A ver, mi gente, pa' ponerles las cosas claras: estamos a dos meseecitos de las elecciones y la cosa se está poniendo más caliente que gallina pochada. Ya no solo tenemos que lidiar con los discursos politiqueros de siempre, sino también con una ola gigante de información que parece sacada directamente de otro planeta. Y no me refiero a teorías conspirativas raras, sino a pura desinformación disfrazada de opinión o, peor aún, de entretenimiento.
Lo que está pasando es esto: los medios tradicionales, esos que antes tenían el control de lo que llegaba a nuestros hogares, han perdido mucho terreno. Ya no son el único filtro, digámoslo claro. Ahora cualquiera puede lanzar lo que quiera a las redes sociales y, ¡bum!, se viraliza rapidito. Esto lo decía el analista Mario Quirós en un conversatorio con la Fiscalía del Colegio de Periodistas; el mae no andaba mintiendo, ¡de verdad!
Y aquí entra el nuevo actor de esta telenovela: los 'influencers políticos'. Suena chévere, ¿verdad? Pero piénsenlo bien. Son personas con miles de seguidores que utilizan sus plataformas para promocionar ideas, candidatos o incluso campañas enteras. El detalle es que muchas veces no revelan que están siendo pagados para hacerlo, o simplemente difunden información falsa o engañosa. ¡Un despiche total!
Como bien explicó Quirós, esto es un fenómeno que se vio mucho en las elecciones de Estados Unidos, donde los podcasts se convirtieron en la herramienta predilecta de algunos políticos para llegar directo a sus votantes. Aquí en Costa Rica, todavía no es tan extremo, pero ya se empieza a notar. Varios maes con buen número de seguidores están dando banderolazos a diestra y siniestra, sin preocuparse mucho por verificar la veracidad de lo que dicen.
Pero no todo es negativo, eh. Andrei Cambronero, del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), también señaló que esto puede traer oportunidades interesantes desde el punto de vista del marketing político, permitiendo conectar con públicos muy específicos. ¡Quién sabe! Quizás veamos campañas más personalizadas y creativas. Lo importante es que no se pierda la transparencia, ¿entienden?
Y hablando de transparencia, ahí es donde radica el gran problema. Según un estudio del Instituto de Investigaciones Psicológicas, nosotros, los ticos, somos bastante susceptibles a creer cualquier cosa que nos llegue por internet. Tenemos valores sociales, cognitivos y económicos que nos hacen más vulnerables a la desinformación. Rolando Pérez, el coordinador del estudio, lo puso muy claro: hay que aprender a analizar críticamente la información que consumimos.
Precisamente por eso, el TSE está haciendo un esfuerzo grande con programas de capacitación para fortalecer la llamada 'ciudadanía digital'. Quieren enseñarnos a distinguir lo verdadero de lo falso, a verificar las fuentes y a no compartir información sin estar seguros de ella. Cambronero hasta lanzó una pulla interesante: si un mae dice abiertamente 'soy afín a ese partido', está bien. Pero si está cobrando a sueldo para apoyar a alguien en redes sociales, ¡debería tener que decirlo, como si fuera publicidad paga! Jala, mae, jala.
En fin, mi gente, la pelota está en nuestro tejado. No podemos seguir dejando que nos manipulen con noticias falsas y campañas engañosas. Tenemos que exigir transparencia, verificar la información y pensar por nuestra cuenta. ¿Ustedes creen que realmente el TSE y las plataformas digitales pueden hacer algo efectivo para combatir la desinformación o es tarea exclusiva de cada uno de nosotros mantenernos informados y críticos? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensan ustedes sobre este brete que nos está afectando!
Lo que está pasando es esto: los medios tradicionales, esos que antes tenían el control de lo que llegaba a nuestros hogares, han perdido mucho terreno. Ya no son el único filtro, digámoslo claro. Ahora cualquiera puede lanzar lo que quiera a las redes sociales y, ¡bum!, se viraliza rapidito. Esto lo decía el analista Mario Quirós en un conversatorio con la Fiscalía del Colegio de Periodistas; el mae no andaba mintiendo, ¡de verdad!
Y aquí entra el nuevo actor de esta telenovela: los 'influencers políticos'. Suena chévere, ¿verdad? Pero piénsenlo bien. Son personas con miles de seguidores que utilizan sus plataformas para promocionar ideas, candidatos o incluso campañas enteras. El detalle es que muchas veces no revelan que están siendo pagados para hacerlo, o simplemente difunden información falsa o engañosa. ¡Un despiche total!
Como bien explicó Quirós, esto es un fenómeno que se vio mucho en las elecciones de Estados Unidos, donde los podcasts se convirtieron en la herramienta predilecta de algunos políticos para llegar directo a sus votantes. Aquí en Costa Rica, todavía no es tan extremo, pero ya se empieza a notar. Varios maes con buen número de seguidores están dando banderolazos a diestra y siniestra, sin preocuparse mucho por verificar la veracidad de lo que dicen.
Pero no todo es negativo, eh. Andrei Cambronero, del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), también señaló que esto puede traer oportunidades interesantes desde el punto de vista del marketing político, permitiendo conectar con públicos muy específicos. ¡Quién sabe! Quizás veamos campañas más personalizadas y creativas. Lo importante es que no se pierda la transparencia, ¿entienden?
Y hablando de transparencia, ahí es donde radica el gran problema. Según un estudio del Instituto de Investigaciones Psicológicas, nosotros, los ticos, somos bastante susceptibles a creer cualquier cosa que nos llegue por internet. Tenemos valores sociales, cognitivos y económicos que nos hacen más vulnerables a la desinformación. Rolando Pérez, el coordinador del estudio, lo puso muy claro: hay que aprender a analizar críticamente la información que consumimos.
Precisamente por eso, el TSE está haciendo un esfuerzo grande con programas de capacitación para fortalecer la llamada 'ciudadanía digital'. Quieren enseñarnos a distinguir lo verdadero de lo falso, a verificar las fuentes y a no compartir información sin estar seguros de ella. Cambronero hasta lanzó una pulla interesante: si un mae dice abiertamente 'soy afín a ese partido', está bien. Pero si está cobrando a sueldo para apoyar a alguien en redes sociales, ¡debería tener que decirlo, como si fuera publicidad paga! Jala, mae, jala.
En fin, mi gente, la pelota está en nuestro tejado. No podemos seguir dejando que nos manipulen con noticias falsas y campañas engañosas. Tenemos que exigir transparencia, verificar la información y pensar por nuestra cuenta. ¿Ustedes creen que realmente el TSE y las plataformas digitales pueden hacer algo efectivo para combatir la desinformación o es tarea exclusiva de cada uno de nosotros mantenernos informados y críticos? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensan ustedes sobre este brete que nos está afectando!