¡Ay, Dios mío! Este finde nos dejó con el corazón en la boca, mae. El OIJ tuvo que confirmar la captura de dos jovencitos – uno de 17 y el otro de 19 – acusados de estar detrás de un homicidio en Agua Zarcas, San Carlos. Y eso no fue todo, porque apenas unas horas después, otra tragedia similar ocurría en Desamparados. ¡Qué panorama!
Los hechos comenzaron el viernes en la noche, cuando estos dos sujetos, andaban paseando en una moto por Agua Zarcas, fueron directo a un puesto de comida rápida y le pegaron unos balazos a un señor de 29 años, identificado como Hidalgo. Dicen que no dio vuelta. La Fuerza Pública, esos sí que reaccionaron rápido, los agarró a unos tres kilometros de la escena, camino a Venecia, con los cascos y la moto en mano. Se recuperó evidencia importante, dicen, por ahí cerca del lugar donde los capturaron.
Pero la cosa no terminó ahí, chunches. Al amanecer de este sábado, en San Juan de Dios de Desamparados, ocurrió otro hecho terrible. Un mae, todavía sin identificar, recibió varios plomazos desde una moto y expiró allí mismo, en la calle. Lo peor es que otro joven, un tal Solano de 19 años, salió herido en el tiroteo. Claramente, esto pinta feo, nadie entiende qué está pasando, diay. Parece que estamos viendo un retroceso alarmante en nuestra seguridad.
Según datos oficiales del OIJ, hasta el viernes pasado ya iban 626 crímenes registrados en el país durante este 2025. Aunque hay 12 homicidios menos que el año anterior, la sensación general es de inquietud. Esto nos recuerda que, aunque haya habido una ligera disminución, la violencia sigue siendo una preocupación constante. San José, como siempre, sigue siendo la provincia con mayor número de asesinatos, acumulando 210 hasta ahora este año. Ya se imaginarán la cara que tienen nuestros vecinos allá.
Muchos se preguntan cuáles son las razones detrás de estos ataques. Algunos apuntan al narcotráfico, otros a venganzas personales, y otros simplemente ven reflejada una crisis social profunda. El gobierno ha prometido reforzar las medidas de seguridad, aumentar la presencia policial y atacar las causas estructurales de la violencia, pero algunos se muestran escépticos. ¿Será suficiente, mae?
Este tipo de situaciones nos hacen reflexionar sobre la necesidad de fortalecer el tejido social, promover valores de respeto y tolerancia, y brindar oportunidades a los jóvenes para alejarlos de las calles. No podemos seguir esperando que la policía resuelva todos los problemas; necesitamos un esfuerzo colectivo para construir una sociedad más justa y segura. Además, el panorama económico no ayuda mucho, con tantas personas buscando brete y sintiéndose frustradas, el ambiente se calienta y la delincuencia encuentra terreno fértil.
Es evidente que la situación requiere de un análisis profundo y de soluciones integrales. Necesitamos invertir en educación, salud, empleo y programas sociales que aborden las desigualdades y promuevan el desarrollo sostenible. También es fundamental fortalecer la colaboración entre el gobierno, la sociedad civil y el sector privado para abordar este desafío de manera efectiva. El problema no es solo “agarrar” a los culpables, sino evitar que estos actos ocurran en primer lugar. Que pena ver cómo la juventud se va por el mal camino.
Y así, mientras las investigaciones avanzan y los responsables enfrentarán la justicia, queda la gran pregunta en el aire: ¿Cómo podemos, como sociedad costarricense, frenar esta espiral de violencia y recuperar la paz y tranquilidad que alguna vez caracterizó a nuestro país? ¿Creen que las políticas actuales son suficientes o debemos buscar nuevas estrategias para combatir la delincuencia y proteger a nuestras comunidades?
Los hechos comenzaron el viernes en la noche, cuando estos dos sujetos, andaban paseando en una moto por Agua Zarcas, fueron directo a un puesto de comida rápida y le pegaron unos balazos a un señor de 29 años, identificado como Hidalgo. Dicen que no dio vuelta. La Fuerza Pública, esos sí que reaccionaron rápido, los agarró a unos tres kilometros de la escena, camino a Venecia, con los cascos y la moto en mano. Se recuperó evidencia importante, dicen, por ahí cerca del lugar donde los capturaron.
Pero la cosa no terminó ahí, chunches. Al amanecer de este sábado, en San Juan de Dios de Desamparados, ocurrió otro hecho terrible. Un mae, todavía sin identificar, recibió varios plomazos desde una moto y expiró allí mismo, en la calle. Lo peor es que otro joven, un tal Solano de 19 años, salió herido en el tiroteo. Claramente, esto pinta feo, nadie entiende qué está pasando, diay. Parece que estamos viendo un retroceso alarmante en nuestra seguridad.
Según datos oficiales del OIJ, hasta el viernes pasado ya iban 626 crímenes registrados en el país durante este 2025. Aunque hay 12 homicidios menos que el año anterior, la sensación general es de inquietud. Esto nos recuerda que, aunque haya habido una ligera disminución, la violencia sigue siendo una preocupación constante. San José, como siempre, sigue siendo la provincia con mayor número de asesinatos, acumulando 210 hasta ahora este año. Ya se imaginarán la cara que tienen nuestros vecinos allá.
Muchos se preguntan cuáles son las razones detrás de estos ataques. Algunos apuntan al narcotráfico, otros a venganzas personales, y otros simplemente ven reflejada una crisis social profunda. El gobierno ha prometido reforzar las medidas de seguridad, aumentar la presencia policial y atacar las causas estructurales de la violencia, pero algunos se muestran escépticos. ¿Será suficiente, mae?
Este tipo de situaciones nos hacen reflexionar sobre la necesidad de fortalecer el tejido social, promover valores de respeto y tolerancia, y brindar oportunidades a los jóvenes para alejarlos de las calles. No podemos seguir esperando que la policía resuelva todos los problemas; necesitamos un esfuerzo colectivo para construir una sociedad más justa y segura. Además, el panorama económico no ayuda mucho, con tantas personas buscando brete y sintiéndose frustradas, el ambiente se calienta y la delincuencia encuentra terreno fértil.
Es evidente que la situación requiere de un análisis profundo y de soluciones integrales. Necesitamos invertir en educación, salud, empleo y programas sociales que aborden las desigualdades y promuevan el desarrollo sostenible. También es fundamental fortalecer la colaboración entre el gobierno, la sociedad civil y el sector privado para abordar este desafío de manera efectiva. El problema no es solo “agarrar” a los culpables, sino evitar que estos actos ocurran en primer lugar. Que pena ver cómo la juventud se va por el mal camino.
Y así, mientras las investigaciones avanzan y los responsables enfrentarán la justicia, queda la gran pregunta en el aire: ¿Cómo podemos, como sociedad costarricense, frenar esta espiral de violencia y recuperar la paz y tranquilidad que alguna vez caracterizó a nuestro país? ¿Creen que las políticas actuales son suficientes o debemos buscar nuevas estrategias para combatir la delincuencia y proteger a nuestras comunidades?