Maes, a veces uno está scrolleando en el teléfono, viendo noticias de presas y política, y de repente se topa con una vara que le pone la piel de gallina y le reubica las prioridades en dos segundos. Hoy me pasó con una nota de CRHoy sobre un rescate que está haciendo la Cruz Roja en Telire, Talamanca. Y no, no es un rescate cualquiera. Estamos hablando de que un equipo de cruzrojistas se metió una caminata de 12 horas, ¡doce horas!, por pura montaña y ríos para llegar a atender a una señora. Honestamente, lean eso otra vez. Doce horas a pata. Eso no es un brete, eso es una misión de vida.
La situación es un despiche total. Se trata de una señora de 46 años en una zona indígena completamente aislada. La nota dice que llevaba cinco días con dolor abdominal, vómitos y deshidratación. Cinco días. Imagínense la angustia, el dolor, la desesperación de sentirse así en un lugar donde no se puede simplemente llamar al 911 y esperar que una ambulancia llegue en 15 minutos. Para ella, la ayuda más cercana estaba, literalmente, a medio día de travesía por el terreno más complicado que uno se pueda imaginar. Esto va más allá de un simple dolor de panza; es una situación de vida o muerte donde cada hora cuenta y el reloj juega en contra de una forma brutal.
Y aquí es donde uno tiene que quitarse el sombrero. Estos maes de la Cruz Roja son unos cargas. Punto. No hay otra forma de describirlo. Mientras la mayoría de nosotros nos quejamos porque el Internet está lento o porque nos tocó la presa de la tarde, esta gente se echa el equipo médico al hombro y se lanza a una odisea física y mental que pocos aguantarían. ¡Qué nivel de compromiso! No es solo la condición física para aguantar 12 horas de caminata intensa, es la vocación, la empatía de saber que hay alguien pasándola fatal al otro lado de la montaña y tomar la decisión de ir, sin importar lo difícil que sea el camino. A esta gente no le pagan lo suficiente, se los aseguro.
Ahora, el drama no termina cuando llegan. Ese es apenas el primer acto. Ya la estabilizaron, pero ahora viene el verdadero reto logístico: sacarla de ahí. La opción "fácil" es un helicóptero, pero diay, todos sabemos que eso depende del clima, de la disponibilidad, de mil varas más. ¿Y si la opción aérea falla? Prepárense para esto: la evacuación por tierra tomaría MÁS DE 48 HORAS. ¡Dos días! Dos días cargando a una paciente delicada por el mismo terreno infernal. Es una locura que nos recuerda la cruda realidad de muchísimas comunidades en nuestro país, donde el acceso a servicios básicos como la salud es un privilegio que se mide en días de caminata y no en kilómetros de asfalto.
Esta noticia tiene dos caras. Por un lado, es un aplauso de pie para esos cruzrojistas que son, sin exagerar, héroes anónimos. Son la prueba viviente de que en Costa Rica hay gente excepcional. Pero por otro, es un manazo en la cara que nos recuerda la deuda histórica y el abandono que sufren nuestras poblaciones indígenas. Es increíble que en pleno 2025 todavía existan costarricenses tan desconectados que una emergencia médica se convierta en una expedición de supervivencia. Así que, más allá de la admiración, esto debería generarnos una profunda reflexión. Por eso les pregunto, maes: ¿No creen que esta vara, más allá de un rescate heroico, es el síntoma de un abandono estatal que ya no podemos seguir ignorando? ¿Qué soluciones reales se les ocurren? Los leo.
La situación es un despiche total. Se trata de una señora de 46 años en una zona indígena completamente aislada. La nota dice que llevaba cinco días con dolor abdominal, vómitos y deshidratación. Cinco días. Imagínense la angustia, el dolor, la desesperación de sentirse así en un lugar donde no se puede simplemente llamar al 911 y esperar que una ambulancia llegue en 15 minutos. Para ella, la ayuda más cercana estaba, literalmente, a medio día de travesía por el terreno más complicado que uno se pueda imaginar. Esto va más allá de un simple dolor de panza; es una situación de vida o muerte donde cada hora cuenta y el reloj juega en contra de una forma brutal.
Y aquí es donde uno tiene que quitarse el sombrero. Estos maes de la Cruz Roja son unos cargas. Punto. No hay otra forma de describirlo. Mientras la mayoría de nosotros nos quejamos porque el Internet está lento o porque nos tocó la presa de la tarde, esta gente se echa el equipo médico al hombro y se lanza a una odisea física y mental que pocos aguantarían. ¡Qué nivel de compromiso! No es solo la condición física para aguantar 12 horas de caminata intensa, es la vocación, la empatía de saber que hay alguien pasándola fatal al otro lado de la montaña y tomar la decisión de ir, sin importar lo difícil que sea el camino. A esta gente no le pagan lo suficiente, se los aseguro.
Ahora, el drama no termina cuando llegan. Ese es apenas el primer acto. Ya la estabilizaron, pero ahora viene el verdadero reto logístico: sacarla de ahí. La opción "fácil" es un helicóptero, pero diay, todos sabemos que eso depende del clima, de la disponibilidad, de mil varas más. ¿Y si la opción aérea falla? Prepárense para esto: la evacuación por tierra tomaría MÁS DE 48 HORAS. ¡Dos días! Dos días cargando a una paciente delicada por el mismo terreno infernal. Es una locura que nos recuerda la cruda realidad de muchísimas comunidades en nuestro país, donde el acceso a servicios básicos como la salud es un privilegio que se mide en días de caminata y no en kilómetros de asfalto.
Esta noticia tiene dos caras. Por un lado, es un aplauso de pie para esos cruzrojistas que son, sin exagerar, héroes anónimos. Son la prueba viviente de que en Costa Rica hay gente excepcional. Pero por otro, es un manazo en la cara que nos recuerda la deuda histórica y el abandono que sufren nuestras poblaciones indígenas. Es increíble que en pleno 2025 todavía existan costarricenses tan desconectados que una emergencia médica se convierta en una expedición de supervivencia. Así que, más allá de la admiración, esto debería generarnos una profunda reflexión. Por eso les pregunto, maes: ¿No creen que esta vara, más allá de un rescate heroico, es el síntoma de un abandono estatal que ya no podemos seguir ignorando? ¿Qué soluciones reales se les ocurren? Los leo.