Seamos honestos, maes. Si hay algo que le da pavor a uno de envejecer, no son tanto las arrugas o las canas, es la idea de que la memoria se vaya al traste. El Alzheimer es esa sombra que asusta, esa enfermedad que no solo borra recuerdos, sino que nos quita a la gente que queremos, pedacito a pedacito. Durante años, la ciencia le ha dado durísimo al brete de buscar una cura, pero la vara ha estado complicada. Hasta ahora, que un nuevo estudio soltó una bomba que suena a ciencia ficción, pero que podría cambiarlo todo.
Resulta que un grupo de científicos de varias partes del mundo publicó en Nature, que es como el Real Madrid de las revistas científicas, un hallazgo que está para ponerle atención. Se pusieron a analizar cerebros y descubrieron algo increíble: en las personas que apenas empezaban con problemas de memoria, los niveles de un mineral, el litio, estaban por el suelo. Sí, leyó bien, el mismo litio que le da energía a su celular. ¡Qué nivel de descubrimiento! Era como si al cerebro se le estuviera acabando el aceite, y ese fuera el primer síntoma de que el motor iba a empezar a fallar.
Y la cosa se pone más interesante. En los cerebros que ya tenían Alzheimer avanzado, el poquito litio que quedaba estaba atrapado, hecho un colocho en las famosas placas de amiloide, esas cochinadas que son como un sarro que impide que las neuronas hablen entre ellas. Diay, entonces uno se pregunta, ¿qué carajos hace el litio en la jupa? Uno lo asocia con chunches electrónicos o con tratamientos psiquiátricos fuertes, pero no, mae. El cuerpo lo tiene naturalmente en dosis chiquiticas y es un carga para mantener todo en orden: protege los nervios, baja la inflamación del cerebro y estabiliza las conexiones. Cuando falta, es un despiche: las proteínas tóxicas hacen fiesta y la memoria empieza a decir adiós.
Para estar seguros de que no se estaban jalando una torta, los investigadores hicieron la prueba de fuego con ratones. A un grupo le bajaron el litio de la comida a la mitad y, ¡qué sal!, los pobres bichos empezaron a acumular las proteínas malas y a perder la memoria más rápido. Pero aquí viene la parte tuanis: a otro grupo le dieron una forma especial de litio, y los resultados fueron a cachete. Los ratoncitos mejoraron en las pruebas de memoria, tenían menos placas tóxicas y sus neuronas estaban más saludables. Básicamente, les dieron un empujoncito para que el cerebro se defendiera mejor.
Ahora, ¡ojo! Esto no significa que mañana tenemos que ir a la farmacia a pedir litio o, peor aún, empezar a lamer baterías. ¡Para nada! Las dosis que se usan para otros males son altísimas y peligrosas si se toman sin supervisión. La visión de los científicos es otra, una mucho más chiva: desarrollar suplementos de microdosis seguras para proteger el cerebro de la gente mayor, como una vitamina para la memoria. Imagínese que en el futuro un simple examen de sangre pueda decirle si anda bajo de litio y que con eso se pueda prevenir el deterioro. Sería un cambio de reglas total en la lucha contra el Alzheimer.
Al final, toda esta vara nos deja pensando. A veces las soluciones a problemas gigantes están en los detalles más pequeños que siempre tuvimos enfrente. Maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Creen que en unos años nos vamos a tomar una pastillita de litio con el gallo pinto para mantener la memoria afilada? ¿Les suena a una loquera o a algo que de verdad podría pasar?
Resulta que un grupo de científicos de varias partes del mundo publicó en Nature, que es como el Real Madrid de las revistas científicas, un hallazgo que está para ponerle atención. Se pusieron a analizar cerebros y descubrieron algo increíble: en las personas que apenas empezaban con problemas de memoria, los niveles de un mineral, el litio, estaban por el suelo. Sí, leyó bien, el mismo litio que le da energía a su celular. ¡Qué nivel de descubrimiento! Era como si al cerebro se le estuviera acabando el aceite, y ese fuera el primer síntoma de que el motor iba a empezar a fallar.
Y la cosa se pone más interesante. En los cerebros que ya tenían Alzheimer avanzado, el poquito litio que quedaba estaba atrapado, hecho un colocho en las famosas placas de amiloide, esas cochinadas que son como un sarro que impide que las neuronas hablen entre ellas. Diay, entonces uno se pregunta, ¿qué carajos hace el litio en la jupa? Uno lo asocia con chunches electrónicos o con tratamientos psiquiátricos fuertes, pero no, mae. El cuerpo lo tiene naturalmente en dosis chiquiticas y es un carga para mantener todo en orden: protege los nervios, baja la inflamación del cerebro y estabiliza las conexiones. Cuando falta, es un despiche: las proteínas tóxicas hacen fiesta y la memoria empieza a decir adiós.
Para estar seguros de que no se estaban jalando una torta, los investigadores hicieron la prueba de fuego con ratones. A un grupo le bajaron el litio de la comida a la mitad y, ¡qué sal!, los pobres bichos empezaron a acumular las proteínas malas y a perder la memoria más rápido. Pero aquí viene la parte tuanis: a otro grupo le dieron una forma especial de litio, y los resultados fueron a cachete. Los ratoncitos mejoraron en las pruebas de memoria, tenían menos placas tóxicas y sus neuronas estaban más saludables. Básicamente, les dieron un empujoncito para que el cerebro se defendiera mejor.
Ahora, ¡ojo! Esto no significa que mañana tenemos que ir a la farmacia a pedir litio o, peor aún, empezar a lamer baterías. ¡Para nada! Las dosis que se usan para otros males son altísimas y peligrosas si se toman sin supervisión. La visión de los científicos es otra, una mucho más chiva: desarrollar suplementos de microdosis seguras para proteger el cerebro de la gente mayor, como una vitamina para la memoria. Imagínese que en el futuro un simple examen de sangre pueda decirle si anda bajo de litio y que con eso se pueda prevenir el deterioro. Sería un cambio de reglas total en la lucha contra el Alzheimer.
Al final, toda esta vara nos deja pensando. A veces las soluciones a problemas gigantes están en los detalles más pequeños que siempre tuvimos enfrente. Maes, ¿qué opinan ustedes? ¿Creen que en unos años nos vamos a tomar una pastillita de litio con el gallo pinto para mantener la memoria afilada? ¿Les suena a una loquera o a algo que de verdad podría pasar?