safito
VERIFICADO
Habla de que no hay que darle webazos a los hijos,
luego que tienen derecho los homosexuales a casarse...
anda como un yuyo en las tarimas con respecto al TLC
es eso lo que quiere la juventud, que la represente una joven que no tiene caracter?
http://www.nacion.com/ln_ee/2007/julio/ ... 61238.html
El derecho a pegar
Andrea Morales Díaz
Diputada PAC
Recuerdo que mi papá supo imponer respeto desde el momento en que clavó su mirada de desaprobación ante alguna de mis travesuras infantiles; mirada que, hasta la fecha, conserva su efecto disuasivo en mi conducta. Créanme cuando les digo que esa mirada era más efectiva que cuatro fajazos iracundos. Cuando mi padre hacía uso de ese gesto poderoso, y lo acompañaba con una orden, para esta servidora se convertía en una acción ineludible e incuestionable… y quienes me conocen saben que son raras las ocasiones en las que no cuestione una orden. De manera que la autoridad de mi padre queda comprobada. Esa autoridad que ejercía nunca se vio comprometida por el hecho de que él no me pegaba –con una aislada excepción–, mas, por el contrario, la ejerce a plenitud porque utiliza una herramienta infalible: el ejemplo.
El maltrato físico a menores es inaceptable. Estas personas ¿son sujetos que detentan derechos humanos? Ustedes, seguramente, contestarán un contundente “sí”. Nosotros, adultos, vemos como algo natural que los reproches que se nos hagan no tienen que ir acompañados de un jalón de pelo, de un pellizco o de una nalgada. Y juzgamos que esto es así por un sentido de respeto a la integridad física, por una elemental consideración a nuestro derecho humano a no ser maltratados.
Aparecen los peros. Entonces, si los menores ostentan el derecho a su integridad física, ¿por qué juzgamos normal reprimirlos por medio del castigo corporal? Al contundente “sí” comienzan a aparecerle “peros”.
Todos coincidimos en que los niños son personas que razonan, entienden, sienten y que son vulnerables… vulnerables y en desventaja frente a nosotros, los adultos. Por eso precisamente debemos atenderlos de manera especial y garantizarles el desarrollo en un ambiente adecuado; es decir, sin violencia. No podemos pretender que un niño no sea violento si para educarlo utilizamos golpes. Sería como pegarle para que deje de golpear a un compañerito de juego. Esta conducta errada es contradictoria y confunde.
¿Es posible educar a un niño de manera distinta a la socialmente aceptada del azote? Tengo que decirles que sí existen otras formas de educar, pero requieren el compromiso y la disciplina de los padres. Es posible educar sin pegar.
Estimados padres de familia: he aquí tres ingredientes para una educación sin golpes: el ejemplo, el afecto y la disciplina.
Es importante que los niños vean en sus padres buenos hábitos que, necesariamente, terminarán por imitar; no habrá necesidad de repetir órdenes y mucho menos maltratarlos físicamente.
En cuanto al afecto, he de decir que las mejores lecciones de la vida se aprenden cuando las recibimos de personas a quienes respetamos y amamos. Cuando los padres son capaces de decir palabras de cariño (que construyen una adecuada autoestima) y valoran los rasgos positivos de la personalidad, se hacen acreedores de la posibilidad, no solo de indicar cuáles son las mejores características, sino también de la posibilidad de que sus hijos les hagan caso.
Finalmente, la disciplina. Con ejemplo y amor los padres tendrán la posibilidad de hacer un “pacto” con sus hijos. Las dos partes deben comprometerse a realizar acciones para la buena convivencia. Esto significa, necesariamente, que debe haber un seguimiento de los compromisos adquiridos y definir las consecuencias de los incumplimientos.
Supervisión y compromiso. Como pueden ver, esta tarea no es sencilla. Requiere una supervisión constante y, sobre todo, compromiso de actuar en esa dirección. Este paradigma de educación debe ser una política de Estado; solo así nos garantizaremos el cambio social que, sin duda, ayudará a crear una sociedad menos violenta.
A los valientes padres les aclaro que no se les penaliza su manera de enseñanza ni se les va a quitar la patria potestad, excepto en los casos actualmente contemplados en la legislación. Es más fácil propinarles a los hijos una tunda cuando se porten mal, y listo; pero no es lo mejor. Además nadie dijo que la paternidad responsable era una tarea sencilla. Por eso hay que pensarlo muy bien antes de decidir traer un bebé al mundo.
luego que tienen derecho los homosexuales a casarse...
anda como un yuyo en las tarimas con respecto al TLC
es eso lo que quiere la juventud, que la represente una joven que no tiene caracter?
http://www.nacion.com/ln_ee/2007/julio/ ... 61238.html
El derecho a pegar
Andrea Morales Díaz
Diputada PAC
Recuerdo que mi papá supo imponer respeto desde el momento en que clavó su mirada de desaprobación ante alguna de mis travesuras infantiles; mirada que, hasta la fecha, conserva su efecto disuasivo en mi conducta. Créanme cuando les digo que esa mirada era más efectiva que cuatro fajazos iracundos. Cuando mi padre hacía uso de ese gesto poderoso, y lo acompañaba con una orden, para esta servidora se convertía en una acción ineludible e incuestionable… y quienes me conocen saben que son raras las ocasiones en las que no cuestione una orden. De manera que la autoridad de mi padre queda comprobada. Esa autoridad que ejercía nunca se vio comprometida por el hecho de que él no me pegaba –con una aislada excepción–, mas, por el contrario, la ejerce a plenitud porque utiliza una herramienta infalible: el ejemplo.
El maltrato físico a menores es inaceptable. Estas personas ¿son sujetos que detentan derechos humanos? Ustedes, seguramente, contestarán un contundente “sí”. Nosotros, adultos, vemos como algo natural que los reproches que se nos hagan no tienen que ir acompañados de un jalón de pelo, de un pellizco o de una nalgada. Y juzgamos que esto es así por un sentido de respeto a la integridad física, por una elemental consideración a nuestro derecho humano a no ser maltratados.
Aparecen los peros. Entonces, si los menores ostentan el derecho a su integridad física, ¿por qué juzgamos normal reprimirlos por medio del castigo corporal? Al contundente “sí” comienzan a aparecerle “peros”.
Todos coincidimos en que los niños son personas que razonan, entienden, sienten y que son vulnerables… vulnerables y en desventaja frente a nosotros, los adultos. Por eso precisamente debemos atenderlos de manera especial y garantizarles el desarrollo en un ambiente adecuado; es decir, sin violencia. No podemos pretender que un niño no sea violento si para educarlo utilizamos golpes. Sería como pegarle para que deje de golpear a un compañerito de juego. Esta conducta errada es contradictoria y confunde.
¿Es posible educar a un niño de manera distinta a la socialmente aceptada del azote? Tengo que decirles que sí existen otras formas de educar, pero requieren el compromiso y la disciplina de los padres. Es posible educar sin pegar.
Estimados padres de familia: he aquí tres ingredientes para una educación sin golpes: el ejemplo, el afecto y la disciplina.
Es importante que los niños vean en sus padres buenos hábitos que, necesariamente, terminarán por imitar; no habrá necesidad de repetir órdenes y mucho menos maltratarlos físicamente.
En cuanto al afecto, he de decir que las mejores lecciones de la vida se aprenden cuando las recibimos de personas a quienes respetamos y amamos. Cuando los padres son capaces de decir palabras de cariño (que construyen una adecuada autoestima) y valoran los rasgos positivos de la personalidad, se hacen acreedores de la posibilidad, no solo de indicar cuáles son las mejores características, sino también de la posibilidad de que sus hijos les hagan caso.
Finalmente, la disciplina. Con ejemplo y amor los padres tendrán la posibilidad de hacer un “pacto” con sus hijos. Las dos partes deben comprometerse a realizar acciones para la buena convivencia. Esto significa, necesariamente, que debe haber un seguimiento de los compromisos adquiridos y definir las consecuencias de los incumplimientos.
Supervisión y compromiso. Como pueden ver, esta tarea no es sencilla. Requiere una supervisión constante y, sobre todo, compromiso de actuar en esa dirección. Este paradigma de educación debe ser una política de Estado; solo así nos garantizaremos el cambio social que, sin duda, ayudará a crear una sociedad menos violenta.
A los valientes padres les aclaro que no se les penaliza su manera de enseñanza ni se les va a quitar la patria potestad, excepto en los casos actualmente contemplados en la legislación. Es más fácil propinarles a los hijos una tunda cuando se porten mal, y listo; pero no es lo mejor. Además nadie dijo que la paternidad responsable era una tarea sencilla. Por eso hay que pensarlo muy bien antes de decidir traer un bebé al mundo.