¡Ay, papá! Esta vainera se puso caliente. Resulta que un exchofer de Uber, que prefirió mantener su identidad en secreto, le metió tremenda demanda a la compañía y, ¡aguante!, se llevó la victoria. Un juez del Primer Circuito Judicial de San José determinó que sí existía una relación laboral entre él y Uber durante el tiempo que él sudó la camiseta dando paseos por toda la capital y alrededores.
La movida comenzó allá por 2018, cuando el mae empezó a conducir para Uber. Trabajaba duro, ocho o diez horas diarias, echándole ganas porque ese era su sustento principal. Hasta se compró un carro nuevecito, directo de la agencia, pensando que iba a estar haciendo feria con la plataforma. Pero de repente, ¡pum!, un día lo sacaron de la onda, lo desconectaron de la aplicación sin darle ninguna justificación, ni siquiera un simple “gracias por venir”.
El pobre mae, obviamente preocupado, fue corriendo a las oficinas de Uber a preguntar qué demonios pasaba, pero ahí le dieron la respuesta más fría que se pueda imaginar: “Por políticas internas no le podemos decir nada”. Imagínate el despique, trabajando a marchas forzadas, invirtiendo en un carro y de un día para otro te dejan tirado sin siquiera explicarte por qué. Ni siquiera un reporte en su contra tenían registrado, ¡pura injusticia!
Y para colmo, la bronca económica se le vino encima. Con quedarse sin poder trabajar, se le empezaron a acumular los pagos del carro y terminó perdiéndolo. Así que, viendo que la cosa estaba fea, recordó que había escuchado sobre otras demandas similares a Uber que habían tenido éxito y pensó: “A ver si me sale la vara”.
Pues salió la vara, ¡y vaya que salió! El juzgado lo sentenció a favor del exchofer, condenando a Uber a pagarle más de ¢14 millones por concepto de vacaciones y cesantía, además de otros casi ¢3 millones por los gastos legales que tuvo que asumir. Una verdadera chimba para el mae, que recibió la noticia con gran alivio y esperanza de que esta vez sí le paguen lo que le corresponde.
Para asegurarse de que Uber no se salga con la suya, el exchofer también pidió que embargaran sus bienes y cuentas bancarias. Como dicen por ahí, ‘más vale pájaro en mano que cien volando’. Además, está considerando presentar una denuncia ante la CCSS para tratar de recuperar las cotizaciones que dejó de recibir debido a la inactividad obligada. A propósito, ¿cuántos de ustedes han trabajado o conocen a alguien que haya trabajado para estas plataformas digitales y hayan sufrido situaciones similares?
Aunque la sentencia es de primera instancia, y Uber ha apelado el caso, las cosas se ven bastante bien para el exchofer. Existe un precedente muy reciente, de agosto pasado, en el que el Tribunal de Apelación confirmó una decisión similar en otro caso, así que hay buenas esperanzas de que esta vez también le den la razón. Esto podría abrirles paso a otras demandas similares y obligar a Uber a replantearse su relación laboral con sus conductores.
Ahora la bola está en el techo de Uber. Habrá que ver si cumplen con la sentencia o seguirán buscando cavilaciones legales para evadir sus responsabilidades. Mientras tanto, este caso nos hace reflexionar sobre la importancia de proteger los derechos laborales de quienes trabajan en la economía digital. ¿Ustedes creen que las plataformas como Uber deberían ser consideradas empleadores y tener que cumplir con todas las obligaciones laborales correspondientes?
La movida comenzó allá por 2018, cuando el mae empezó a conducir para Uber. Trabajaba duro, ocho o diez horas diarias, echándole ganas porque ese era su sustento principal. Hasta se compró un carro nuevecito, directo de la agencia, pensando que iba a estar haciendo feria con la plataforma. Pero de repente, ¡pum!, un día lo sacaron de la onda, lo desconectaron de la aplicación sin darle ninguna justificación, ni siquiera un simple “gracias por venir”.
El pobre mae, obviamente preocupado, fue corriendo a las oficinas de Uber a preguntar qué demonios pasaba, pero ahí le dieron la respuesta más fría que se pueda imaginar: “Por políticas internas no le podemos decir nada”. Imagínate el despique, trabajando a marchas forzadas, invirtiendo en un carro y de un día para otro te dejan tirado sin siquiera explicarte por qué. Ni siquiera un reporte en su contra tenían registrado, ¡pura injusticia!
Y para colmo, la bronca económica se le vino encima. Con quedarse sin poder trabajar, se le empezaron a acumular los pagos del carro y terminó perdiéndolo. Así que, viendo que la cosa estaba fea, recordó que había escuchado sobre otras demandas similares a Uber que habían tenido éxito y pensó: “A ver si me sale la vara”.
Pues salió la vara, ¡y vaya que salió! El juzgado lo sentenció a favor del exchofer, condenando a Uber a pagarle más de ¢14 millones por concepto de vacaciones y cesantía, además de otros casi ¢3 millones por los gastos legales que tuvo que asumir. Una verdadera chimba para el mae, que recibió la noticia con gran alivio y esperanza de que esta vez sí le paguen lo que le corresponde.
Para asegurarse de que Uber no se salga con la suya, el exchofer también pidió que embargaran sus bienes y cuentas bancarias. Como dicen por ahí, ‘más vale pájaro en mano que cien volando’. Además, está considerando presentar una denuncia ante la CCSS para tratar de recuperar las cotizaciones que dejó de recibir debido a la inactividad obligada. A propósito, ¿cuántos de ustedes han trabajado o conocen a alguien que haya trabajado para estas plataformas digitales y hayan sufrido situaciones similares?
Aunque la sentencia es de primera instancia, y Uber ha apelado el caso, las cosas se ven bastante bien para el exchofer. Existe un precedente muy reciente, de agosto pasado, en el que el Tribunal de Apelación confirmó una decisión similar en otro caso, así que hay buenas esperanzas de que esta vez también le den la razón. Esto podría abrirles paso a otras demandas similares y obligar a Uber a replantearse su relación laboral con sus conductores.
Ahora la bola está en el techo de Uber. Habrá que ver si cumplen con la sentencia o seguirán buscando cavilaciones legales para evadir sus responsabilidades. Mientras tanto, este caso nos hace reflexionar sobre la importancia de proteger los derechos laborales de quienes trabajan en la economía digital. ¿Ustedes creen que las plataformas como Uber deberían ser consideradas empleadores y tener que cumplir con todas las obligaciones laborales correspondientes?
