Maes, agárrense porque el martes en Cuesta de Moras se armó un despiche de los buenos. A veces uno piensa que en el Plenario ya nada sorprende, que ya hemos visto de todo, pero de vez en cuando nos regalan un episodio que parece sacado de un reality show con mal guion. Esta vez, las protagonistas del encontronazo fueron Rocío Alfaro, del Frente Amplio, y la jefa del oficialismo, doña Pilar Cisneros. Y el tema central no fue cualquier vara: fue una acusación directa, sin anestesia, de que estamos viviendo en un «narco Gobierno». Así, con todas las letras.
La cosa empezó durante un debate que, de por sí, ya estaba caliente: la discusión sobre si declarar o no al Cartel de los Soles como una organización terrorista. En medio de esa hablada, a la diputada Alfaro se le soltó la lengua y tiró la bomba. Dijo, básicamente, que el Gobierno actual está «absolutamente infiltrado» y que es un «narco Gobierno» que le hace guiños al narcotráfico. ¡Imagínense el escándalo! Esas no son palabras que se dicen a la ligera, y menos en el Plenario. Fue como echarle un galón de gasolina a una fogata. Obviamente, el oficialismo no se iba a quedar de brazos cruzados.
Doña Pilar, que para nadie es un secreto que no le tiembla el pulso para entrarle a los pleitos, se levantó hecha una furia. No solo negó la acusación de Alfaro, sino que le devolvió la pelota con un filazo que dejó a más de uno con la boca abierta. Le dijo a toda la fracción del Frente Amplio que deberían estar avergonzados y luego remató con la hipótesis de que si ellos llegaran al poder, «ahí sí sería un narco Gobierno», insinuando que tendrían un presidente y una vicepresidenta adictos. ¡Qué torta de argumento! Pasar de una acusación política (grave, pero política al fin) a un ataque tan personal es cruzar una línea que ensucia todavía más el debate.
Pero si creían que la cosa terminaba ahí, ¡olvídenlo! Alfaro no se quedó callada, volvió a pedir la palabra y redobló la apuesta. Lejos de echar para atrás, se mantuvo firme y empezó a sacar una lista de lo que ella considera pruebas. Mencionó la reducción de recursos al OIJ, las famosas declaraciones sobre los «animales ponzoñosos» para referirse a quienes combaten el crimen, y el cierre de la Academia de Guardacostas. «Un Gobierno que se vuelve narco cuando deja entrar narco como Pedro por su casa», sentenció, para que no quedara ninguna duda. Básicamente, le estaba diciendo a Cisneros y a toda la bancada que su acusación no era pura bulla, sino que tenía fundamentos en decisiones concretas de esta administración.
Al final del día, lo que queda es un sabor amargo. Este choque no es solo un chisme de pasillo; es el reflejo perfecto del despiche que tenemos en la política nacional. Con un país que superó los 600 homicidios por tercer año seguido, ver a nuestros diputados enfrascados en un «dime que te diré» de este calibre es, como mínimo, frustrante. Con acusaciones tan serias volando de un lado para otro, se fue al traste cualquier posibilidad de un debate serio sobre cómo carajos vamos a solucionar la crisis de seguridad. Se convierte en un circo de ofensas personales donde el verdadero problema, el narco, sigue campante mientras los políticos se tiran con todo. Y los platos rotos, como siempre, los pagamos el resto de nosotros. Ahora les pregunto a ustedes, maes del Foro: más allá de quién tiene la razón o de si les cae bien una u otra, ¿creen que este tipo de pleitos nos ayuda en algo para resolver el broncón del narco? ¿O es pura bulla que no llega a nada?
La cosa empezó durante un debate que, de por sí, ya estaba caliente: la discusión sobre si declarar o no al Cartel de los Soles como una organización terrorista. En medio de esa hablada, a la diputada Alfaro se le soltó la lengua y tiró la bomba. Dijo, básicamente, que el Gobierno actual está «absolutamente infiltrado» y que es un «narco Gobierno» que le hace guiños al narcotráfico. ¡Imagínense el escándalo! Esas no son palabras que se dicen a la ligera, y menos en el Plenario. Fue como echarle un galón de gasolina a una fogata. Obviamente, el oficialismo no se iba a quedar de brazos cruzados.
Doña Pilar, que para nadie es un secreto que no le tiembla el pulso para entrarle a los pleitos, se levantó hecha una furia. No solo negó la acusación de Alfaro, sino que le devolvió la pelota con un filazo que dejó a más de uno con la boca abierta. Le dijo a toda la fracción del Frente Amplio que deberían estar avergonzados y luego remató con la hipótesis de que si ellos llegaran al poder, «ahí sí sería un narco Gobierno», insinuando que tendrían un presidente y una vicepresidenta adictos. ¡Qué torta de argumento! Pasar de una acusación política (grave, pero política al fin) a un ataque tan personal es cruzar una línea que ensucia todavía más el debate.
Pero si creían que la cosa terminaba ahí, ¡olvídenlo! Alfaro no se quedó callada, volvió a pedir la palabra y redobló la apuesta. Lejos de echar para atrás, se mantuvo firme y empezó a sacar una lista de lo que ella considera pruebas. Mencionó la reducción de recursos al OIJ, las famosas declaraciones sobre los «animales ponzoñosos» para referirse a quienes combaten el crimen, y el cierre de la Academia de Guardacostas. «Un Gobierno que se vuelve narco cuando deja entrar narco como Pedro por su casa», sentenció, para que no quedara ninguna duda. Básicamente, le estaba diciendo a Cisneros y a toda la bancada que su acusación no era pura bulla, sino que tenía fundamentos en decisiones concretas de esta administración.
Al final del día, lo que queda es un sabor amargo. Este choque no es solo un chisme de pasillo; es el reflejo perfecto del despiche que tenemos en la política nacional. Con un país que superó los 600 homicidios por tercer año seguido, ver a nuestros diputados enfrascados en un «dime que te diré» de este calibre es, como mínimo, frustrante. Con acusaciones tan serias volando de un lado para otro, se fue al traste cualquier posibilidad de un debate serio sobre cómo carajos vamos a solucionar la crisis de seguridad. Se convierte en un circo de ofensas personales donde el verdadero problema, el narco, sigue campante mientras los políticos se tiran con todo. Y los platos rotos, como siempre, los pagamos el resto de nosotros. Ahora les pregunto a ustedes, maes del Foro: más allá de quién tiene la razón o de si les cae bien una u otra, ¿creen que este tipo de pleitos nos ayuda en algo para resolver el broncón del narco? ¿O es pura bulla que no llega a nada?