¡Ay, patético! Ya casi cuatro años desde aquella tragedia en Quepos, y la familia de Rüdiger Schickhaus y Manuela Daxer todavía esperando poder darle cristiana sepultura a sus seres queridos. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) nos anda dando vueltas con fechas, parece que jugando con el dolor de la gente. Se supone que sería este lunes, pero... ¿quién sabe?
La historia, para los que andan distraídos, es que estos dos europeos encontraron su fin en septiembre del año pasado, dentro de su propia casa. Un robo que se tornó horrendo, donde los encontraron atados y enterrados. ¡Qué barbaridad!, un escenario digno de película de terror, pero real. El OIJ ha estado investigando a fondo, tratando de esclarecer quiénes son los responsables de semejante acto.
Y ahora, resulta que la embajada alemana tampoco se quiere pronunciar mucho al respecto. Por política consular, dicen. Total, la excusa perfecta para mantenerse al margen, ¿no? Pero bueno, al menos confirmaron que están en contacto con las autoridades acá y allá, siguiendo el caso de cerca. Se entiende que es delicado, pero la familia necesita respuestas, necesita poder cerrar este capítulo tan agridulce.
Para refrescarle la memoria a algunos, Rüdiger y Manuela eran unos bichos, amigos. Llevaban ya tres años y medio viviendo tranquilamente en Costa Rica, disfrutando de la vida, del clima, de la belleza de nuestro país. Nunca nadie les sospechaba nada, eran personas sencillas, trabajadoras y muy respetuosas. Ahora, esto. Una tristeza profunda que golpea a toda la comunidad extranjera y a todos los costarricenses que apreciamos la tranquilidad y la seguridad.
Recordemos también el brete que vivió la comunidad de expats en Quepos luego de este hecho. Mucha gente se espantó, claro, y empezó a cuestionar la seguridad en la zona. Aunque siempre hemos dicho que Costa Rica es un país seguro, esta clase de incidentes nos sacuden, nos hacen pensar si realmente estamos haciendo lo suficiente para proteger a nuestros visitantes y residentes.
Y hablando de seguridad, me pregunto qué medidas se han tomado desde entonces para evitar que algo así vuelva a pasar. ¿Han reforzado la vigilancia policial en la zona? ¿Están implementando programas de prevención del delito dirigidos a turistas y extranjeros? ¿O simplemente seguimos esperando a que ocurra otra tragedia para reaccionar?
Según información obtenida, el abogado tico que ayudó a la pareja a adquirir la propiedad en Quepos, ha hablado sobre cómo hicieron la transacción legalmente. Parece que todo estaba en regla, pero eso no explica ni justifica el crimen. Es una vara complicada, porque muestra que las leyes pueden estar bien hechas, pero si hay gente con malas intenciones, nada las va a detener.
En fin, la espera sigue. Esperamos que finalmente este lunes puedan entregar los restos de Rüdiger y Manuela a sus familiares, para que puedan encontrar un poco de paz y cierre. Pero mientras tanto, me queda una gran inquietud: ¿Estamos haciendo realmente todo lo posible para garantizar la seguridad de quienes deciden hacer de Costa Rica su hogar, temporal o permanente?
La historia, para los que andan distraídos, es que estos dos europeos encontraron su fin en septiembre del año pasado, dentro de su propia casa. Un robo que se tornó horrendo, donde los encontraron atados y enterrados. ¡Qué barbaridad!, un escenario digno de película de terror, pero real. El OIJ ha estado investigando a fondo, tratando de esclarecer quiénes son los responsables de semejante acto.
Y ahora, resulta que la embajada alemana tampoco se quiere pronunciar mucho al respecto. Por política consular, dicen. Total, la excusa perfecta para mantenerse al margen, ¿no? Pero bueno, al menos confirmaron que están en contacto con las autoridades acá y allá, siguiendo el caso de cerca. Se entiende que es delicado, pero la familia necesita respuestas, necesita poder cerrar este capítulo tan agridulce.
Para refrescarle la memoria a algunos, Rüdiger y Manuela eran unos bichos, amigos. Llevaban ya tres años y medio viviendo tranquilamente en Costa Rica, disfrutando de la vida, del clima, de la belleza de nuestro país. Nunca nadie les sospechaba nada, eran personas sencillas, trabajadoras y muy respetuosas. Ahora, esto. Una tristeza profunda que golpea a toda la comunidad extranjera y a todos los costarricenses que apreciamos la tranquilidad y la seguridad.
Recordemos también el brete que vivió la comunidad de expats en Quepos luego de este hecho. Mucha gente se espantó, claro, y empezó a cuestionar la seguridad en la zona. Aunque siempre hemos dicho que Costa Rica es un país seguro, esta clase de incidentes nos sacuden, nos hacen pensar si realmente estamos haciendo lo suficiente para proteger a nuestros visitantes y residentes.
Y hablando de seguridad, me pregunto qué medidas se han tomado desde entonces para evitar que algo así vuelva a pasar. ¿Han reforzado la vigilancia policial en la zona? ¿Están implementando programas de prevención del delito dirigidos a turistas y extranjeros? ¿O simplemente seguimos esperando a que ocurra otra tragedia para reaccionar?
Según información obtenida, el abogado tico que ayudó a la pareja a adquirir la propiedad en Quepos, ha hablado sobre cómo hicieron la transacción legalmente. Parece que todo estaba en regla, pero eso no explica ni justifica el crimen. Es una vara complicada, porque muestra que las leyes pueden estar bien hechas, pero si hay gente con malas intenciones, nada las va a detener.
En fin, la espera sigue. Esperamos que finalmente este lunes puedan entregar los restos de Rüdiger y Manuela a sus familiares, para que puedan encontrar un poco de paz y cierre. Pero mientras tanto, me queda una gran inquietud: ¿Estamos haciendo realmente todo lo posible para garantizar la seguridad de quienes deciden hacer de Costa Rica su hogar, temporal o permanente?