¡Ay, Dios mío! El 15 de setiembre llegó y, como siempre, me quedé pensando... ¿dónde quedó la música nuestra? Entre tanto desfile y fanfarria, parece que nos hemos olvidado de escuchar a nuestros propios artistas. ¡Qué despiche!, escuchamos “Thriller” de Michael Jackson y “We Will Rock You” de Queen, ¡como si fueran parte de nuestro ADN!
Y ni hablar de esas bandas internacionales que le meten un empuje a la algarabía; ahí estaban los temas de “Piratas del Caribe”, retumbando en cada esquina. Pero mira vos, de toda la producción musical nacional, apenas unas pocas canciones lograron colar la cabeza en este jolgorio patrio: “Soy Tico” y “Playa, Montaña y Sol”. El resto, pues, se queda varado, como un chunche roto en la playa.
Según Víctor Fernández G., quien escribió hace unos días en opinión, la raíz del problema va más allá de simples gustos musicales. Hay una combinación nefasta de políticas públicas débiles, estaciones de radio que parecen tener la vista vendada y, sobre todo, un país que aún no se decide a valorar lo que produce. ¡Qué carga! Parece que preferimos importar talento cuando tenemos cositas increíbles hechas en casa.
Y no es que falten músicos talentosos, ¡para nada! Tenemos artistas que producen música de primera categoría, desde el reggae hasta la cumbia, pasando por el rock y el folk. Pero parece que el sistema está diseñado para mantenerlos abajo, pegados a la pared. Las radios, muchas veces, prefieren poner lo que les sale más barato o lo que ya conocen, sin darle oportunidad a lo nuevo, a lo fresco, a lo nuestro. Es una verdadera pena, diay.
Además, la falta de apoyo gubernamental es evidente. Pocos programas de fomento musical, poca inversión en infraestructura, poca promoción de los artistas nacionales en el extranjero. ¡Parece que nadie quiere echarles una mano! Y eso que la música es cultura, identidad, historia... es parte esencial de lo que somos como ticos. Con esto claro, hay que preguntarse quién realmente se beneficia de esta situación.
Un punto clave también es la mentalidad del público. Muchos, influenciados por la moda internacional, creen que lo extranjero es automáticamente mejor. Olvidan que tenemos talentos capaces de competir a cualquier nivel. Este complejo de inferioridad es algo arraigado en nuestra sociedad y cuesta mucho romperlo. Por eso, es tan importante empezar a fomentar el orgullo por lo hecho en Costa Rica desde la escuela, desde casa, desde todos lados. Necesitamos un cambio radical en la forma en que valoramos nuestra propia música.
Pero no todo está perdido. A pesar de las dificultades, existen iniciativas valientes. Algunos festivales y conciertos independientes han logrado abrir espacios para la música nacional. Hay productores y promotores que trabajan incansablemente para dar visibilidad a los artistas emergentes. Y, poco a poco, algunos medios de comunicación están empezando a darse cuenta de que la música tica merece más atención. Quizá, con un poquito más de esfuerzo y colaboración, podamos cambiar esta realidad y hacer que nuestro sonido resuene orgullosamente en todas partes. Después de todo, somos un pueblo creativo y lleno de talento.
Ahora bien, con todo esto en mente, ¿crees que las nuevas generaciones de músicos tienen alguna posibilidad real de hacerse un hueco en la escena musical costarricense o estamos condenados a seguir escuchando música prestada en nuestras fiestas patria? ¿Qué medidas concretas crees que deberían tomarse para apoyar a la música nacional?
Y ni hablar de esas bandas internacionales que le meten un empuje a la algarabía; ahí estaban los temas de “Piratas del Caribe”, retumbando en cada esquina. Pero mira vos, de toda la producción musical nacional, apenas unas pocas canciones lograron colar la cabeza en este jolgorio patrio: “Soy Tico” y “Playa, Montaña y Sol”. El resto, pues, se queda varado, como un chunche roto en la playa.
Según Víctor Fernández G., quien escribió hace unos días en opinión, la raíz del problema va más allá de simples gustos musicales. Hay una combinación nefasta de políticas públicas débiles, estaciones de radio que parecen tener la vista vendada y, sobre todo, un país que aún no se decide a valorar lo que produce. ¡Qué carga! Parece que preferimos importar talento cuando tenemos cositas increíbles hechas en casa.
Y no es que falten músicos talentosos, ¡para nada! Tenemos artistas que producen música de primera categoría, desde el reggae hasta la cumbia, pasando por el rock y el folk. Pero parece que el sistema está diseñado para mantenerlos abajo, pegados a la pared. Las radios, muchas veces, prefieren poner lo que les sale más barato o lo que ya conocen, sin darle oportunidad a lo nuevo, a lo fresco, a lo nuestro. Es una verdadera pena, diay.
Además, la falta de apoyo gubernamental es evidente. Pocos programas de fomento musical, poca inversión en infraestructura, poca promoción de los artistas nacionales en el extranjero. ¡Parece que nadie quiere echarles una mano! Y eso que la música es cultura, identidad, historia... es parte esencial de lo que somos como ticos. Con esto claro, hay que preguntarse quién realmente se beneficia de esta situación.
Un punto clave también es la mentalidad del público. Muchos, influenciados por la moda internacional, creen que lo extranjero es automáticamente mejor. Olvidan que tenemos talentos capaces de competir a cualquier nivel. Este complejo de inferioridad es algo arraigado en nuestra sociedad y cuesta mucho romperlo. Por eso, es tan importante empezar a fomentar el orgullo por lo hecho en Costa Rica desde la escuela, desde casa, desde todos lados. Necesitamos un cambio radical en la forma en que valoramos nuestra propia música.
Pero no todo está perdido. A pesar de las dificultades, existen iniciativas valientes. Algunos festivales y conciertos independientes han logrado abrir espacios para la música nacional. Hay productores y promotores que trabajan incansablemente para dar visibilidad a los artistas emergentes. Y, poco a poco, algunos medios de comunicación están empezando a darse cuenta de que la música tica merece más atención. Quizá, con un poquito más de esfuerzo y colaboración, podamos cambiar esta realidad y hacer que nuestro sonido resuene orgullosamente en todas partes. Después de todo, somos un pueblo creativo y lleno de talento.
Ahora bien, con todo esto en mente, ¿crees que las nuevas generaciones de músicos tienen alguna posibilidad real de hacerse un hueco en la escena musical costarricense o estamos condenados a seguir escuchando música prestada en nuestras fiestas patria? ¿Qué medidas concretas crees que deberían tomarse para apoyar a la música nacional?