¡Epa, pura vida gente del Foro! Aquí su reportera favorita trayéndoles unas noticias bien interesantes sobre esos lugares que le dan sabor a nuestros barrios: los minisúpers y las panaderías. Porque, díganlo conmigo, ¿quién no necesita un buen pan con queso o unos víveres frescos para la semana?
Resulta que estos pequeños comercios, que a veces ni les damos importancia, están demostrando ser mucho más que simples negocios. Son puntos de encuentro, lugares donde nos topamos con el vecino, intercambiamos un saludo y hasta charlamos un ratito del clima. En tiempos de tanta tecnología y compras online, tener estos espacios cerca es como encontrar un oasis, un respiro de la rutina.
Hablamos con algunos propietarios y dueños de estos templos de la esquina, y la cosa pinta interesante. Empezando por la Panadería El Pueblo, que ya va cumpliendo varios años regalándonos sus delicias. Según Don Marco Mora Cascante, el nombre surgió para crear un sentido de pertenencia y unión, algo que se siente cuando entras al lugar, ¡pura familia!
Y no podemos olvidarnos de la Pulpería El Mango, un negocio con más de 26 años de historia. Doña Rosibel Chacón nos contó, entre risas, cómo el nombre surgió de vender mangos en la calle. ¡Imagínense la pila de mangos! Ahora es un clásico del barrio, donde uno encuentra de todo, desde arroz y frijoles hasta el último puntillazo que necesita para preparar la cena. Inclusive, nos contó una anécdota graciosa de cuando un “chango” se metió al local… ¡qué despiche!
Luego tenemos al Súper Gersan, en Tilarán, que ya cumple dos décadas sirviendo a la comunidad. Su dueña nos explicó que el nombre refleja la agilidad y servicio rápido que ofrecen, y vaya que cumplen. Están renovando el sitio para ofrecerles aún más opciones, así que si andan por allá, ¡ya saben dónde pasar!
Pero la cosa no siempre ha sido fácil. Todos recuerdan los duros golpes de la pandemia, cuando muchos negocios tuvieron que batallar para sobrevivir. Algunos, como la Panadería El Pueblo, incluso optaron por regalar su producción para evitar desperdicios. Eso sí que es corazón grande, ¡una verdadera muestra de solidaridad!
Lo interesante es ver cómo estos negocios se adaptan a los cambios. Más allá de ofrecer buenos precios y productos de calidad, han sabido conectar con la comunidad, ofreciendo un trato cercano y personalizado que es difícil de encontrar en los grandes supermercados. Unas veces vendiendo el Diario Extra para que todos estemos informados, otras simplemente dando una mano amiga al vecino necesitado. Se han ganado un lugar especial en nuestros corazones, y eso no tiene precio.
Ahora, cuéntenme, ¿cuál es su mini súper o panadería favorita en su barrio y qué es lo que hace que ese lugar sea tan especial para ustedes? ¿Creen que estas pequeñas empresas pueden competir contra los grandes supermercados o tienen un rol diferente en nuestra sociedad?
Resulta que estos pequeños comercios, que a veces ni les damos importancia, están demostrando ser mucho más que simples negocios. Son puntos de encuentro, lugares donde nos topamos con el vecino, intercambiamos un saludo y hasta charlamos un ratito del clima. En tiempos de tanta tecnología y compras online, tener estos espacios cerca es como encontrar un oasis, un respiro de la rutina.
Hablamos con algunos propietarios y dueños de estos templos de la esquina, y la cosa pinta interesante. Empezando por la Panadería El Pueblo, que ya va cumpliendo varios años regalándonos sus delicias. Según Don Marco Mora Cascante, el nombre surgió para crear un sentido de pertenencia y unión, algo que se siente cuando entras al lugar, ¡pura familia!
Y no podemos olvidarnos de la Pulpería El Mango, un negocio con más de 26 años de historia. Doña Rosibel Chacón nos contó, entre risas, cómo el nombre surgió de vender mangos en la calle. ¡Imagínense la pila de mangos! Ahora es un clásico del barrio, donde uno encuentra de todo, desde arroz y frijoles hasta el último puntillazo que necesita para preparar la cena. Inclusive, nos contó una anécdota graciosa de cuando un “chango” se metió al local… ¡qué despiche!
Luego tenemos al Súper Gersan, en Tilarán, que ya cumple dos décadas sirviendo a la comunidad. Su dueña nos explicó que el nombre refleja la agilidad y servicio rápido que ofrecen, y vaya que cumplen. Están renovando el sitio para ofrecerles aún más opciones, así que si andan por allá, ¡ya saben dónde pasar!
Pero la cosa no siempre ha sido fácil. Todos recuerdan los duros golpes de la pandemia, cuando muchos negocios tuvieron que batallar para sobrevivir. Algunos, como la Panadería El Pueblo, incluso optaron por regalar su producción para evitar desperdicios. Eso sí que es corazón grande, ¡una verdadera muestra de solidaridad!
Lo interesante es ver cómo estos negocios se adaptan a los cambios. Más allá de ofrecer buenos precios y productos de calidad, han sabido conectar con la comunidad, ofreciendo un trato cercano y personalizado que es difícil de encontrar en los grandes supermercados. Unas veces vendiendo el Diario Extra para que todos estemos informados, otras simplemente dando una mano amiga al vecino necesitado. Se han ganado un lugar especial en nuestros corazones, y eso no tiene precio.
Ahora, cuéntenme, ¿cuál es su mini súper o panadería favorita en su barrio y qué es lo que hace que ese lugar sea tan especial para ustedes? ¿Creen que estas pequeñas empresas pueden competir contra los grandes supermercados o tienen un rol diferente en nuestra sociedad?