Origen del Canon Biblico

Bueno, anteriormente puse esta info en otro tema, pero me sugirieron crear un tema nuevo para hablar de la historia de la biblia. Espero que podamos participar con respeto y que la sana discusion predomine en este tema.

ORIGEN DE LA BIBLIA

CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Los judíos tenían dos cánones para sus libros santos: el breve o palestinense y el largo o alejandrino.

El 'canon palestinense' es la lista (o canon) de libros bíblicos hebreos inspirados según quedó establecida definitivamente para el judaísmo en el siglo II de nuestra era, por el consenso de un grupo de sabios rabinos que habían conseguido escapar del asedio de Jerusalén en el año 70 y que habían fundado una escuela en Yamnia. Está conformado por 39 libros (Tanaj) y se divide en tres partes:

Torá (La Ley): Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio.
Nevi'im (Profetas): Josué, Jueces, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Joel, Amós, Abdías Jonás, Miqueas, Najum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías.
Ketuvim (escritos): Libro de los Salmos, Proverbios, Job, Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Daniel, Esdras, Nehemías, 1 Crónicas, 2 Crónicas.

Este canon significó el rechazo de algunos libros, que pasaron a conocerse como deuterocanónicos, que un grupo de maestros judíos había incluido en el Canon de Alejandría o Biblia de los Setenta en el siglo II.

Como puede verse claramente no hay intervención alguna de la iglesia católica. Las biblias que utilizamos los protestantes están basadas en el canon palestinense. Se cree de hecho que Jesús debió usar el canon corto o palestinense, pero los apóstoles, al llevar el Evangelio a todo el Imperio romano, usaron el canon alejandrino. La Iglesia primitiva recibió este canon que consta de 46 libros.

A partir del año 393 diferentes concilios, fueron precisando la lista de los Libros "canónicos" para la Iglesia cristiana, pero los protestantes admiten como libros sagrados los 39 libros del canon hebreo que fue fijado después de Cristo por los judíos, sin ninguna intervención cristiana. El primero que negó la canonicidad de los libros deuterocanónicos fue Carlstadt en 1520, y después Lutero en 1534 y Calvino en 1540.

CANON DEL NUEVO TESTAMENTO
En la Iglesia cristiana original, la regla de fe se encontraba en la enseñanza oral de los apóstoles y de los primeros evangelizadores (Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra. 2 Tesalonicenses 2:15). Pasado el tiempo, esa generación empezó a morir y se sintió la urgencia de consignar por escrito las enseñanzas de Jesucristo y los rasgos más sobresalientes de su vida. Este es la causa de los Evangelios. Por otra parte, de acuerdo a los problemas que iban surgiendo los apóstoles alimentaban espiritualmente a sus fieles mediante cartas. Este fue el origen de las Epístolas.

Se le designa Nuevo Testamento desde Tertuliano (160 – 220 DC) en la Iglesia cristiana (nótese que digo Iglesia Cristiana, NO iglesia Católica). La composición del Nuevo Testamento canónico se fijó poco a poco en los primeros siglos de la nueva religión. La lista de libros más antigua se supone redactada hacia el año 170 (No existía la IC como la conocemos hoy, por eso se le llama Iglesia Primitiva).

Los libros fueron distribuidos en gran parte localmente al principio. Un apóstol escribía un mensaje para una iglesia o unas iglesias que no podía visitar personalmente, y les mandaba aquella carta con un ayudante. Después, las diferentes iglesias empezaban a compartir sus cartas recibidas entre sí (Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros. Colosenses 4:16). Entre los libros realmente escritos por apóstoles y líderes confiables de la iglesia, andaban libros falsos y heréticos que los falsos maestros y otros enemigos de la iglesia habían escrito, ya Pablo había comenzado a amonestar a la Iglesia ya prevenirla de estos falsos maestros (Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. Gálatas 1:6). Entonces, los cristianos tuvieron que estar a la guardia para defenderse en contra de falsa enseñanza y falsos libros. A veces no estaban seguros los líderes de una u otra iglesia de la autenticidad de algunos de los libros ahora incluidos en nuestro Nuevo Testamento, y en otras ocasiones algunos incluyeron otros escritos que nosotros no tenemos en nuestras Biblias.

Los líderes cristianos hicieron una lista entonces de los libros reconocidos por la iglesia como Escritura Inspirada. La lista fue casi igual que la lista que usamos hoy, menos unos libros que ellos dudaron, como la Segunda Epístola de Pedro. Eso fue el primer intento de hacer un canon, aunque no todos estuvieron de acuerdo con su contenido.

Con el tiempo unos reconocieron tres niveles de escritos neo-testamentarios usados en la iglesia: 1. Libros NO controversiales, que todos estuvieron de acuerdo de su veracidad; 2. Libros controversiales, que unos veían como Escritura y otros no; y 3. Libros heréticos, que eran vistos claramente como ataques malignos contra la sana enseñanza de Dios.

¿Cómo se decidió qué libros incluir?
No fue Pedro, ni ningún apóstol, quien decidió, porque ya habían muerto hace tiempo cuando la iglesia tomó la decisión final de ¿cuáles libros incluir en el canon? Fue una decisión tomada por un concilio unos siglos después de Cristo, decisión respaldada por la tradición oral de las diferentes iglesias. Con la mayoría de los libros no fue nada complicado, porque estaban en la lista de los libros no-controversiales, para incluir, o en la lista de libros heréticas, que nunca se iban a incluir. Eran los libros controversiales que causaban problemas, los libros que tal vez eran auténticas pero no estaban seguros si sí o no.

La lista actual fue publicada originalmente por Atanasio de Alejandría en 370 y consagrada como canónica en el Tercer Concilio de Cartago de 397 por la ya conformada Iglesia Católica.

¿Puede decirse entonces que la conformación de la Biblia se le debe a la Iglesia Católica?
La respuesta es NO. Como puede verse el AT aceptado por los protestantes no es obra de la Iglesia Católica, el NT se conforma en los primeros siglos del cristianismo a por la Iglesia Primitiva.

¿Entonces porque la Iglesia Católica se atribuye la conformación de las escrituras?
Porque la Iglesia Católica siempre se ha identificado con los primeros cristianos, cosa que no es cierto. La iglesia primitiva no es exactamente la Iglesia Católica como la conocemos hoy en día.

Fuentes:
Comfort, Philip y Rafael Serrano (2008 ). El origen de la Biblia, Carol Stream, Illinois, EE.UU.: Tyndale House Publishers.
Pérez, Miguel y Julio Trebollé (2007). Historia de la Biblia, Madrid: Editorial Trotta y Universidad de Granada.
García, José Miguel. Los orígenes históricos del cristianismo. Madrid: Encuentro, 2007.
Gonzales, Justo. The Story of Christianity: Vol. 1: The Early Church to the Reformation. San Francisco: Harper, 1984

Saludos,
 
Compa muy buen material creo que ayuda a tener mas claro el origen de la biblia, y no es por aguevarlo pero ahorita le cae uno que otro fanatico que yo conozco por ahi.

Saludos,
 
Quienes conformaban el concilio?? y el contexto histórico en que se realizó,me refiero a la religión(s) y el contexto político del Imperio Romano.

Me parecen puntos importantisimos para entender el origen de la biblia, que por lo general se dejan de lado, es como tratar de analizar a fondo sin conocer el contexto en el que fue escrito, o al menos editado.
 
Muy interesante! Concuerdo con los puntos que menciona MZM, siempre hayq eu conocer el contexto de toda historia!
 
Quienes conformaban el concilio?? y el contexto histórico en que se realizó,me refiero a la religión(s) y el contexto político del Imperio Romano.

Me parecen puntos importantisimos para entender el origen de la biblia, que por lo general se dejan de lado, es como tratar de analizar a fondo sin conocer el contexto en el que fue escrito, o al menos editado.

Muy buena pregunta, veamos a ver si podemos sacar algo de la historia.

Marco Historico
Hay que tener presente que en un principio, no existía un listado válido de libros del Nuevo Testamento. Dentro del cristianismo primitivo (de nuevo recalco que no es la IC) se tomaban en consideración sólo los libros sagrados del judaísmo. En los siglos antes de Cristo, había judíos encargados de guardar, escribir y trasmitir estos textos sagrados. A ellos se les llamaba escribas, copistas o Masoretas. Los escribas fueron mucho muy cuidadosos en su trabajo. Se copiaban los textos letra por letra, contando cada letra para ni perder ni agregar ninguna. En caso de equivocarse en una sola letra, se tenía que destruir completamente toda la copia y empezar de nuevo.

Ya desde esos tiempos los judíos tenían libros y escritos que respetaban como Santa Escritura (Canon, Tanaj), y otros escritos cuyo origen en cambio no se lo atribuían a Dios (deuterocanónicos). Son muchas las personas que dicen que en el NT se citan los deuterocanónicos, lo cual es correcto puesto que ya en los tiempos apostolicos se utilizaba la Septuaginta, traduccion al griego del Tanaj que incluia los deuterocanónicos, peeeeerroooooo.... Aunque los judíos los leían y los usaban, es claro que hacían una distinción entre lo que era Escritura y lo que no la era.

Por varios años fue igual en las iglesias cristianas, al hablar de “las Escrituras” quería decir la Biblia de los judíos a su alrededor. Pero el cristianismo era una creencia distinta y nueva, e iba a necesitar Escrituras propias.

Algo parecido de cómo los judíos definieron un canon para defenderse contra la secta herética que era para ellos los cristianos, los cristianos mismos declararon su primer canon como defensa en contra de falsos maestros.

Los líderes cristianos hicieron una lista entonces de los libros reconocidos por la iglesia como Escritura Inspirada. La lista fue casi igual que la lista que usamos hoy, menos unos libros que ellos dudaron, como la Segunda Epístola de Pedro. Eso fue el primer intento de hacer un canon, aunque no todos estuvieron de acuerdo con su contenido.

Este es un tipo de marco historico y muy resumido del porque la necesidad de crear un Canon, ahora bien, en el Concilio de Cartago (año 393), San Jerónimo inició una traducción latina de la Biblia, completada en el año 405, llamada la Vulgata y considerada desde entonces la Biblia canónica u oficial de la Iglesia Católica. La lista que proclamaron era lo mismo que habían estado usando por siglos en la práctica, sólo la hicieron ya oficial.

Con respecto a la pregunta de Quienes conformaban el concilio?? La conformaba la IC primitiva y se hizo con la necesidad de aprobar la Vulgata.

Saludos,
 
Un poco mas de historia


Escrituras Hebreas. En 1513 a.*E.C. se dio comienzo a la compilación de la Biblia con los escritos de Moisés. En ellos se hallan los mandamientos y preceptos que Dios dio a Adán, Noé, Abrahán, Isaac y Jacob, así como las regulaciones del pacto de la Ley. El llamado Pentateuco consta de cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. El libro de Job, que al parecer también escribió Moisés, aporta otros datos históricos sobre el período posterior a la muerte de José (1657 a.*E.C.) y anterior al tiempo en que Moisés demostró ser un siervo íntegro de Dios, una época en la que no*hubo “ninguno como [Job] en la tierra”. (Job 1:8; 2:3.) Moisés también escribió el Salmo 90 y, posiblemente, el*91.


Después de la muerte de Moisés, se añadieron los escritos de Josué, Samuel, Gad y Natán (Josué, Jueces, Rut y 1*y 2*Samuel). Los reyes David y Salomón también contribuyeron a la ampliación del canon de los Santos Escritos. Luego llegaron los profetas, de Jonás a Malaquías, cada uno con su propia aportación al canon bíblico, cada uno facultado por Dios con el don milagroso de la profecía, cada uno con las credenciales de profeta verdadero estipuladas por Jehová, a saber, hablar en Su nombre, cumplirse la profecía y volver a la gente hacia Dios. (Dt 13:1-3; 18:20-22.)


Según la tradición judía, Esdras participó en esta labor después que los judíos exiliados volvieron a Judá. No*hay duda de que este hombre estaba capacitado para la tarea, pues fue uno de los escritores bíblicos inspirados, sacerdote y también “copista hábil en la ley de Moisés”. (Esd 7:1-11.) Más tarde se añadieron los libros de Nehemías y Malaquías, de modo que para fines del siglo*V a.*E.C. el canon de las Escrituras Hebreas quedó bien fijado, con los mismos escritos que tenemos en la actualidad.
El canon de las Escrituras Hebreas se dividió tradicionalmente en tres secciones: la Ley, los Profetas y los Escritos o Hagiógrafos, un total de 24 libros, como se muestra en la tabla. Tiempo después, algunas autoridades judías unieron los libros de Rut y Jueces, así como los de Lamentaciones y Jeremías, con lo que quedó un total de 22*libros, como el número de letras del alfabeto hebreo. En su prólogo a los libros de Samuel y Reyes, Jerónimo parece decantarse por la cuenta de 22*libros, aunque dijo: “Algunos incluyen Rut y Lamentaciones entre los Hagiógrafos*[...] y así contabilizan veinticuatro libros”.
Respondiendo a unos adversarios en su obra Contra Apión (libro*I, sec.*8), el historiador judío Josefo confirmó, alrededor del año 100*E.C., que el canon de las Escrituras Hebreas había sido fijado hacía mucho tiempo. Escribió: “Por esto entre nosotros no*hay multitud de libros que discrepen y disientan entre sí; sino solamente veintidós libros, que abarcan la historia de todo tiempo y que, con razón, se consideran divinos. De entre ellos cinco son de Moisés, y contienen las leyes y la narración de lo acontecido desde el origen del género humano hasta la muerte de Moisés.*[...] Desde Moisés hasta la muerte de Artajerjes, que reinó entre los persas después de Jerjes, los profetas que sucedieron a Moisés reunieron en trece libros lo que aconteció en su época. Los cuatro restantes ofrecen himnos en alabanza de Dios y preceptos utilísimos a los hombres”.


Algunos concilios primitivos (Laodicea, 367*E.C.; Calcedonia, 451*E.C.) reconocieron, aunque no*fijaron, el canon bíblico que el espíritu de Dios había autorizado, y los llamados padres de la Iglesia también demostraron una singular unanimidad en su aceptación del canon judío fijado y su rechazo de los libros apócrifos. Algunos de ellos fueron: Justino Mártir, apologista cristiano (muerto c.*165 E.C.); Melitón, “obispo” de Sardis (siglo*II E.C.); Orígenes, erudito bíblico (185[?]-254[?] E.C.); Hilario, “obispo” de Poitiers (muerto en 367[?] E.C.); Epifanio, “obispo” de Constantia (desde 367*E.C.); Gregorio (257[?]-332 E.C.); Rufino de Aquilea, “el docto traductor de Orígenes” (345[?]-410 E.C.), y Jerónimo (340[?]-420 E.C.), erudito bíblico de la Iglesia latina y traductor de la Vulgata. En su prólogo a los libros de Samuel y Reyes, Jerónimo enumera los 22 libros de las Escrituras Hebreas y después dice: “Cualquiera que esté fuera de estos tiene que ser puesto en los libros apócrifos”.


Escrituras Griegas Cristianas. La escritura y recopilación de los 27*libros que componen el canon de las Escrituras Griegas Cristianas siguió un curso similar al de las Escrituras Hebreas. Cristo “dio dádivas en hombres”, sí, “dio algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros”. (Ef 4:8, 11-13.) Con la ayuda del espíritu de Dios, enunciaron la doctrina recta para la congregación cristiana y, “a modo de recordatorio”, repitieron muchas cosas que ya estaban registradas en las Escrituras. (2Pe 1:12,*13; 3:1; Ro 15:15.)
Hay pruebas documentales extrabíblicas de que ya entre los años 90 y 100*E.C. se habían recopilado, como mínimo, diez de las cartas de Pablo. Se puede asegurar que los discípulos de Jesús empezaron a compilar los escritos cristianos inspirados desde fechas tempranas.
Leemos que ‘la literatura cristiana de finales del siglo*I y del siglo*II atestigua que se atribuía a los escritos de los apóstoles una autoridad divina. Clemente Romano afirma que Pablo, divinamente inspirado, escribió a los corintios. Los escritos de Ignacio Mártir y Policarpo están llenos de citas y alusiones tomadas de los evangelios y de las epístolas paulinas, lo cual indica la gran veneración y reverencia que tenían de estos escritos. Desde un principio los escritos apostólicos fueron coleccionados para leerlos públicamente’. (Introducción a la Biblia, de Manuel de Tuya y José Salguero, 1967, vol*1, págs. 362, 363). Todos estos fueron escritores primitivos —Clemente de Roma (30[?]-100[?] E.C.), Policarpo (69[?]-155[?] E.C.) e Ignacio de Antioquía (final del siglo*I y principios del*II)— que incluyeron en sus obras citas y extractos de los diferentes libros de las Escrituras Griegas Cristianas, lo que muestra que estaban familiarizados con tales escritos canónicos.
En su Diálogo con Trifón (XLIX,*5), Justino Mártir (muerto c.*165 E.C.) usó la expresión “está escrito” cuando citó de Mateo, tal como lo hacen los evangelios cuando se refieren a las Escrituras Hebreas. Lo mismo es cierto de una obra anónima anterior: la Carta de Bernabé (IV). En la Apología*I (LXVI,*3; LXVII,*3) Justino Mártir llama “Evangelios” a los “Recuerdos de los Apóstoles”.
Teófilo de Antioquía (siglo*II a.*E.C.) declaró: “Sobre la justicia de que habla la ley, se ve que están de acuerdo los profetas y los Evangelios, pues todos, portadores del espíritu, hablaron por el solo Espíritu de Dios”. Luego usa expresiones como “nos enseña*[...] la voz evangélica” (citando de Mt 5:28, 32, 44,*46; 6:3) y “nos manda la divina palabra” (citando de 1Ti 2:2 y Ro 13:7,*8). (Los tres libros a Autólico, III,*12-14.)
Para fines del segundo siglo no*había ninguna duda de que se había completado el canon de las Escrituras Griegas Cristianas, y personajes como Ireneo, Clemente de Alejandría y Tertuliano reconocieron que los libros de las Escrituras Griegas Cristianas tenían la misma autoridad que las Escrituras Hebreas. Cuando citó de las Escrituras, Ireneo recurrió no*menos de doscientas veces a las cartas de Pablo. Clemente dice que responderá a sus adversarios con “las Escrituras, las cuales creemos que son válidas por su autoridad omnipotente”, esto es, “por la ley y los profetas, y además por el bendito Evangelio”. (The Ante-Nicene Fathers, vol.*2, pág. 409, “Los Stromata, o misceláneos”.)
Algunos críticos han puesto en tela de juicio la canonicidad de ciertos libros de las Escrituras Griegas Cristianas, pero con muy poco fundamento. Por ejemplo, rechazar el libro de Hebreos solo porque no*lleva el nombre de Pablo y porque su estilo varía ligeramente del de otras cartas paulinas es, cuanto menos, aventurado. B.*F.*Westcott observa que “la autoridad canónica de la epístola es independiente de su paternidad literaria paulina”. (The Epistle to the Hebrews, 1892, pág.*71.) Mucho más importante que el que no*contenga el nombre de su escritor es su presencia en el Papiro de Chester Beatty núm.*2 (P46) (escrito menos de ciento cincuenta años después de la muerte de Pablo) junto a otras ocho cartas del apóstol.
En ocasiones se ha cuestionado la canonicidad de algunos de los libros cortos, como Santiago, Judas, segunda y tercera de Juan y segunda de Pedro, sobre la base de que los escritores primitivos no*hicieron muchas citas de ellos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que todos juntos componen solo una treintaiseisava parte de las Escrituras Griegas Cristianas, así que tenían menos probabilidad de que se les citara. A este respecto debe notarse que para Ireneo en segunda de Pedro se encuentran las mismas pruebas de canonicidad que en el resto de las Escrituras Griegas. Lo mismo es cierto de segunda de Juan. (The Ante-Nicene Fathers, vol.*1, págs. 551, 557, 341, 443, “Ireneo contra las herejías”.) Algunos también han rechazado Revelación, pero muchos comentaristas primitivos, como Papias, Justino Mártir, Melitón e Ireneo, reconocen este libro como inspirado.

CANON JUDÍO DE LAS ESCRITURAS
La Ley Los Profetas Los Escritos
(Hagiógrafos)
1. Génesis 6. Josué 14. Salmos
2. Éxodo 7. Jueces 15. Proverbios
3. Levítico 8. 1, 2 Samuel 16. Job
4. Números 9. 1, 2*Reyes 17. Cantar de los
5. Deuteronomio 10. Isaías Cantares
11. Jeremías 18. Rut
12. Ezequiel 19. Lamentaciones
13. Los doce profetas 20. Eclesiastés
(Oseas, Joel, Amós, 21. Ester
Abdías, Jonás, Miqueas, 22. Daniel
Nahúm, Habacuc, 23. Esdras, Nehemías
Sofonías, Ageo, 24. 1, 2 Crónicas
Zacarías, Malaquías)
 
¿Entonces porque la Iglesia Católica se atribuye la conformación de las escrituras?
Porque la Iglesia Católica siempre se ha identificado con los primeros cristianos, cosa que no es cierto. La iglesia primitiva no es exactamente la Iglesia Católica como la conocemos hoy en día.

Es la misma Iglesia que fue evolucionando a partir de los Concilios. Fue en uno de esos concilios donde se definio el Antiguo Testamento.
 
Libros apocrifos

Hay tres textos bíblicos en los que se usa la palabra griega a·pó·kry·fos en su sentido original para referirse a algo “cuidadosamente ocultado”. (Mr 4:22; Lu 8:17; Col 2:3.) En lo que respecta a escritos, en un principio aplicaba a los que no*se leían en público y por lo tanto estaban “ocultados” de otros. Sin embargo, más tarde esa palabra adquirió el significado de espurio o no*canónico, y en la actualidad se suele usar con referencia a los escritos que la Iglesia católica romana declaró parte del canon bíblico en el Concilio de Trento (1546). Los escritores católicos los llaman deuterocanónicos, que significa “del segundo [o posterior] canon”, a diferencia de los protocanónicos.
Estos escritos que se añadieron son: Tobías, Judit, Sabiduría (de Salomón), Eclesiástico (no Eclesiastés), Baruc, Primero y Segundo de los Macabeos, añadiduras al libro de Ester y tres añadiduras a Daniel: el Cántico de los tres jóvenes, la Historia de Susana y la Historia de Bel y el dragón. No*se puede precisar con exactitud cuándo se escribieron, pero se sabe que no*fue antes del siglo*II o*III a.*E.C.
Prueba en contra de su canonicidad. Aunque en algunos casos estos escritos tienen cierto valor histórico, afirmar que son canónicos carece de base sólida. Los hechos indican que el canon hebreo se completó después de la escritura de los libros de Esdras, Nehemías y Malaquías, en el siglo*V a.*E.C. Los escritos apócrifos nunca se incluyeron en el canon judío de las Escrituras inspiradas y no*forman parte de ellas en la actualidad.
El historiador judío Josefo, del primer siglo, indica que solo se daba reconocimiento a aquellos pocos libros (del canon hebreo) que se consideraban sagrados. Dijo: “Por esto entre nosotros no*hay multitud de libros que discrepen y disientan entre sí; sino solamente veintidós libros [el equivalente de los treinta y nueve libros de las Escrituras Hebreas según la división moderna], que abarcan la historia de todo tiempo y que, con razón, se consideran divinos”. Después demuestra que conoce la existencia de los libros apócrifos y su exclusión del canon hebreo, al añadir: “Además, desde el imperio de Artajerjes hasta nuestra época, todos los sucesos se han puesto por escrito; pero no*merecen tanta autoridad y fe como los libros mencionados anteriormente, pues ya no*hubo una sucesión exacta de profetas”. (Contra Apión, libro*I, sec.*8.)
Su inclusión en la Versión de los Setenta. Los argumentos en favor de la canonicidad de estos escritos por lo general se basan en el hecho de que se hallan en muchas copias antiguas de la Versión de los Setenta griega de las Escrituras Hebreas, traducción que se comenzó en Egipto alrededor del año 280 a.*E.C. No*obstante, puesto que no*existen ejemplares originales de la Versión de los Setenta, no*se puede afirmar de forma categórica que los libros apócrifos estuvieran incluidos originalmente en esa obra. Se reconoce que muchos de estos escritos, quizás la mayoría, se escribieron después de comenzarse a traducir la Versión de los Setenta, así que es obvio que no*estuvieron en la lista original de los libros que debían traducirse. Por consiguiente, en el mejor de los casos, solo pueden considerarse como adiciones a esa obra.
Además, aunque los judíos de habla griega de Alejandría finalmente insertaron esos escritos apócrifos en la Versión de los Setenta y al parecer los consideraban como parte de un canon ampliado de escritos sagrados, las palabras de Josefo citadas antes indican que nunca se incluyeron en el canon de Jerusalén (palestinense), y como máximo se les tuvo por escritos de segundo orden, y no*de origen divino. Por lo tanto, el Concilio judío de Jamnia (alrededor del año 90*E.C.) excluyó específicamente todos esos escritos del canon hebreo.
La necesidad de dar la debida consideración a la postura judía al respecto se desprende con claridad de lo que el apóstol Pablo escribió en Romanos 3:1,*2.
Otros testimonios antiguos. Una de las principales pruebas externas en contra de la canonicidad de los libros apócrifos es el hecho de que ninguno de los escritores cristianos de la Biblia citó de ellos. Aunque esto no*es concluyente, dado que tampoco se cita de algunos libros que sí son reconocidos como canónicos (Ester, Eclesiastés y El Cantar de los Cantares), no*obstante, el que no*se cite ni una sola vez de ninguno de los once escritos apócrifos no*cabe duda de que es significativo.
También pesa el hecho de que los principales eruditos bíblicos, así como los “padres de la Iglesia” de los primeros siglos de la era común, por lo general han catalogado los libros apócrifos como escritos de segundo orden. Orígenes, de principios del siglo*III E.C., después de una investigación cuidadosa, también distinguió entre estos escritos y los del canon verdadero. Atanasio, Cirilo de Jerusalén, Gregorio Nacianceno y Anfíloco, todos del siglo*IV E.C., prepararon catálogos de los escritos sagrados según el canon hebreo, en los que ignoraron los escritos apócrifos o los colocaron en una categoría secundaria.
Jerónimo, considerado “el mejor hebraísta” de la Iglesia primitiva y traductor de la Vulgata latina (405*E.C.), adoptó una postura clara en contra de esos libros, y fue el primero en usar explícitamente la palabra “apócrifo” en el sentido de no*canónico con referencia a ellos. En consecuencia, en su prólogo a los libros de Samuel y Reyes, Jerónimo menciona los libros inspirados de las Escrituras Hebreas según el canon hebreo (en el que los treinta y nueve libros están agrupados en veintidós), y entonces dice: “Así que hay veintidós libros*[...]. Este prólogo de las Escrituras puede servir de advertencia al que se acerca a todos los libros que traducimos del hebreo al latín; para que sepamos que cualquiera que esté fuera de estos tiene que ser puesto entre los libros apócrifos”. Al escribirle a una dama de nombre Leta sobre la educación de su hija, Jerónimo aconsejó: “Guárdese de todo linaje de apócrifos. Y si alguna vez los quiere leer, no*para buscar la verdad de los dogmas, sino por reverencia de los símbolos, sepa que no*pertenecen a los autores cuyos nombres figuran a su cabeza, y que llevan revuelto mucho elemento vicioso. No*se requiere menuda prudencia para buscar oro entre el fango”. (Cartas de San Jerónimo, CVII.)
Opiniones católicas divergentes. Agustín (354-430*E.C.) fue el primero en intentar incluir estos escritos en el canon bíblico, aunque en obras posteriores reconoció que había una clara diferenciación entre los libros del canon hebreo y esos “libros ajenos”. Sin embargo, la Iglesia católica, siguiendo a Agustín, los incluyó en el canon de los libros sagrados fijado por el Concilio de Cartago en el año 397*E.C. No*obstante, no*confirmó definitivamente que aceptaba estos escritos en su catálogo de libros bíblicos sino hasta el año 1546 E.C., en el Concilio de Trento, y esta acción se juzgó necesaria debido a que había diferentes opiniones al respecto, incluso dentro de la Iglesia. Juan Wiclef, el sacerdote y erudito católico romano que en el siglo*XIV hizo la primera traducción al inglés de la Biblia con la ayuda posterior de Nicolás de Hereford, no*incluyó los libros apócrifos en su obra, y en el prefacio de esta traducción dijo que esos escritos “carecían de la autoridad conferida por la aceptación general”. El cardenal dominico Cayetano, principal teólogo católico de su tiempo (1469-1534*E.C.), a quien Clemente*VII llamó la “lámpara de la Iglesia”, también distinguió entre los libros del canon hebreo verdadero y las obras apócrifas, para lo que se apoyó en la autoridad de los escritos de Jerónimo.
Debe notarse así mismo que el Concilio de Trento no*aceptó todos los escritos que se habían aprobado en el anterior Concilio de Cartago, sino que excluyó a tres de estos: la Oración de Manasés y Primero y Segundo de Esdras (no los libros 1*y 2*Esdras que en la versión católica Torres Amat corresponden a Esdras y Nehemías). Así, estos tres escritos, que por más de mil*cien años habían formado parte de la versión aprobada de la Vulgata latina, a partir de entonces quedaron excluidos.
Prueba interna. La prueba interna de estos escritos apócrifos cuestiona aún más que la externa su canonicidad. No*existe en ellos el elemento profético. Su contenido y enseñanza en ocasiones contradice a los libros canónicos y ellos mismos también se contradicen entre sí. En ellos abundan las inexactitudes históricas y geográficas y los anacronismos. En algunos casos, los escritores son culpables de falta de honradez al presentar falsamente sus obras como si fuesen de escritores inspirados de épocas anteriores. Demuestran estar bajo la influencia griega, y en ocasiones recurren a un lenguaje extravagante y un estilo literario totalmente ajeno al estilo de las Escrituras inspiradas. Dos de los escritores dan a entender que no*fueron inspirados. (Véase el prólogo de Eclesiástico; 2*Macabeos 2:24-32; 15:38-40, BC.) De modo que se puede decir que la prueba más contundente contra la canonicidad de los libros apócrifos son ellos mismos. A continuación se examina cada uno de estos libros.
Tobías (Tobit). Es la historia de Tobit, un judío piadoso de la tribu de Neftalí deportado a Nínive que se queda ciego al caerle excremento de pájaro en ambos ojos. Tobit envía a Media a cobrar una deuda a su hijo Tobías, a quien un ángel que había tomado forma humana conduce a Ecbátana (Ragués). En el camino, Tobías logra pescar un pez, al que quita el corazón, el hígado y la hiel para quedárselos. Más tarde, se encuentra con una mujer que, aunque se había casado siete veces, seguía siendo virgen, pues el demonio Asmodeo había ocasionado la muerte de cada uno de sus siete esposos la misma noche de bodas. Animado por el ángel, Tobías se casa con la virgen viuda y ahuyenta al demonio quemando el corazón del pez y el hígado. A su regreso, hace que su padre recupere la vista valiéndose de la hiel del pez.
Es probable que el libro se escribiera originalmente en arameo alrededor del siglo*III a.*E.C. Dado el componente de superstición y error que hay en el relato, está claro que no*fue inspirado por Dios. Entre las inexactitudes que contiene, se puede mencionar la siguiente: el relato afirma que Tobit vio en su juventud la revuelta de las diez tribus norteñas, un acontecimiento ocurrido en 997 a.*E.C., después de la muerte de Salomón (Tobías 1:4,*5, BJ), y que más tarde fue deportado a Nínive con la tribu de Neftalí, lo que ocurrió en 740 a.*E.C. (Tobías 1:10-13, NC, 732 a.*E.C., nota.) De ser así, esto significaría que habría vivido más de doscientos cincuenta y siete años, cuando el caso es que en Tobías 14:1-3 (14:11, NC) se informa que Tobit murió a la edad de ciento cincuenta y ocho años.
Judit. La historia de una hermosa viuda judía de la ciudad de “Betulia”. Nabucodonosor envía a su oficial Holofermes en una campaña contra el N. del país con el fin de destruir toda forma de adoración que no*sea la suya propia. Holofermes asedia a los judíos en Betulia, pero Judit, aparentando traicionar la causa judía, logra introducirse en su campamento y le presenta un informe falso sobre la situación de la ciudad. Se celebra una fiesta en la que Holofermes se emborracha, y Judit se apodera de su espada, lo decapita y regresa a Betulia con su cabeza. A la mañana siguiente se produce un desconcierto total en el campamento enemigo, y los judíos consiguen una victoria aplastante.
La Biblia de Jerusalén dice lo siguiente en la introducción a Tobías, Judit y Ester: “El libro de Judit manifiesta sobre todo una gran despreocupación por la historia y la geografía”. Entre las inconsecuencias que allí se señalan, figura la siguiente: los acontecimientos se sitúan durante el reinado de Nabucodonosor, “que reinó sobre los asirios en la gran ciudad de Nínive”. (Judit 1:1,*7, BJ.) Tanto en esta introducción como en las anotaciones al pie de la página que esta traducción hace al libro de Judit, se señala que Nabucodonosor fue rey de Babilonia y que nunca reinó en Nínive, ya que su padre Nabopolasar había destruido esta ciudad con anterioridad.
Respecto al itinerario bélico de Holofermes, la citada introducción dice que “es un reto a la geografía”, y en términos parecidos se expresa The Illustrated Bible Dictionary (vol.*1, pág.*76): “El relato es pura ficción; si se pretendiese que fuese real, sus inexactitudes serían inverosímiles” (edición de J.*D.*Douglas, 1980).
Se cree que el libro se escribió en Palestina durante la dominación helénica, hacia finales del siglo*II o principios del I*a.*E.C. Asimismo, se opina que fue escrito originalmente en hebreo.
Las adiciones al libro de Ester. Seis pasajes constituyen la adición hecha a este libro. En algunos textos griegos y latinos antiguos, la primera adición, de 17 versículos, antecede al primer capítulo (Est 11:2–12:6, Scío), y en ella se transcribe un sueño de Mardoqueo y se relata la conjura contra el rey que el propio Mardoqueo puso al descubierto. La segunda es una inserción entre los versículos 13 y 14 del capítulo 3 (Est 13:1-7, Scío), que presenta el texto del edicto real contra los judíos. Al final del capítulo 4 (Est 13:8–14:19, Scío) se encuentra la tercera adición, en la que se recogen las oraciones de Ester y Mardoqueo. La cuarta viene después de Ester 5:2 (Est 15:1-19, Scío), y relata la audiencia de Ester ante el rey. Después del versículo 12 del capítulo 8 (Est 16:1-24, Scío), se halla la quinta adición; en esta consta el edicto del rey, en el que autorizaba a los judíos a defenderse. Por último, en la conclusión del libro (Est 10:4–11:1, Scío) se encuentra la interpretación del sueño de Mardoqueo que figura en la introducción apócrifa.
La colocación de estas añadiduras varía de una traducción a otra. En algunas se ponen todas al final (como hizo Jerónimo en su traducción), mientras que en otras aparecen entremezcladas con el texto canónico.
En la primera se presenta a Mardoqueo como uno de los cautivos que Nabucodonosor se llevó en 617 a.*E.C., y como un hombre prominente de la corte durante el segundo año del rey Asuero (en griego dice Artajerjes), más de un siglo después. Esta exposición de los hechos, que le atribuye a Mardoqueo una posición muy importante en una época tan temprana del reinado de Asuero, contradice el texto canónico de Ester. Se cree que estas añadiduras fueron obra de un judío egipcio y que se escribieron durante el siglo*II a.*E.C.
Sabiduría (de Salomón). Es un tratado en el que se alaban los beneficios que resultan de buscar la sabiduría divina. Esta se personifica en la figura de una mujer celestial, y se incluye en el texto la oración de Salomón pidiendo sabiduría. En la última parte se repasa la historia desde Adán hasta la conquista de Canaán, entresacando ejemplos de bendiciones por haber obrado con sabiduría, en contraste con las calamidades debidas a haber carecido de ella. Se comenta la insensatez del culto a las imágenes.
Aunque no*se menciona específicamente a Salomón por nombre, hay pasajes que aluden a él como su autor. (Sabiduría 9:7, 8,*12.) No*obstante, otros pasajes son citas de libros bíblicos escritos siglos después de la muerte de Salomón (c. 998 a.*E.C.), tomadas de la Septuaginta, traducción al griego de las Escrituras Hebreas iniciada hacia 280 a.*E.C. Se piensa que el autor del libro debió ser un judío de Alejandría (Egipto) que lo escribió hacia mediados del siglo*I a.*E.C.
El texto pone de manifiesto que el escritor se apoya totalmente en la filosofía griega. Se vale de la terminología platónica para introducir la doctrina de la inmortalidad del alma. (Sabiduría 2:23; 3:2,*4.) Otros conceptos paganos que se incluyen en el texto son: la existencia prehumana del alma y la idea de que el cuerpo es un obstáculo o lastre para esta (8:19,*20; 9:15). Al relato de los acontecimientos históricos que van desde Adán hasta Moisés lo adornan muchos detalles imaginarios que con frecuencia están en desacuerdo con el registro inspirado.
Aunque algunas obras de consulta han pretendido demostrar que hay cierta correspondencia entre algunos pasajes de este libro apócrifo y los escritos de las Escrituras Griegas Cristianas, el parecido suele ser mínimo, y aun si fuese algo más acusado, no*indicaría que los escritores cristianos se basaron en él, sino en el canon de las Escrituras Hebreas, del que el escritor apócrifo también sacó información.
Eclesiástico. Este libro, también conocido por el nombre “Sabiduría de Jesús Ben Sirá”, se caracteriza por ser el más extenso de los apócrifos y el único de autor conocido: Jesús Ben Sirá, de Jerusalén. El escritor hace algunos comentarios sobre la naturaleza de la sabiduría y cómo aplicarla a fin de llevar una vida feliz. Recalca enérgicamente la importancia de observar la Ley. Da consejo sobre muchos aspectos relacionados con el comportamiento social y la vida cotidiana, entre los que se hallan observaciones en cuanto a los modales a la mesa, los sueños y los viajes. La última parte contiene una reseña de personajes importantes de la historia de Israel, que termina con el sumo sacerdote Simón*II.
En abierta contradicción con la declaración de Pablo en Romanos 5:12-19, en la que el apóstol muestra que el peso de la responsabilidad por el pecado recayó sobre Adán, el libro de Eclesiástico dice: “Por la mujer fue el comienzo del pecado, y por causa de ella morimos todos” (25:24, BJ). Además, el escritor afirma que prefiere “¡cualquier maldad, pero no*maldad de mujer!” (25:13, BJ).
El libro se escribió originalmente en hebreo hacia comienzos del siglo*II a.*E.C. En el Talmud judío figuran citas de esta obra.
Baruc (incluye la carta de Jeremías). Los primeros cinco capítulos del libro están escritos como si los hubiese redactado el amigo de Jeremías, el escriba Baruc, mientras que el sexto se presenta como si fuese una carta del propio Jeremías. El libro contiene las expresiones de arrepentimiento y las plegarias por auxilio del pueblo judío exiliado en Babilonia, exhortaciones para que el pueblo se apegue a la sabiduría, palabras de ánimo para que confíen en la promesa de liberación y una denunciación contra la idolatría babilonia.
El libro sitúa a Baruc en Babilonia (Baruc 1:1,*2), mientras que según el registro bíblico, se marchó a Egipto, al igual que Jeremías, y no*hay prueba de que Baruc estuviese alguna vez en Babilonia. (Jer 43:5-7.) Contrario a la profecía de Jeremías sobre los setenta años que duraría la desolación de Judá y el exilio babilonio (Jer 25:11,*12; 29:10), en Baruc 6:2 se dice que los judíos permanecerían en Babilonia durante siete generaciones y que entonces serían liberados.
En el prefacio del libro de Jeremías, Jerónimo dice: “No he creído que valiese la pena traducir el libro de Baruc”, y la Biblia de Jerusalén, en su introducción a este libro, opina que algunas porciones debieron redactarse bastante tiempo después, hacia el siglo*II o I a.*E.C., y, por consiguiente, no*pudo ser Baruc, sino otro escritor (o escritores). Es probable que se haya escrito originalmente en hebreo.
Cántico de los tres jóvenes. Esta adición al libro de Daniel se inserta entre los versículos 23 y 24 del capítulo*3. Consta de 67 versículos, que comienzan con una oración atribuida a Azarías cuando estaba en el horno ardiente, seguida de la intervención de un ángel que apaga el fuego y, finalmente, de una canción que los tres hebreos cantan mientras todavía se encuentran en el horno. La canción guarda una gran semejanza con el Salmo 148, pero sus referencias al templo, los sacerdotes y los querubines no*cuadran con la época a la que afirma corresponder. Es posible que fuese escrita originalmente en hebreo durante el siglo*I a.*E.C.
Historia de Susana. Narración corta sobre un incidente ocurrido en la vida de la bella esposa de Joaquín, un acaudalado judío de Babilonia. Mientras Susana se bañaba, se le acercaron dos ancianos del pueblo que la instaron a cometer adulterio con ellos; como se negó, urdieron una acusación falsa contra ella. En el juicio se la sentenció a muerte, pero, hábilmente, el joven Daniel puso al descubierto el engaño de los dos ancianos y Susana quedó libre de acusación. Se desconoce el idioma en el que se escribió en un principio este relato. Se cree que debió redactarse en el siglo*I a.*E.C. En la Septuaginta griega se le colocó antes del libro canónico de Daniel, mientras que en la Vulgata latina se puso después. Por lo general se incluye en el libro de Daniel como el decimotercer capítulo.
Historia de Bel y el dragón. Una tercera añadidura al libro de Daniel que por lo general consta como el capítulo decimocuarto. Según esta narración, el rey Ciro exigió de Daniel que rindiese adoración a una imagen del dios Bel. Daniel esparce cenizas sobre el suelo del templo y al día siguiente descubre que hay pisadas que conducen hasta el lugar donde se ofrendaban los alimentos que supuestamente comía el propio ídolo, con lo que demuestra que eran los sacerdotes paganos y sus familias los que en realidad consumían los alimentos. Se ejecuta a los sacerdotes y Daniel destruye la imagen. Luego el rey le pide que rinda adoración a un dragón vivo. Daniel mata al dragón, pero la multitud enfurecida hace que se le arroje a un foso de leones. En el transcurso de los siete días que dura su encierro, un ángel prende a Habacuc por los cabellos y lo lleva desde Judea a Babilonia con un plato de cocido en las manos para alimentar a Daniel. A continuación, se vuelve a llevar a Habacuc a Judea; poco después se libera a Daniel y se arroja al foso a sus opositores, que son devorados por los leones. Se opina que esta añadidura también corresponde al siglo*I a.*E.C. Según The Illustrated Bible Dictionary (vol.*1, pág.*76), estas adiciones son “piadosos adornos ficticios”.
Primero de los Macabeos. Narración histórica de las luchas del pueblo judío por su independencia durante el siglo*II a.*E.C., desde el comienzo del reinado de Antíoco Epífanes (175 a.*E.C.) hasta la muerte de Simón Macabeo (c. 134 a.*E.C.). El libro está consagrado principalmente a las hazañas del sacerdote Matatías y sus hijos, Judas, Jonatán y Simón, en sus enfrentamientos con los sirios.
Este es el más valioso de los libros apócrifos por la información histórica que aporta sobre ese período. Sin embargo, como se reconoce en The Jewish Encyclopedia (1976, vol.*8, pág.*243), en esta obra “la historia está escrita desde un punto de vista humano”. Como en el caso de los otros escritos apócrifos, tampoco forma parte del canon hebreo inspirado. Probablemente se escribió en hebreo hacia las postrimerías del siglo*II a.*E.C.
Segundo de los Macabeos. Aunque se coloca después, su contenido es en parte paralelo al período histórico reseñado en el primero (c. 180 a.*E.C. a 160 a.*E.C.), pero no*lo escribió el mismo autor. Se presenta como un compendio de la obra realizada con anterioridad al período indicado por un tal Jasón de Cirene. Narra la persecución de los judíos bajo Antíoco Epífanes, el saqueo del templo y su posterior dedicación.
El relato sitúa la acción en el tiempo de la destrucción de Jerusalén, y presenta a Jeremías llevando el tabernáculo y el arca del pacto a una cueva del monte desde el que Moisés había contemplado la tierra de Canaán. (2*Macabeos 2:1-16.) Como es sabido, el templo había reemplazado al tabernáculo unos cuatrocientos veinte años antes.
El dogma católico se vale de varios pasajes de este libro para apoyar algunas doctrinas, como el castigo después de la muerte (2*Macabeos 6:26), la mediación de los santos (15:12-16) y la conveniencia de orar por los muertos (12:41-46).
En su introducción a los dos libros de los Macabeos, la Biblia de Jerusalén hace el siguiente comentario sobre el segundo libro: “El estilo, que es el de los escritores helenísticos, pero no*de los mejores, resulta a veces ampuloso”. Su autor no*afirma haber escrito bajo inspiración divina, y dedica parte del segundo capítulo a justificar el método seleccionado para ordenar y presentar la narración histórica. (2*Macabeos 2:24-32, BJ.) Termina con las palabras: “Yo también terminaré aquí mismo mi relato. Si ha quedado bello y logrado en su composición, eso es lo que yo pretendía; si imperfecto y mediocre, he hecho cuanto me era posible”. (2*Macabeos 15:37,*38, BJ.)
El libro debió escribirse en griego entre 134 a.*E.C. y 70*E.C., el año de la caída de Jerusalén.
Obras apócrifas posteriores. Sobre todo a partir del siglo*II E.C., surgieron gran cantidad de escritos que pretendían ser inspirados por Dios y canónicos, y estar relacionados con la fe cristiana. Se les ha llamado el “Nuevo Testamento Apócrifo”, e imitan los evangelios, los Hechos, las cartas y las revelaciones de los libros canónicos de las Escrituras Griegas Cristianas. Un gran número de estos solo se conocen gracias a algunos fragmentos que se han conservado, o por citas o alusiones de otros escritores.
Estos escritos intentan suministrar la información que los libros inspirados omiten deliberadamente, como las actividades y acontecimientos relacionados con la vida de Jesús desde su tierna infancia hasta el momento de su bautismo. También tratan de suministrar apoyo para las doctrinas o tradiciones que no*tienen base en la Biblia o que la contradicen. Por ejemplo, el llamado evangelio de Tomás y el protoevangelio de Santiago abundan en relatos fantásticos de supuestos milagros efectuados por Jesús durante su infancia, pero lo representan de tal manera que hacen que parezca un niño caprichoso y petulante dotado de poderes impresionantes. (Compárese con el relato auténtico de Lu 2:51,*52.) Los “Hechos” apócrifos, como los “Hechos de Pablo” y los “Hechos de Pedro”, dan gran importancia a la abstinencia total de relaciones sexuales y hasta afirman que los apóstoles animaban a las mujeres a que se separasen de sus esposos, lo que contradice el consejo inspirado de Pablo registrado en el capítulo siete de Primera a los Corintios.
Al comentar sobre tales escritos apócrifos postapostólicos, The Interpreter’s Dictionary of the Bible (edición de G.*A.*Buttrick, 1962, vol.*1, pág.*166) dice: “Muchos de estos son triviales; algunos, altamente teatrales; algunos, repugnantes, hasta asquerosos”. El New Standard Bible Dictionary (de Funk y Wagnalls, 1936, pág.*56) comenta: “Han sido la fructífera fuente de leyendas sagradas y tradiciones eclesiásticas. Es a estos libros adonde debemos acudir para encontrar el origen de algunos de los dogmas de la Iglesia católica romana”.
Tal como los escritos apócrifos primitivos se excluyeron de las Escrituras Hebreas precristianas, estos escritos apócrifos posteriores tampoco se aceptaron como inspirados ni se incluyeron en las primeras colecciones o catálogos de las Escrituras Griegas Cristianas.
 
Es la misma Iglesia que fue evolucionando a partir de los Concilios. Fue en uno de esos concilios donde se definio el Antiguo Testamento.

Perdona amigo, pero creo que no leiste el texto completo....

¿De donde sacas que en un concilio de definio el AT?
El AT siempre ha existido, es un legado de los Judios, no de la IC.

En los siglos antes de Cristo, había judíos encargados de guardar, escribir y trasmitir los textos sagrados. A ellos se les llamaba escribas, copistas o Masoretas.

La lista (o canon) de libros bíblicos hebreos inspirados quedó establecida definitivamente para el judaísmo en el siglo II de la era cristiana, por el consenso de un grupo de sabios rabinos que habían conseguido escapar del asedio de Jerusalén en el año 70. Esto no es obra de la IC...

Ahora bien, ¿tu asocicias la IC con la iglesia primitiva, correcto?, ¿Tu crees que la IC es la misma iglesia original desde los tiempos apostolicos? Medita bien tu respuesta antes de contestarme...

Saludos,
 
Es la misma Iglesia que fue evolucionando a partir de los Concilios. Fue en uno de esos concilios donde se definio el Antiguo Testamento.

“Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros”. (Jn 13:34.)

Con todo respeto, pero si evolucionar fue desobedecer este mandato bíblico y de Jesús.

La iglesia tiene las manos manchadas de sangre, las cruzadas, la I y II guerra mundial, Ruanda, Guerras civiles en África , la colonización de America, Jesús mandó: “Continúen amando a sus enemigos”. (Mt 5:44.)

Así es como debían comportarse los cristianos, la historia habla de todo, donde los verdaderos cristianos se rehusaron unirse a los ejércitos romanos y donde cuando Jesús iba a ser arrestado y Pedro le corto la oreja a alguien Jesús le reprendió y le dijo que mataban por la espada morirían por la espada.
 
A mi me hace gracia este tema!!! En este se hace un esfuerzo para decir que la Iglesia Catolica (actual) no tiene que ver con la iglesia primitiva.... Si es la misma!!! en el 3er siglo igual habia un papa, concilios, imagenes y santos!!! cual es la diferencia entonces???
 
Con todo respeto, pero si evolucionar fue desobedecer este mandato bíblico y de Jesús.
No puede negar .que era la misma Iglesia.

Catolico significa "universal"... era una nada mas, habia otra pero esos eran los gnosticos
 
Última edición:
A mi me hace gracia este tema!!! En este se hace un esfuerzo para decir que la Iglesia Catolica (actual) no tiene que ver con la iglesia primitiva.... Si es la misma!!! en el 3er siglo igual habia un papa, concilios, imagenes y santos!!! cual es la diferencia entonces???

Que cuando cristo fundo su iglesia 200 años antes no habia nada de esto.
 
A mi me hace gracia este tema!!! En este se hace un esfuerzo para decir que la Iglesia Catolica (actual) no tiene que ver con la iglesia primitiva.... Si es la misma!!! en el 3er siglo igual habia un papa, concilios, imagenes y santos!!! cual es la diferencia entonces???

Hola Alejandro (nice avatar por cierto), me imagino que eres catolico, bueno, de ser asi te lanzo la pregunta a vos tambien:

¿Tu asocicias la IC con la iglesia primitiva, correcto?, ¿Tu crees que la IC es la misma iglesia original desde los tiempos apostolicos?

De nuevo, medita bien antes de contestarme... Saludos y que Dios te bendiga mucho.
 
No puede negar .que era la misma Iglesia.

Si fueran los mismos cumplirian los mismos mandatos que Jesus dejo, como el que puse arriba, la iglesia para el siglo III ya le habia copiado un monton de cosas a los griegos y romanos, ya que como no logro eliminar las creencias paganas las absorbio.
 
A mi me hace gracia este tema!!! En este se hace un esfuerzo para decir que la Iglesia Catolica (actual) no tiene que ver con la iglesia primitiva.... Si es la misma!!! en el 3er siglo igual habia un papa, concilios, imagenes y santos!!! cual es la diferencia entonces???
Ya existian un concilio en Jerusalem y no presisamente era liderado por Pedro
 
Perdona amigo, pero creo que no leiste el texto completo....

¿De donde sacas que en un concilio de definio el AT?
El AT siempre ha existido, es un legado de los Judios, no de la IC.



La lista (o canon) de libros bíblicos hebreos inspirados quedó establecida definitivamente para el judaísmo en el siglo II de la era cristiana, por el consenso de un grupo de sabios rabinos que habían conseguido escapar del asedio de Jerusalén en el año 70. Esto no es obra de la IC...

Ahora bien, ¿tu asocicias la IC con la iglesia primitiva, correcto?, ¿Tu crees que la IC es la misma iglesia original desde los tiempos apostolicos? Medita bien tu respuesta antes de contestarme...

Saludos,

En ese concilio de la Iglesia CATOLICA se definio el Nuevo Testamento asi como los libros del AT.

La Iglesia es la misma, por supuesto que ha tenido cambios, asi que no es "exactamente" igual a la actual.
Pero solo habia una.
 
Hola Alejandro (nice avatar por cierto), me imagino que eres catolico, bueno, de ser asi te lanzo la pregunta a vos tambien:

¿Tu asocicias la IC con la iglesia primitiva, correcto?, ¿Tu crees que la IC es la misma iglesia original desde los tiempos apostolicos?

De nuevo, medita bien antes de contestarme... Saludos y que Dios te bendiga mucho.

Gracias por lo del avatar.... Bueno para mi si la asocio, sin embargo ha evolucionado mucho como todo ser vivo pero tiene el mismo espiritu!
 

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