Maes, ¿se acuerdan del despiche monumental que fue la caída de Desyfin? Para muchos fue un baldazo de agua fría, de esos que te recuerdan que en el mundo de las finanzas no hay nada escrito en piedra. Bueno, pues parece que dentro de todo el caos, empieza a verse una pequeña luz, aunque sea tenue. La noticia es que Conassif, la gente que pone las reglas del juego financiero, acaba de autorizar un pago de casi $51 millones a un grupo de los afectados. Ojo, esto no es para todos, pero para 195 personas que tenían su plata ahí, es un respiro.
Vamos a desmenuzar la vara, porque tiene su ciencia. Este pago es para los "depositantes no garantizados", que en tico simple significa la gente que le metió más harina al asunto y que, por ende, tenía un riesgo mayor. Diay, la mala noticia es que no les van a devolver el 100%. Según la Sugef, les va a llegar un 48.97% de sus recursos. O sea, un poquito menos de la mitad. Si usted tenía $10.000, le van a llegar como $4.900. No es lo ideal, para nada, pero después de meses de incertidumbre, ver algo de esa platica de vuelta es mejor que un manazo en la cara. Se supone que la transferencia les tiene que caer a más tardar el 19 de setiembre.
Pero, ¿de dónde sale esa plata? No es magia. Esto es parte del brete de la resolución, que es básicamente desarmar el rompecabezas de Desyfin y ver qué se puede rescatar. Para sumar a la bolsa, también se adjudicaron 17 inmuebles que eran de la financiera por un valor de $4.7 millones. Es como cuando se acaba la fiesta y hay que empezar a recoger las botellas para ver si se recupera algo para el reciclaje. Están rascando de todo lado para poder pagarle a la gente, y eso, al menos, demuestra que el mecanismo está funcionando, lento y doloroso, pero funcionando.
Ahora, aquí es donde la cosa se pone casi surrealista y demuestra el desorden que se armó. Más allá de este grupo que está por recibir casi la mitad de su inversión, las autoridades recordaron algo increíble: todavía hay más de 2.500 personas que SÍ tenían sus depósitos garantizados (o sea, los que por ley debían recuperar su dinero primero y sin tanto enredo) que no han acreditado sus cuentas para recibir la plata. ¡Así como lo leen! El dinero está ahí, esperándolos, y por alguna razón no lo han reclamado. Uno no sabe si es por desinformación, desconfianza o porque simplemente no se han dado cuenta. ¡Qué torta! Tener la plata asegurada y no mover un dedo para recuperarla es de no creer.
Al final, esta noticia de Desyfin es un coctel de emociones. Por un lado, da un respiro saber que el sistema, aunque sea a tropezones, está devolviendo una parte importante del dinero a los más afectados. Pero por otro, nos deja ese sabor amargo de que al final del día, casi 200 personas perdieron la mitad de sus ahorros porque una entidad se jaló una torta gigante. Los que salieron más salados en esta historia ven una luz, pero la confianza en el sistema financiero queda golpeada. Es un recordatorio de que hay que tener mil ojos antes de decidir dónde ponemos el fruto de nuestro trabajo.
Y con todo esto sobre la mesa, les pregunto a ustedes, maes: Después de ver este despiche, ¿siguen confiando igual en las financieras y bancos del país? ¿O ahora se fijan el triple antes de meter la platica en algún lado? ¡Los leo en los comentarios!
Vamos a desmenuzar la vara, porque tiene su ciencia. Este pago es para los "depositantes no garantizados", que en tico simple significa la gente que le metió más harina al asunto y que, por ende, tenía un riesgo mayor. Diay, la mala noticia es que no les van a devolver el 100%. Según la Sugef, les va a llegar un 48.97% de sus recursos. O sea, un poquito menos de la mitad. Si usted tenía $10.000, le van a llegar como $4.900. No es lo ideal, para nada, pero después de meses de incertidumbre, ver algo de esa platica de vuelta es mejor que un manazo en la cara. Se supone que la transferencia les tiene que caer a más tardar el 19 de setiembre.
Pero, ¿de dónde sale esa plata? No es magia. Esto es parte del brete de la resolución, que es básicamente desarmar el rompecabezas de Desyfin y ver qué se puede rescatar. Para sumar a la bolsa, también se adjudicaron 17 inmuebles que eran de la financiera por un valor de $4.7 millones. Es como cuando se acaba la fiesta y hay que empezar a recoger las botellas para ver si se recupera algo para el reciclaje. Están rascando de todo lado para poder pagarle a la gente, y eso, al menos, demuestra que el mecanismo está funcionando, lento y doloroso, pero funcionando.
Ahora, aquí es donde la cosa se pone casi surrealista y demuestra el desorden que se armó. Más allá de este grupo que está por recibir casi la mitad de su inversión, las autoridades recordaron algo increíble: todavía hay más de 2.500 personas que SÍ tenían sus depósitos garantizados (o sea, los que por ley debían recuperar su dinero primero y sin tanto enredo) que no han acreditado sus cuentas para recibir la plata. ¡Así como lo leen! El dinero está ahí, esperándolos, y por alguna razón no lo han reclamado. Uno no sabe si es por desinformación, desconfianza o porque simplemente no se han dado cuenta. ¡Qué torta! Tener la plata asegurada y no mover un dedo para recuperarla es de no creer.
Al final, esta noticia de Desyfin es un coctel de emociones. Por un lado, da un respiro saber que el sistema, aunque sea a tropezones, está devolviendo una parte importante del dinero a los más afectados. Pero por otro, nos deja ese sabor amargo de que al final del día, casi 200 personas perdieron la mitad de sus ahorros porque una entidad se jaló una torta gigante. Los que salieron más salados en esta historia ven una luz, pero la confianza en el sistema financiero queda golpeada. Es un recordatorio de que hay que tener mil ojos antes de decidir dónde ponemos el fruto de nuestro trabajo.
Y con todo esto sobre la mesa, les pregunto a ustedes, maes: Después de ver este despiche, ¿siguen confiando igual en las financieras y bancos del país? ¿O ahora se fijan el triple antes de meter la platica en algún lado? ¡Los leo en los comentarios!