¡Ay, pata! Resulta que nuestro presidente Luisito Chaves, parece que tuvo que hacerse unos arreglitos allá por Estados Unidos. No vaya a ser que le hiciera un bronquito a la próstata, pues como bien dice el dicho, ‘lo barato sale caro’. Pero bueno, la cosa es que eso significa que, por unos días, la responsabilidad de gobernar este pedacito de tierra cae en manos de la diputada Vanessa Castro. ¡Un cambio de timón que nadie esperaba!
La verdad es que la cosa se puso un tanto rara, porque con la ausencia del presidente Chaves, la vicepresidenta Mary Munive –que anda de parranda por ahí, según cuentan– y el presidente del Congreso, Don Rodrigo Arias, quien está con sus achaques, quedamos solteros en cuanto a quién asumiría la figura máxima del país. Y aquí entra Doña Vanessa, que como buena diputada, estaba lista para agarrarle el toro por las astas y asumir el brete.
Para ponerle pausa a la cosa, según Kattia Benavides, la politóloga que sabe un huevo, la Constitución nos contempla estos momentos raros. El artículo 135 dice clarito que si nadie puede llenar el puesto, toca que agarre la Asamblea Legislativa. Así que, legalmente hablando, todo está más que claro, aunque políticamente, ¡qué vaina! Parece que estamos jugando al dominó con el futuro del país.
Ahora, la pregunta clave: ¿qué puede hacer Doña Vanessa mientras esté en la silla presidencial? Pues resulta que tiene bastantes poderes, puede presidir el Consejo de Gobierno, firmar cosas importantes, tomar decisiones… pero ojo, no puede cambiar ministros ni meterle mano al presupuesto, a menos que haya una emergencia de esas que te dejan viendo estrellitas. Digamos que es como conducir un carro con freno de mano; puedes avanzar, pero no a toda velocidad.
Este acontecimiento, como bien dicen algunos, marca un precedente histórico. Nunca habíamos visto a una diputada tomando posesión de la Presidencia, aunque sea temporalmente. Algunos politiqueros andan diciendo que esto le da un empujoncito a la participación femenina en la política, otros, bueno, prefieren criticar porque les da envidia que una mujer esté al mando, ¡qué va! Lo importante es que el país sigue funcionando, con sus idas y venidas.
Y hablando de funcionamiento, muchos se preguntan cómo afectará esto a las políticas del gobierno. La verdad, no debería haber muchos cambios drásticos, porque Doña Vanessa tiene que respetar lo que ya está establecido. Pero sí podría darle un aire fresco, mostrar un estilo de liderazgo diferente, quizás escuchar un poquito más a la gente... Aunque conociendo la política de Costa Rica, ¡uno nunca sabe qué puede pasar!
Si analizamos la situación desde otra perspectiva, podríamos decir que esto es una prueba para nuestros políticos, una oportunidad para demostrar que pueden trabajar juntos, dejando de lado sus diferencias partidistas. Porque al final, todos queremos lo mejor para este país, aunque estemos peleando como niños por ver quién tiene el juguete más grande. Y pensando en juguetes, ¿quién se acuerda ya de la promesa de Chaves sobre el aguinaldo?
En fin, tenemos a una diputada asumiendo la Presidencia temporal, un panorama político peculiar y un país esperando a ver qué pasa. ¿Ustedes creen que esta experiencia servirá para fortalecer nuestras instituciones o simplemente será otro capítulo más de la telenovela política costarricense? ¡Denme su opinión, pura verdá!
La verdad es que la cosa se puso un tanto rara, porque con la ausencia del presidente Chaves, la vicepresidenta Mary Munive –que anda de parranda por ahí, según cuentan– y el presidente del Congreso, Don Rodrigo Arias, quien está con sus achaques, quedamos solteros en cuanto a quién asumiría la figura máxima del país. Y aquí entra Doña Vanessa, que como buena diputada, estaba lista para agarrarle el toro por las astas y asumir el brete.
Para ponerle pausa a la cosa, según Kattia Benavides, la politóloga que sabe un huevo, la Constitución nos contempla estos momentos raros. El artículo 135 dice clarito que si nadie puede llenar el puesto, toca que agarre la Asamblea Legislativa. Así que, legalmente hablando, todo está más que claro, aunque políticamente, ¡qué vaina! Parece que estamos jugando al dominó con el futuro del país.
Ahora, la pregunta clave: ¿qué puede hacer Doña Vanessa mientras esté en la silla presidencial? Pues resulta que tiene bastantes poderes, puede presidir el Consejo de Gobierno, firmar cosas importantes, tomar decisiones… pero ojo, no puede cambiar ministros ni meterle mano al presupuesto, a menos que haya una emergencia de esas que te dejan viendo estrellitas. Digamos que es como conducir un carro con freno de mano; puedes avanzar, pero no a toda velocidad.
Este acontecimiento, como bien dicen algunos, marca un precedente histórico. Nunca habíamos visto a una diputada tomando posesión de la Presidencia, aunque sea temporalmente. Algunos politiqueros andan diciendo que esto le da un empujoncito a la participación femenina en la política, otros, bueno, prefieren criticar porque les da envidia que una mujer esté al mando, ¡qué va! Lo importante es que el país sigue funcionando, con sus idas y venidas.
Y hablando de funcionamiento, muchos se preguntan cómo afectará esto a las políticas del gobierno. La verdad, no debería haber muchos cambios drásticos, porque Doña Vanessa tiene que respetar lo que ya está establecido. Pero sí podría darle un aire fresco, mostrar un estilo de liderazgo diferente, quizás escuchar un poquito más a la gente... Aunque conociendo la política de Costa Rica, ¡uno nunca sabe qué puede pasar!
Si analizamos la situación desde otra perspectiva, podríamos decir que esto es una prueba para nuestros políticos, una oportunidad para demostrar que pueden trabajar juntos, dejando de lado sus diferencias partidistas. Porque al final, todos queremos lo mejor para este país, aunque estemos peleando como niños por ver quién tiene el juguete más grande. Y pensando en juguetes, ¿quién se acuerda ya de la promesa de Chaves sobre el aguinaldo?
En fin, tenemos a una diputada asumiendo la Presidencia temporal, un panorama político peculiar y un país esperando a ver qué pasa. ¿Ustedes creen que esta experiencia servirá para fortalecer nuestras instituciones o simplemente será otro capítulo más de la telenovela política costarricense? ¡Denme su opinión, pura verdá!