Maes, pónganle atención a esta vara, porque es de esas que nos tocan la fibra a todos. ¿Se acuerdan del sueño tico de tener choza propia? Diay, parece que el mismo Gobierno le está metiendo una zancadilla. La noticia es que el Ministerio de Hacienda le metió un recorte de plata feísimo al Banco Hipotecario de la Vivienda (Banhvi), que es el que maneja toda la harina para los bonos familiares. Y claro, ahora la Ministra de Vivienda, Grettel Vega, sale a decir que sí, que el recorte es “importante”, pero que no nos preocupemos, que ellos ven a ver cómo solucionan. El clásico “tranquilos, todo está fríamente calculado” que ya nos conocemos.
Vamos a los números, porque papelito habla. Entre 2015 y 2021, se daban en promedio casi 12.000 bonos por año. ¡Un montón de familias estrenando casa! Pero desde 2022 la cosa se vino en picada, y ahora andamos por los 8.000 o 9.000 bonos anuales. ¿La razón? El año pasado le quitaron ₡20.000 millones al Banhvi y este año la suma subió a ₡24.000 millones. ¡Es un platal absurdo! La justificación oficial es que esa plata se fue para becas Avancemos y otras ayudas. Nadie dice que eso esté mal, pero se siente como desvestir a un santo para vestir a otro, y al final los que sueñan con un techito propio son los que terminan pagando los platos rotos.
Lo más tenso es que los que saben del tema, como la gente del Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos (CFIA), ya pegaron el grito al cielo. Sacaron un informe donde básicamente le dicen al Gobierno que se están jalando una torta. Advierten que si siguen con esa tijera, todo el avance que se había logrado para bajar el déficit de vivienda podría irse al traste. Y seamos honestos, ¿quiénes son los más afectados? Las familias más humildes, las que dependen al 100% de ese bono para poder tener un lugar decente donde vivir. Para ellos, este recorte no es un número en un periódico, es la puerta de su futura casa cerrándoseles en la cara.
Y aquí viene el giro interesante. Cuando a la ministra Vega la ponen contra las cuerdas con las cifras, cambia el discurso y dice que ahora el enfoque no es tanto la cantidad de bonos, sino la *calidad* de las casas que se entregan. Reconoce que antes se entregaban viviendas que a los cinco años ya daban pena, con materiales malos y en terrenos complicados. ¡Qué despiche! Y ahora, curiosamente, le pide ayuda al mismo CFIA que los criticó para que les ayude a crear lineamientos de calidad. Una jugada astuta, sin duda, pero que suena un poco a querer desviar la atención del verdadero problema: la falta de presupuesto.
Entonces, la situación queda así: el Gobierno recorta un montón de plata vital para la vivienda social, la cantidad de bonos baja y el sueño de tener casa se complica para miles de familias. Como respuesta, nos dicen que no nos fijemos en cuántas casas se hacen, sino en lo bonitas que van a ser las pocas que sí se logren construir. Una vara complicada. Diay, maes, ¿ustedes qué opinan de todo este enredo? ¿Es pura hablada para justificar el recorte o de verdad se puede lograr más calidad con menos plata? ¿O al final los que de verdad necesitan el bono van a terminar... salados?
Vamos a los números, porque papelito habla. Entre 2015 y 2021, se daban en promedio casi 12.000 bonos por año. ¡Un montón de familias estrenando casa! Pero desde 2022 la cosa se vino en picada, y ahora andamos por los 8.000 o 9.000 bonos anuales. ¿La razón? El año pasado le quitaron ₡20.000 millones al Banhvi y este año la suma subió a ₡24.000 millones. ¡Es un platal absurdo! La justificación oficial es que esa plata se fue para becas Avancemos y otras ayudas. Nadie dice que eso esté mal, pero se siente como desvestir a un santo para vestir a otro, y al final los que sueñan con un techito propio son los que terminan pagando los platos rotos.
Lo más tenso es que los que saben del tema, como la gente del Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos (CFIA), ya pegaron el grito al cielo. Sacaron un informe donde básicamente le dicen al Gobierno que se están jalando una torta. Advierten que si siguen con esa tijera, todo el avance que se había logrado para bajar el déficit de vivienda podría irse al traste. Y seamos honestos, ¿quiénes son los más afectados? Las familias más humildes, las que dependen al 100% de ese bono para poder tener un lugar decente donde vivir. Para ellos, este recorte no es un número en un periódico, es la puerta de su futura casa cerrándoseles en la cara.
Y aquí viene el giro interesante. Cuando a la ministra Vega la ponen contra las cuerdas con las cifras, cambia el discurso y dice que ahora el enfoque no es tanto la cantidad de bonos, sino la *calidad* de las casas que se entregan. Reconoce que antes se entregaban viviendas que a los cinco años ya daban pena, con materiales malos y en terrenos complicados. ¡Qué despiche! Y ahora, curiosamente, le pide ayuda al mismo CFIA que los criticó para que les ayude a crear lineamientos de calidad. Una jugada astuta, sin duda, pero que suena un poco a querer desviar la atención del verdadero problema: la falta de presupuesto.
Entonces, la situación queda así: el Gobierno recorta un montón de plata vital para la vivienda social, la cantidad de bonos baja y el sueño de tener casa se complica para miles de familias. Como respuesta, nos dicen que no nos fijemos en cuántas casas se hacen, sino en lo bonitas que van a ser las pocas que sí se logren construir. Una vara complicada. Diay, maes, ¿ustedes qué opinan de todo este enredo? ¿Es pura hablada para justificar el recorte o de verdad se puede lograr más calidad con menos plata? ¿O al final los que de verdad necesitan el bono van a terminar... salados?