ganó una, ni dos, sino TRES categorías: Sub-12, Sub-14 y Sub-16. Repito, tiene 11 años y está compitiendo –y ganando– contra adolescentes de 16. ¡Qué nivel! Es como si un carajillo de escuela estuviera jugando en la mejenga de los de quinto año del cole y metiendo todos los goles. Y para ponerle la cereza al pastel, la historia cuenta que con apenas 9 añitos ya dominaba la categoría Sub-10 mixta. O sea, no solo le ganaba a las chiquitas de su edad, sino también a los güilas. ¡Qué carga! Eso no es solo talento, es tener una mentalidad de acero desde la cuna.
Pero el patio de la casa ya se le quedó pequeño. Este año, Mikela se montó en un avión como parte de la Selección Nacional para ir a medirse contra la crema y nata del surf en el Mundial de la ISA en El Salvador. Y aquí es donde la historia se pone todavía mejor. Obviamente, enfrentó a surfistas que le doblan y hasta triplican la edad, gente con patrocinadores, años de experiencia y un recorrido que intimida a cualquiera. ¿Y qué hizo Mikela? Se mandó al agua sin arrugarse. Quedó en la posición 57 del mundo. A primera vista uno podría decir "quedó de 57", pero pónganle mente: en su primer Mundial Open, con 11 años, dejó en el camino a rivales de cuatro países. Eso es una declaración de intenciones. Mientras otros a su edad están aprendiendo a manejar la presión de un examen, ella ya sabe lo que es representar a Costa Rica en el escenario más grande de todos.
Lo más chiva de todo esto es que Mikela no es una anomalía, sino la punta de lanza de una nueva generación que viene empujando con una fuerza increíble. Ya tenemos a nuestros titanes consolidados como Brisa Hennessy, Leilany McGonagle y Carlos Muñoz, que nos tienen acostumbrados a ver la bandera tricolor en lo más alto. Pero detrás de ellos viene un tsunami de talento joven como Darshan Antequera, Sam Reidy o Lia Díaz, y ahora Mikela se suma a esa lista con una autoridad impresionante. Es la prueba de que el surf tico no es una moda pasajera, sino un semillero de atletas de clase mundial que se alimenta desde la base, desde lugares como Cieneguita, que demuestran que el talento puede florecer en cualquier rincón del país si se le da la oportunidad y el apoyo.
Al final del día, la historia de Mikela Castro es más que solo surf. Es un recordatorio de que la edad es solo un número cuando hay disciplina, pasión y un talento descomunal. Es una inyección de optimismo puro, de ver a una niña de Limón, con su sonrisa y su tabla, demostrarle al mundo que en Costa Rica las cosas se están haciendo muy bien en este brete. Verla competir es, sinceramente, un espectáculo. Una mezcla de técnica, garra y una valentía que contagia. Ella no solo está surfeando olas; está surfeando sobre las expectativas y construyendo un legado que apenas comienza. Y eso, maes, es algo que nos debería llenar de orgullo a todos.
En fin, se nota que la vara me emociona. Pero abro el foro para que hablemos paja: Más allá del surf, ¿qué creen que significa para el país y para otras disciplinas tener figuras como Mikela, tan jóvenes y rompiéndola a este nivel?